Su boca y ojos pegados, la piel pálida de su rostro y manos, su pelo castaño arreglado lo hacían ver sereno.
Su cuerpo tenso dentro de ese cajón lograba que la culpa fuera más grande.
La mirada fija de Margot sobre el cuerpo de Caleb logró llamar la atención de Alex, provocando que ella se acerque.
- eh, ¿quieres que nos vayamos?- murmuró Alex.
Margot negó con la cabeza mientras sus ojos se cargaban de lágrimas.
- Fue mi culpa - susurró Margot
- Claro que no, no podíamos saber que esto pasaría- intento calmarla mientras negaba.
Margot no respondió, sabía que si le decía a Alex que había visto la muerte de Caleb mucho antes,la tomaría por loca.
Cuando todos se fueron, Margot se quedó un poco más observandolo,necesitaba respuestas,¿cómo era posible que predijera la muerte de Caleb?.
Se acercó con miedo hasta el cajón, estiró su mano posandola en su mejilla.
- Lo siento- susurro para luego dar media vuelta e irse con lágrimas en los ojos.
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Estaba sola en su casa, con la tv encendida disfrutando de su serie favorita.
Se sobresalto al escuchar la puerta de la habitación de enfrente, perteneciente a su madre, estallar contra la pared.
Acto seguido, con el corazón en la boca, se levantó de la cama, subió el volumen de la tv al escuchar aquel impactante sonido y comenzó a acercarse lentamente.
El ruido de pasos hizo que se detuviera al instante frente a su puerta y dudará de continuar. La pasos continuaron escuchandose por la habitación de al lado en donde el piso bajo sus pies comenzó a temblar logrando que ella de un salto se volviera a acostar. Se cubrió con las frazadas hasta la cabeza y comenzó a recitar el padre nuestro esperando que aquello que ocurría cesara.
Esa misma noche cuando todos dormían, Margot intentaba conciliar el sueño luego del escalofriante momento que había vivido aquella tarde.
La casa permanecía en silencio, cuando el ruido de una pesada silla siendo arrastrada, lo arruinó.
En estado de shock, todavía acostada, siguió escuchando los ruidos provenientes del piso de abajo. Cerró los ojos en un intento de ignorarlo, los latidos acelerados de su corazón retumbaban en sus oídos y el miedo invadió su cuerpo.
En un intento desesperado de detener aquello, comenzó a recitar, nuevamente, el Padre Nuestro. Las palabras en su mente se hacían difíciles de pronunciar.
Sus manos temblaban bajo la almohada y sudor frío comenzó a recorrer todo su cuerpo.
El ruido de las sillas cesaron y fueron reemplazados por pasos pesados provenientes de la habitación de al lado, los cuales comenzaron a escucharse más cerca hasta detenerse frente a su puerta. Pego sus rodillas al pecho y oculto su rostro entre ellas tratando de ignorar aquello que pasaba.
Levantó la mirada al notar el silencio, al hacerlo vio al mismo hombre del columpio frente a ella señalando debajo de la cama.
Su cuerpo comenzó a temblar sin poder reaccionar, rápidamente estiró su brazo y encendió el velador logrando así que aquel hombre desapareciera.