Capítulo 10: El Rechazo
MIKHAIL.
Para mí existen dos clases de personas, las que siguen las reglas al pie de la letra sacrificando grandes oportunidades solo por miedo y las arriesgadas, con personalidad, un carácter fuerte y sentimientos completamente genuinos.
Por supuesto, Kathleen era del tipo de personas que te sorprenden en cada acción que sobresale de sus poros.
El idiota de su amigo había estrellado su motocicleta de juguete contra mi camioneta. La única cosa que había comprado con mi propio dinero, por lo tanto se había sentido como un golpe bajo para mi persona. Su rostro encendido en fuego cuando le pregunté a su amigo con que pensaba pagar los daños cometido, fue una expresión que realmente me causó gracia, pero luego un fuego dentro de mi creció en el momento en el que de sus suaves labios había salido que ella iba a hacerse responsable.
Oh, claro que vas a hacerte responsable, Ninfa.
Me encuentro con Des en la piscina del hotel que mi madre había abierto recientemente. Mi madre era una mujer prepotente, fría y calculadora, no existía nada sobre esta tierra que ella no pudiese controlar, así era ella. Por otro lado, mi relación con ella era básicamente simbiótica. Yo me beneficiaba de los ingresos del hogar y ella contaba con mi silencio ante cada paso que diese.
Con Micah pasaba de la misma manera, ninguno de los dos conocía esa relación maternal de una madre a su hijo, y a mi parecer el pobre Mickey iba por el mismo viejo camino que nosotros dos.
Des juega con su teléfono manteniendo su mirada clavada en la pantalla mientras una chica morena le hace un masaje en los hombros. Me estiro sobre la tumbona, buscando algo de sol que beneficie mi bronceado, cierro mis ojos, recordando los suaves y deliciosos labios de Kathleen. Oh vamos, era la niñera de Mickey, debo mantenerme enfocado. Diría que sus labios es lo más atractivo de su rostro, además que cada vez que estaba cerca de ella no podía resistirme en besarlos, tocarlos, morderlos. Era una de las razones por la cual la había besado en esta misma piscina aquella noche y joder, que se había sentido bien.
— Deja de pensar en la niñera, princesa—murmura Des a mis espaldas. Junto mis labios y le lanzo una mirada asesina— Pero debo reconocer que su culo es...
— Des—le miro de mala manera, levantándome de la tumbona para irme a dar una ducha.
— No me digas que no le has visto el culo a la niñera, Mikhail Janssen—me dedica una mirada de incredulidad, apartando los lentes de sol que adornan su rostro.
Debía admitirlo, el culo de Kathleen era enorme, tenía un buen culo para ser una niñera.
Pero al final sigue siendo eso, la niñera de mi hermano menor.
— Des, mejor vístete que no debemos llegar tarde para la cena.
— ¿Te refieres a llegar tarde para ver a la niñera?—pregunta con una flecha que entiendo perfectamente.
— Solo vístete, idiota—replico antes de retomar mi camino a una de las habitaciones del hotel para poder darme una ducha.
La verdad es que el tenía razón. Continuaba pensando en cuál sería el castigo perfecto para Kathleen y para ser honesto, se me ocurrían muchas formas de hacerla pagar.
Desvio esos pensamientos de mi cabeza. La parte racional de mi cerebro me decía que debía mantenerme fuera de juego con respecto a la niñera, intuía que ella no era igual a las demás chicas con las que había estado, Lana por ejemplo. Ella era mi mejor amiga, la conocí cuando llegué al pueblo, su padre era uno de los socios que trabajaban para la compañía de mi madre, por lo cual mi madre siempre fue partícipe en nuestra amistad. Lana era una chica dulce, demasiado dulce, hacía lo que le dijese sin rechistar u oponerse y quizás ese era el problema, le faltaba ese deje de personalidad, de carácter tal vez, motivo por el cual no me animaba a darle esa oportunidad que tanto esperaba de mí.
Jamás me había declarado un chico de relaciones y no pensaba cambiarlo, ni ahora, ni nunca.
Por otro lado, Lana siempre estaba a mi disposición y se que aprovecharme de eso era cruel, pero algunas veces perdía la paciencia y ella prefería que me descargara sobre ella. No estaba bien y era conciente de ello pero aún así no hacía nada al respecto.
Cuando llego a casa, el vehículo de mamá está afuera lo cual me sorprendía. Por lo general desaparece durante días sin dejar rastro, según eran cuestiones de trabajo pero la duda siempre estaba allí, escondida bajo la piel. Aproveché en dejar a Des en su casa antes de venir, no lo traería a casa o al mismo lugar que Kathleen. Eso solo sería darle de qué hablar durante un mes entero. Estaciono detrás del auto de mamá y seguidamente bajo del auto.
Una ventisca de aire frío impacta contra mi cabello, desordenandolo un poco. Continuo mi camino hasta adentro de la casa en el cual el delicioso olor a carne asada me recibe cordialmente. Mi estómago ruge ruidosamente a medida que me acercaba al olor en el comedor. Observo a Jordana, nuestra ama de llaves a la cual le tenía un enorme aprecio. La veía como a una madre más que como lo que era.
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Editado: 17.11.2021