En la mansión Paris, se encontraban Scott y Adelinne conversando en el despacho del señor. Su conversación giraba en torno al nuevo novio de su hija menor. Para ninguno de ellos había sido de su agrado, pues su presencia interfiere en sus planes y eso era algo que no podían soportar. Además estaban seguros de que había algo detrás de esa repentina relación, pues sabían que Maia solo tenía ojos para quien sería su futuro yerno pero por parte de su hija mayor. Y les parecía extraño que de la noche a la mañana se apareciera con otro hombre pareciendo tan enamorada. Ya se encargarían de descubrir que se traen entre manos antes de que su hijita saliera con otra de sus estupideces.
- ¿Qué has podido saber de él? - pregunto Adelinne con desdén
- No mucho en realidad - aceptó Scott inconforme - la información solo muestra lo mismo que ellos nos dijeron en la fiesta, pero fuera de eso no hay nada más. No se sabe nada de su familia, sus estudios, o siquiera dónde vive, ni siquiera puedo encontrar más información sobre su dichosa empresa automotriz en Asia -
- Eso es demasiado raro, si tan importante es como dice debería haber mucho más acerca de él - comenta su esposa pensativa - algo debe estar ocultando -
- Pero la pregunta es el que - inquiere el hombre
- Eso es algo que tú deberás averiguar y pronto - le exige - no quiero a ese hombre en mi familia -
"Aunque pensándolo bien, tampoco la quiero a ella"_ razona en su mente.
- Y no lo estará, eso te lo aseguro - el señor Scott se pone de pie viéndose más autoritario - independientemente de quien sea o cual sea su propósito con esa relación, ese hombre se tiene que alejar de Maia. No podemos permitir que ese amorío arruine nuestros planes -
- ¿Y cómo planeas sacarlo del camino? - lo interroga interesada
- Un paso a la vez querida - sonríe con malicia - lo primero que haré será contratar a alguien que averigüe todo acerca de él, solo con forme a eso sabré cuál será el siguiente movimiento. Ya después veremos la forma de separarlos -
- De eso me encargo yo - aclara imponente
- ¿Qué planeas hacer mujer? - la interroga desconfiado
- Lo mismo que hago con todo lo que me estorba - lo mira con advertencia y rencor - ya sabes que si no se van a la buena, los quito a la mala -
"Cómo no saberlo después de lo que me quitaste ese maldito día"_ espeta Scott en su interior.
Y sin decir más sale de la oficina de quien se supone es su esposo, aunque en el fondo ambos saben que no son más que dos enemigos en una tregua que romperán apenas tengan lo que quieren y el otro ya no les sea útil. Y es que a pesar de que ante la sociedad son el matrimonio perfecto, la realidad es muy diferente. Solo ellos conocen los secretos que su relación ha ocultado desde que su matrimonio fue arreglado, por que sí, su matrimonio había sido arreglado casi desde su adolescencia por motivos de conveniencia social. Pero a pesar de que ninguno se había quejado, tampoco era que estuvieran de acuerdo. Si lo aceptaron fue porque sabían que les convenía y por su propia ambición eran capaces de cualquier cosa.
Por eso es que también habían planeado el compromiso de Elisa su hija predilecta con el hijo de uno de los empresarios más reconocidos de Francia. Aún cuando eso implicaba romper el corazón de su hija menor; después de todo ella debía aprender, así fuera a la mala, que toda riqueza merecía cualquier sacrificio.
Por otra parte, la pareja de prometidos también resaltaba el tema de la nueva pareja. Ambos se encontraban comiendo en un restaurante italiano de 5 estrellas, el momento podría parecer muy romántico, si no llevaran toda la tarde discutiendo sobre sus diferentes opiniones acerca del nuevo miembro de la familia.
- ¿Pero es que qué te puede agradar de ese hombre? - cuestionaba Bastian - ni siquiera es capaz de mantener la compostura ante la mirada de los demás -
- Tampoco exageres Bany - movió sus manos restándole importancia - si solo fue un beso -
- ¡¿Un beso? ¡Casi se la come viva! - se exaspera - ¿Y qué me dices de la mordida que le dio en la oreja? -
- Solo es un juego sexual, cualquiera lo hace, hasta tú - le lanza una mirada sugestiva
- Si pero no en público - insiste
- ¡Ay bueno ya! ¿Por qué tanta preocupación por mi hermana, a qué le temes realmente? - lo cuestiono despectiva
- A nada, solo no quiero que termine afectando a tu familia, que pronto será mía - intentó excusarse
- ¿A mi familia, o a Maia? - lo interrogó
- Bueno, Maia también es parte de tu familia así que también está incluida - desvío la mirada
"Cómo si te importara lo que le pase a tu hermana"_ se queja en su mente.
La verdad es que ni él mismo sabía por qué le preocupaba tanto. Desde que vio a ese tal Kader no le agradó para nada, había algo en él que le creaba desconfianza y no podía sacarse de la cabeza que ya lo había visto en alguna parte. Además, desde que había llegado Maia solo sabía hablar de él. Que cuando lo conocí en Florecía, que lo extrañé cuando se fue a Asia, que es todo un máster en su empresa, que casi se vuelve loca cuando regresó, que como le pidió que fuera su novia, que estaba muy enamorada de él y quien sabe cuantas estupideces más.
Y lo peor es que siempre terminaba enojada con él por defender a su novio, bastaba con que le mencionara algo que no le agradará y no tardaba en sacar las garras. Ya ni siquiera le hablaba como antes, aunque a veces se comportaba extraña, de momentos se ponía cariñosa, amable y hasta coqueta con él y de pronto se ponía seria y nostálgica como si se arrepintiera de tratarlo así. Y de la nada lo evitaba a toda costa. No tenía idea de que le había hecho ese tipo a su casi hermanita, pero no le gustaba para nada. Aunque ya se encargaría él de encontrarle algo lo suficientemente malo como para desilusionarla y alejarla de ese sinvergüenza antes de que le hiciera daño.