Cuando me desperté vi como el sol pasaba por la ventana, era hermoso, jamás había visto algo igual, volteé a ver el reloj, eran las 8:53 am...
─¡8:53! ─grite, mientras me levantaba y tiraba las sabanas al piso, ya era demasiado tarde pero no imposible, tenía que llegar a la escuela. Me cambie me puse unos pantalones de mezclilla y una playera azul con rayas horizontales grises; baje las escaleras y me di cuenta de que no me había peinado, pase mi mano por mi cabello castaño claro y por primera vez no estaba tan enredado, así que me sujete el pelo en una coleta. Me acerqué al espejo para poder ver que tal estaba y pude ver mis ojos de color café claro con toques rojizos.
─¡Mamá! ¡ya me voy a la escuela se me hizo tarde! ─grite mientras corría a la puerta.
─Espera mínimo come un pan y te vas en la bicicleta ─dijo mi mamá con esa mirada tan dulce, como un niño que le pedía a sus papás que le compre un juguete caro.
─Bueno, está bien ─tomé el pan, lo sentí, era suave, estaba esponjoso y caliente, «recién hecho» pensé. Agarre la bicicleta que estaba en el patio trasero y cuando abrí la puerta me encuentro con una ola de frío, «sorpresa, está nevando», en esta ciudad es muy común que nieve y más ahora que estamos en diciembre. «¿Qué paso con el hermoso sol de la mañana?» pensé. Volteo al cielo y claro ahí estaba solo que ahora se encontraba tapado por las nubes de nieve.
No me importó el frío y me fui. Estuve así por unas casas más adelante y me detuve en una casa, era bonita, grande y era de las únicas casas de toda Greca que había visto así.
Greca es la ciudad donde vivo, fue una de las ciudades que más sufrieron durante la guerra, así que era difícil encontrar una casa bonita. Esa era la casa más linda que había visto, de un bonito color amarillo pastel. De repente vi a unos niños que salían de esa casa; en su rostro no pintaban una cara feliz, sino que más bien estaban llorando; los niños eran hermosos, un niño y una niña, ella traía un vestido azul con unas coletas con un listón rojo, su color de pelo era rubio y tenía los ojos de color... «mis lentes» me dije, saque de mi mochila los lentes de nerd que uso, cuadrados, color negro, me los pongo y veo de nuevo a la niña, sus ojos eran grises azulados, «no estaba tan lejos» pensé e hice una sonrisa en modo de saludo, el niño igual rubio, rizado y sus ojos grises azulados con los ojos rojos por la acción de a ver llorado, vestía una playera rojo carmesí y un pantalón negro; me dio tanta ternura y rabia ver a los niños, no me importaba si llegaba tarde al colegio mientras pudiera ayudar a estos niños era feliz, aunque hoy fuese la ceremonia.
Me acerqué con la bicicleta y de la puerta salía una señora, creo que era su mamá, ya que su cabellera era larga y rubia, la mujer era hermosa y me di cuenta de que también lloraba. Cuando me acerque más vi que de la casa salían unos hombres de blanco con una camilla, en ella se podía ver a un hombre de barba, tapado con una sábana a la mitad, los hombres que son paramédicos lo cubrieron por completo y me di cuenta de que aquel hombre era Sebastián, el mejor amigo de toda la vida de mi papá. Sebastián estaba muerto y en ese momento comprendí porque lloraban: acababa de perder a su esposo y papá de sus hijos. Ellos lloraban y trataban de abrazarlo, pero los paramédicos los detenían.
Me acerqué más a la familia de Sebastián y les di un fuerte abrazo.
─Mi papá, era su mejor amigo ─digo, la mujer me miro con extrañeza.
─¿Tu eres la hija de Charlie? ─me pregunto la mujer llorando.
─Sí, mi papá también murió y ahora lo extraño más que nunca, yo tenía su edad ─dije señalando a los niños─. Cuando mi padre murió ─continúe─. Lo extraño ─se me quebró la voz y se me salieron las lágrimas. La mujer me abrazo.
─Yo también extraño a tu padre, ahora mi gran amor murió y mis bebes... ─la mujer comenzó a llorar de nuevo─. Ahora no tendrán a quien abrazar, salvo de mi ─dijo mientras metía a sus hijos hacia la puerta, con la mirada perdida en la ambulancia que ya estaba algo lejos.
─Me llamo Eliza ─conteste por fin.
─Me llamo Alison ─comenzó la mujer aun pérdida en la ambulancia─. Será mejor que entremos y tú de seguro tiene que ir a la escuela, espero verte algún día más ─se despidió mientras cerraba la puerta de madera.
─Adiós señora Alison, espero verla pronto ─susurré y escuché una puerta que abrían, era un chico que iba en el salón al lado del mío en el colegio, como era nuevo ciclo, de seguro nos cambiarían a ambos, no pude evitar notar que también se le hizo tarde. Pero mi atención estaba en algo más, me di cuenta de algo extraño, miré el reloj muy fijamente y vi como cambiaba la hora, se retrasaba. «¿Qué le sucede a este reloj?» me pregunté, cuando volteé a ver de nuevo al chico este apenas iba saliendo y la señora Alison apenas cerraba la puerta de su casa, volteé a todo mundo y donde antes estaba un señor cerca de un poste, ahora apenas iba pasando junto a él.