14..Lo nuestro.
Alana.
Me arrepentimiento una y mil veces de haber conocido a Marshall. Me arrepiento una y mil veces de haberme hecho su novia. Pero ya es tarde, ya no hay vuelta atrás.
Marshall es malo, y hasta ahora me doy cuenta.
Cuando llegué a mi casa el viernes, mi hermano me estaba esperando con los brazos abiertos. Su rostro lleno de preocupación se disipó cuando me fundí en su abrazo, cual necesitaba mas que a nada. Sus preguntas me atosigaron tanto, que no sabía que contestar. Y es que los nervios los tenía vivos todavía, y no me dejaban pensar con claridad.
No me dejaban mentir, como me acostumbré a hacerlo.
Al final, le dije que se me había hecho tarde en el consultorio de ortodoncia, por lo que perdí el último autobús que me traía. Es por eso que me vine en otro autobús que me dejaba cerca del vecindario, y caminé hasta llegar. Al principio mi hermano dudó de la excusa, pero por la cara de cansancio que tenía en ese momento, terminó por creerme. No sin antes, decirme que conseguirá un móvil para mi, pues así es mal fácil para comunicarnos.
La culpa me mata.
Mirco estaba con él cuando llegué a casa, y el hecho de verle me puso mas nerviosa de lo que estaba. Y es que cuando hablaba, sentía su mirada reprobatoria atravesando mi alma, exigiendo con sus ojos oscuros que dijera la verdad. Pero una vez mas mentí, y una vez mas el calló.
No se que haría sin Mirco, la verdad.
Después de eso, me di una larga ducha, relajando mi cuerpo y parte de mi alma. Mientras me bañaba, rememoricé todo lo aburrido ese día. Y por mas que me dolía y me atormentaba, tenía que recordarlo para relajar mi mente que estaba a punto de estallar, y todo por recibir tantas noticias en un sólo ratico.
Malas noticias.
Me habían secuestrado para llevarme a dios sabía donde, a utilizarme para trabajar como una mujer de la calle, una prostituta. Marshall estaba tras todo ello, pues fue el quien evitó que lo hicieran ¿Y por qué? Pues porque él era el que había mandado a hacer esa barbaridad no solo a mi, sino a otras chicas que no corrieron con mi misma suerte.
De sólo recordar eso, mi cuerpo convulsiona en sollozos, pues no quería tan siquiera ni pensar en mi destino si eso hubiera sucedido.
Escuchaba claramente como le decían señor, como le hablaban con respeto y hasta como le adoraban. Pues la puta pregunta que ronda una y otra vez en mi cabeza era ¿Quien coño era Marshall, en realidad? Un jefe, un ganster, un maldito corrupto... No lo sé, y tampoco quiero tan siquiera ni imaginarlo. Pero algo si digo y repito, nada bueno se trae Marshall, en nada bueno está Marshall.
¿En qué coño me he metido?
Mas lágrimas bajaban por mi rostro esa noche, mezclándose con el agua que bañaba mi cuerpo. No sólo por el secuestro, sino por lo que después pasó una vez, y estábamos solos.
Aun recuerdo lo que hizo en el coche, aun recuerdo su cara al hacerse lo que estaba haciéndose. Lo disfrutaba, claramente lo disfrutaba, pues sus gemidos y sus caricias en mi pierna, lo estaban llevando al éxtasis. Me sentía sucia, sentía repulsión de sólo escuchar como se daba placer el mismo, teniéndome a mi en sus piernas. Le di gracias a los cielos de que no me haya tocado, de que no me haya hecho nada que me dañara en cuerpo y alma.
Pero se que lo hará, pronto lo hará.
No le pregunté nada, no hablé nada al respecto. Porque sé y es que lo sé, que si hubiera dicho tan siquiera pío, me habría lastimado. Es por eso que callé, y me tragué todas las preguntas que mi mente tenían en ese momento, y que aún las tengo y que quiero aclarar.
De verdad que quiero aclararlas.
No le mencioné nada a Dalas. Pues así como Marshall me amenazó con matar a mi hermano si lo hacia enojar, mataría a Dalas de igual forma, y eso me mataría de culpa. Porque sería mi culpa, sólo mía.
¿Lo irónico? Es que pensé que Marshall me dejaría en paz, que pasaría mi niñateria por alto y buscaría a alguien mas. Pero me equivoqué, dios cuan equivocada estaba. El quiere algo de mi, por algo no dejó que me llevarán, y me salvó a mi de entre todas las demás. ¿Esas chicas también tendrían una relación con Marshall? ¿Acaso él hizo eso, para desacerse de nosotras? Quiero saber que piensa Marshall exactamente, quiero saber que es lo que coño quiere de mí.
Quiero saber si me querrá lastimar.
Lloré, claro que lloré. Y es que cómo no hacerlo, si casi mi vida pasaba de ser monótona, a convertirse en una depravada. En una que para muchas mujeres es el camino mas fácil, pero para otras es la única opción antes de la muerte.
Y es asqueroso sólo pensarlo.
La cara de ángel que tienen algunas personas, son mascaras para disimular su verdadero rostro, el rostro de un demonio. Marshall no es tan santo como se pinta, Marshall le rodea algo oscuro. Y es que en sus ojos se ve, esos ojos grises no todas las personas los tienen, y por algo será. El gris de su mirada es frío, y habla por si sólo. Maldad, maldad se refleja en ellos, y yo estoy en la mira de esas orbes de color terrentino.