5.A comprar rosas blanca.
Suspiro por quinta vez en lo que va de mañana. El sol ya está haciendo su aparición en el cielo azul y yo estoy fuera de mi casa esperando a que aquel rubio me busque. Como este capullo me haya hecho levantar temprano para nada, os juro que le prendo el coche con fuego. Quería dormir hasta tarde y no, el tío ahora le ha dado por que yo valla a un funeral que claramente no seré bien recibida. Como dicen todos en mi colegio: los becados huelen a kilómetros.
Que gilipollez.
Pero en el fondo, muy al fondo si quiero darle el último adiós a Broy, pues siento que se lo debo. Aún me siento algo culpable de que esté muerto, por mas malo que haya sido, no se merece algo así.
Escucho como el motor de un coche hace su aparición en la calle. levanto la vista y ahí viene, el jeep negro de León. ¿Me están jodiendo? El coche aparta frente de mi, y la ventanilla del conductor baja, dejando ver el rostro de León. Puedo mirar a Marshall ir en el asiento del copiloto, este está entretenido en su móvil.
—¡Hola pequeña alana! —saluda León con su perfecta sonrisa. Marshall levanta la vista del móvil y me mira, me guiña un ojo y vuelve a fijar su vista en el móvil. Ese guiño de ojo me provocó un leve sonrojo en mis mejillas, pero aparté la vista para que ninguno de los dos me vieran. Fijandome en la izquierda visualizo la cabellera llena de rizos de Dalas, y mis ojos se abren a la par ¿Tendré que volverme a ir en las piernas de aquel loco? Me niego mil veces.
La morena llega a mi ladoy me da un sonoro beso en la mejilla, llenándome un poco de babas innecesarias. Coloco una mueca de asco mientras me limpio la mejilla con la manga de la camisa blanca del uniforme.
—Para la próxima, sin efectos acuáticos —le comento con ironía. La morena me pellizca una mejilla haciendo que yo suelte un pequeño gruñido ¡Quita esas garras, fiera! Ella se gira al coche y saluda con la mano al par que está dentro de el. Sólo León se percata de su llegada, ya que el rubio sigue de cabeza en su IPhone.
Fijo la vista en el bonito vestido negro que lleva mi amiga. Es largo hasta la rodillas y de manga larga con un estampado de pequeños lunares blancos. Lleva en sus pies unas zapatillas del mismo color del vestido y un pequeño bolso de lado igual de negro. Nunca le he visto esa ropa, se ve que es nueva, pues desprende el típico olor de una prenda sin estrenar. ¿De donde ha sacado dinero?
Vuelvo a fijar la vista en León y noto cómo los dos se miran cómplices, como si con una mirada dijeran mas de mil palabras. Eso es extraño ¿Estarán saliendo formalmente?
—Bueno señoritas, repetiremos la misma acción del otro día —el pelirrojo rompe la pequeña burbuja que habían tenido los dos haciendome fruncir el ceño por sus palabras... Oh ¡Que no me voy a ir en las piernas de ese ser, joder!
El pelirrojo viendo mi expresión coloca una sonrisa con sorna en su rostro, por lo que yo le fulmino con la mirada. Me cruzo de brazos y empiezo a negar con la cabeza repetidas veces, tanto que me provocará una tortícolis a como siga haciéndolo.
—Anda, Alana. No tenemos todo el día —la morena me toma de la mano e intenta jalarme al coche, pero yo me freno de pies y me suelto de su agarre.
—¡No me pienso ir otra vez de la misma forma, Dalas —chillo con frustración, pues ese sábado fue el peor error que he hecho, por culpa de ella es que el rubio me amenazó de decirle a mi hermano "nuestro paseo". Y tampoco sé cuales son las intensiones de Marshall con mi persona, pero por su comportamiento no me está gustando ni un pelo.
Escucho una Caravaca dentro del coche, la carcajada mas celestial que he escuchado ¡Concentrate Alana! Miro de reojo dentro del coche y veo al rubio mirarme con una sonrisa en el rostro.
—Eh, que tampoco te he mordido tan duro —mis mejillas se tiñen de rojo y quiero que la tierra me trague, la morena me mira con una ceja arqueada y yo no puedo estar mas roja. El rubio abre la puerta y se dirige a donde estoy yo. Al llegar a mi lado apenas y me Elsa, abre la puerta del conducto y extiende la palma de la mano en dirección al pelirrojo.
Este le mira confundido y Marshall rueda sus ojos grises.
Esa mirada es tan hermosa, esos ojos son los mas hermosos que he visto.
—Yo conduzco—vuelve a hacer hincapié en que le dé las llaves, después de ambos segundos de compartir mirada, el rubio suelta un sonoro suspiro. —. No la obligare a ir en mis piernas, lleva tu a Dalas.
El pelirrojo aturdido por la propuesta, asiente y se baja del coche. Marshall se monta en él y me hace una seña para que suba a su lado. Rodeo el coche y subo en el puesto que anteriormente había sido ocupado por Dalas. Una vez todos montados en el coche, Marshall pone a correr camino.
Detallo de reojo como luce: lleva una camisa negra con las mangas arremangadas hasta los codos y los dos primeros botones sin abotonar, esta se pega a su cuerpo haciéndole marcar su trabajado torso, lleva también un pantalón que se ajusta a sus piernas del mismo color de la camisa al igual que sus caros zapatos. El chico lleva una mano hasta el tablero destapando una cajita muy mona, sacando de ella unas gafas de sol que gritan lujo. Hago una mueca, pues ni aunque trabajando cuatro años nunca podría comprarme unas así, ni si quiera una imitación.