Capitulo 3

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El timbre acaba de sonar así que voy a la parada a tomar el bus. Yo podría tener mi auto pero no quiero nada de esa gente, así es mejor. Mientras voy caminando miro como Isabella va con sus amigas muy alegre. No lo negaré, hay ocasiones en donde le tengo algo de envidia, esa tendría que ser mi vida...

Cuando era chiquita amaba correr, siempre salía al bosque por la tarde y cuando mi padre llegaba del trabajo se metía a buscarme y terminaba jugando conmigo y a la hora de la cena volvíamos a la casa.

Ahora nada es como era antes, aún no puedo comprender como todo acabó; sin darme cuenta mi familia, mi vida, desapareció.

― ¡Alaia! ―Y como siempre mi querida prima invadiendo mi espacio.

―¿Qué quieres, Isa?

―Solo vengo a decirte que ya me voy y que si ya pensaste bien y quieres ir. Mis padres se fueron hace unas hora y vienen hasta la semana que viene ―Mis padres se fueron y ni siquiera se despidieron de mí―, para que no te quedes sola.

―Mis padres.

― ¿Qué? ―me responde con confusión.

―Que ellos son mis padres, no lo tuyos. Eres mi prima, por ende ellos son tus tíos. ―Ella solo me mira con disgusto.

―Como sea. ¿Si vienes o no?

―No Isabella aquí, estoy muy bien pero muchas gracias.

―De acuerdo, nos vemos hasta mañana. No me esperes porque esta noche va a pasar algo muy importante.

―Qué bien.

― ¡Sí, lo sé! Pero ni creas que te diré qué es.

Tan solo me mantengo en silencio.

― ¡Ay! Ok, te diré pero nomás porque eres mi prima. ―Suspira―. Esta noche me encontraré con Hunter ―grita tan fuerte que me deja sorda.

―Está bien, solo cuídate.

―Lo haré primita, adiós. ―Se despide con la mano y al rato escucho como el motor de su carro arranca.

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¿No se les hace raro como de un momento a otro pueden estar súper tranquilos sin que nadie los moleste, conectados con uno mismo y de pronto todo eso se vaya al caño?

Pues sí señoras y señores, eso me acaba de pasar a mí. Resulta que me acaban de llamar del teléfono de mi querida prima que está más borracha que un oso y como no la pueden tener ahí tengo que ir yo a su rescate. Mientras más avanzo más se oye la música y desde largo puede sentir el ambiente de sexo y alcohol.

En cuanto puedo aparcar el auto salgo del mismo y voy camino a la casa. Después de luchar para poder entrar a los lejos puedo ver a Sofía y Raquel, la amigas de Isabella.

Como puedo me les acerco y les pregunto dónde se encuentra Isabella.

―No tengo ni la menor idea ―me dijo Raquel.

―Mira, debe estar en las habitaciones de arriba, ¿sí? ―dijo la otra chica y con eso se fueron contoneando sus caderas al ritmo de la música.

En cuanto me dirijo a las escaleras para ir a la parte de arriba, puedo ver a Blake de largo y lo primero que hago es esconderme detrás de una maseta y escabullirme por la parte de atrás para subir por las escaleras traseras.

Una vez puedo llegar de mi misión sana y salva, comienzo a buscar por cada una de las habitaciones y eso que son muchas.

Cuando me estoy dando por vencida y ya no puedo más, en la última habitación se escucha una risa y por más que intento no ponerle atención no lo logro.

Así que camino hacia la puerta, la entreabro y al instante me arrepiento de lo que hice.

No importa cuántas veces lo miren mis ojos, nunca lo podré borrar de mi mente. En un instante mis músculos se congelaron, mi presión subió y mi vista se nubló.

De Isabella hubiera esperado cualquier cosa, ni me asustaría que ella me lo contara, para ella el sexo es de lo más normal pero que esté en un trío con Hunter y con Giorgia… eso sí que me deja muda.

Cuando pasan por los pasillos ni se miran, en pocas palabras, no se soportan.

Como aún no me miran decido que es hora de irme, como puedo doblo mi cuerpo en total silencio y decido avanzar a la puerta pero con mi suerte mi pie se dobla al pisar un paquete plateado que lo único que se me ocurre es que es un condón pero eso no es lo importante.

―Alaia. ―En cuanto escucho mi nombre de los labios de Isabella, mi espalda se pone rígida y mis nervios aumentan al límite, por mi frente caen gotas de sudor y mi piel se eriza. Cuando creo que ya ha pasado mucho tiempo decido voltearme lentamente hasta quedar cara que cara con los tres.