Atrapada entre voces

Capítulo 8

 

     Me acerqué al estribo y empuñé varias espadas, las balanceé y sentí su peso, hasta que una me hizo sentir cómoda debido a que era especialmente ligera, no sabía cómo pero al parecer logré sujetarla de manera correcta sin que Héctor me dijera como hacerlo y él se miraba complacido y a la vez divertido.  

–Te lo dije, tienes sangre de guerrera en tus venas, aunque yo iba a sugerirte una daga en lugar de una espada para que comenzáramos –dijo con una sonrisa.

Me sentí avergonzada al darme cuenta de que había tomado las espadas sin que él me dijera que lo hiciera, había dado por sentado que practicaría con una espada al ver que Luciana lo hacía, pero luego recordé que Héctor dijo que ella debía llevar un entrenamiento más arduo, dejé el arma en su lugar e ignoré el rubor que sentía en mis mejillas.

–Toma esto –me pasó una daga que había tomado mientras yo dejaba la espada en su lugar.

Héctor me enseñó a balancearla y de qué forma debía de tomarla, también me dijo en qué puntos debía de atacar a una persona y como lanzar la daga con precisión, no dejaba de mostrarse asombrado del poco esfuerzo que me tomaba aprender y tampoco dejaba de preguntarme como lo hacía, lo cual me hizo sentir complacida, al cabo de un rato Cameron regresó por la puerta de acero pero no nos prestó atención ni a Héctor ni a mí, a cambio de eso se unió al entrenamiento de Luciana.

Después de un cansado entrenamiento, Tessa, la madre de Héctor y Marcus nos ofreció una gloriosa cena, hacía tiempo que no recordaba comer tanto y la miel en los bocadillos era deliciosa. Después de eso Héctor se ofreció en llevarme a casa, en el camino se mostró muy complacido conmigo y yo simplemente me sentía orgullosa, Héctor era una persona realmente agradable.

Cuando por fin estuve en mi habitación el sueño me tomó tan rápido que ni siquiera pude pensar en el extraño día que había pasado.

...

Al día siguiente, saliendo del instituto fui con los chicos a practicar la telepatía en el jardín floral, como siempre Héctor era el que se mostraba más comprensible, habíamos dado por sentado que sería él quien entrenaba conmigo.

–Vamos a practicar a un lugar alejado, donde los chicos no puedan molestarnos –dijo Héctor mientras me ofrecía el brazo y nos alejábamos de los demás.

–Me parece una idea perfecta –tomé su brazo.

–Incluso podríamos tomar descansos que duren más de la cuenta sin que nadie lo note.

–Tu oferta se vuelve cada vez más tentadora.

Tomada de su brazo dejé que me llevara hasta un lugar alejado de la vista de Cameron y Marcus, donde logramos practicar telepatía tranquilamente.

...

El viernes, Cameron me dijo que podía tomar ese día como un descanso, lo que fue realmente conveniente ya que esa tarde había quedado con Esmeralda de ver películas en mi casa.

Esmeralda llamó a la puerta y yo abrí, fuimos directo a mi habitación, casi no prestamos atención a la película, pero disfrutamos como nunca, reímos por todo, nos burlamos de los profesores y comimos palomitas hasta reventar, al final Esmeralda llamó a su casa para pedir permiso de quedarse a dormir en la mía, sus padres accedieron y así nuestra tarde de películas se convirtió en una fiesta de pijamas (sólo que no usábamos pijama y no era una fiesta), por un momento me permití olvidar todas las tonterías de la telepatía y que había aprendido a usar un arma, sólo entonces me di cuenta de que hacía tiempo que no me sentía tan feliz.

...

     El sábado por la tarde estaba entrenando combate cuerpo a cuerpo con Héctor en el salón de entrenamiento que era la misma habitación en la que había aprendido a usar la daga, aun no era una experta usándola, pero lo que sabía parecía ser suficiente por el momento.

Cameron no se encontraba con nosotros lo cual me daba una clase de respiro, el se comportaba especialmente hostil y discrepante conmigo y eso sólo conseguía molestarme, además, yo no era lo que se conocía como una persona agradable, siempre que tenía la oportunidad de hacerlo, le decía todo lo que me molestaba de él, su actitud, su tono de voz exasperante, la forma en que se dirigía a nosotros... básicamente todo y el era la principal razón de que me molestara venir aquí, Luciana era la otra ya que parecía encantada al hacerme sentir menos que a los demás y Marcus me parecía alguien soportable, aunque no me esforzaba mucho en entablar amistad con él, en cambio Héctor se mostraba comprensivo y amable, además siempre estaba dispuesto a escucharme, aunque cuando le hacía saber mis dudas acerca de Delidio y lo extraño que me resultaba todo esto, se negaba a responderme.

En fin, yo albergaba la idea de volver a ver a mis padres y esa esperanza me impulsaba a continuar con todas estas tonterías, cuando se ha vivido lo que yo, a veces una sola luz en el camino te impulsa a seguir adelante, eso y esta extraña presión en el pecho que me decía que continuara con esto.

Al finalizar el entrenamiento, Hector y yo fuimos al comedor, donde Tessa nos sirvió sopa de tomate, pastelillos de nuez y mucha miel, siempre había miel. 

Mas tarde Luciana y Marcus también llegaron a comer.

–Tu mamá cocina delicioso –le dije a Hector, después le di una mordida a uno de los pastelillos.

–Lo sé, ella es increíble –dijo con una sonrisa resplandeciente y yo reí.

Como si nos hubiera escuchado, Tessa salió de la cocina y nos dejo dos vasos de leche fría en la mesa para que acompañáramos los pastelillos.

–Ahí tienen chicos.

– ¿Lo ves? –Preguntó Hector–. Es asombrosa.

Tessa nos sonrió a ambos y antes de que pudiera hacer cualquier otra cosa Cameron apareció en la entrada del comedor.

Mi estómago dio un vuelco, ay, Cameron.

–Cameron, querido, has estado fuera mucho tiempo –dijo Tessa, acercándose a él.

–Luciana, tu padre quiere verte –informó Cameron, ignorando por completo el comentario de Tessa.




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