Atrápame

Capítulo 39


 


 

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Seth abrió las amplias puertas de la oficina mayor en el Centro comunitario, ahí le esperaba todo el Consejo de Ancianos reunido en torno a la mesa redonda hecha de vidrio con bordes de metal pulido. Derek le recibió con una sonrisa débil en su pálido rostro, Jeanine fue más efusiva, yendo hacia él para abrazarlo. 

Si su alfa no le hubiera ordenado acudir a esa reunión, lo más probable era que estuviera en la zona de emergencia con Reed, acosando incesantemente a Dash para que le diera de alta de una buena vez. Pero, las órdenes de Derek se seguían porque sí, y Seth era un lobo leal. 

Sin embargo, eso no quería decir que iba a bajar la cabeza frente a los ancianos que setenta y dos horas atrás quisieron saltarse la jerarquía para matar a su pareja. 

Los ocho lobos perdieron su respeto para siempre. 

—Toma asiento Seth —ordenó Derek. 

El único lugar libre estaba preparado de tal forma que él quedara justo en frente del alfa. Derek todavía seguía un poco aletargado, y contrario a las órdenes de Dash, había retomado sus tareas ni bien recobró la consciencia. Se esfumó por veinticuatro horas debido al desgaste que tuvo por crear un vínculo de sangre con Laila y curar su organismo dañado al mismo tiempo. Pero al fin de cuentas, Derek Miller estaba ahí, firme entre los viejos, el alfa era de acero y Seth se sentía orgulloso de seguirlo. 

—Creo que todos saben por qué los he llamado a una reunión. 

Los ancianos asintieron, Seth no los entendía muy bien, desde su perspectiva no veía la función que realizaban como Consejo, es decir, estaban en tiempos donde los clanes debían actualizarse o consumirse, y siendo uno de los más antiguos, los Moon Fighters eran los únicos cuyo Consejo seguía activo, todos los demás clanes de lobos los habían disuelto en pos de una mayor libertad hacia los alfas. 

—Jeanine me ha mantenido al tanto sobre lo que sucedió hace tres días, y realmente estoy muy decepcionado con ustedes. 

Los ancianos comenzaron a murmurar en voz baja, y a Seth le entró la duda de si estaba en el mismo saco. 

—Silencio —se impuso acallando las voces—. No son necesario los rumores, me tienen aquí. 

Los rostros desgastados por el paso del tiempo se miraron los unos a los otros, pasando varias veces por él y por Jeanine. A Seth poco le importaba, el enfrentamiento de esa noche fue interrumpido de buena forma, sin recurrir a la violencia y con fundamentos contundentes. 

—No tengo todo el tiempo del mundo —agregó Derek—. Expliquen de una vez, ¿cuáles fueron sus intenciones para convocar a los Defensores? 

Todas las miradas recayeron en uno de ellos, Elías Fergusson. 

—Creo que hablo por todos mis compañeros cuando digo que hemos sido muy comprensibles por las decisiones de usted. Lo hicimos cuando apareció Eleine Mirianni culpándonos de ser los causantes de su ataque, en ese caso el procedimiento debió ser reclusión por amenazas mal infundadas, sin embargo, usted la dejó libre a pesar de que ella atrajo a la policía humana a nuestro territorio. 

— ¿Tenías algo que ocultar de ellos? —Cuestionó Derek. 

—No señor, pero los humanos no tienen por qué meterse en lo nuestro. 

—Sigue. 

—En fin, toleramos ese salto, y que ahora esté trabajando para el clan y que sea la pareja de Shane... 

—Caleb —interrumpió Seth—. Su nombre ahora es Caleb. 

—Sí, sí, como sea, Caleb. No obstante, ahora otra mujer con un mayor potencial de peligro aparece, todos sabemos los actos transgresores que cometió, y lo que pudo haber pasado si eso llegaba a las manos equivocadas. Todos sabemos que ella no debe estar libre, tenemos a su víctima aquí mismo... 

—No soy invisible —replicó—. Estoy aquí, y todo este cuento ya lo sé porque yo lo viví en primera fila. Ahora, acordemos unos puntos importantes, Reed Dickson fue presionada por Adrien Renan, cambiante alfa miembro provisorio del clan Blue Storm, bajo coacción fue obligada a traicionar su palabra vendiendo información para salvar a Laila Dickson, quien es su hermana. Creo que todos estamos de acuerdo que los cachorros —sin importar de qué raza sean—, deben ser protegidos y no usados como carne de cañón. 

—Ella pudo tomar otras opciones —debatió Elías—. Tenía la posibilidad de elegir otro rumbo. 

— ¿Y arriesgarse a que mataran a Laila? 

—Bien, suficiente —intervino Derek—. Ya estoy cansado de esto. 

—Señor... 

—Quiero saber por qué el Consejo se reunió a las afueras de la zona de emergencias de Dashiell, con diez Defensores y en plan de cometer justicia por mano propia en contra de la pareja vincular de un lobo Moon Fighter, ¿es tan difícil que me expliquen eso? 

Elías se aclaró la garganta, si se encontraba nervioso, no lo demostraba. 

—El reglamento estipula el Principio de Seguridad del clan que dice... 

Derek golpeó la mesa, todos pegaron un respingo por el susto y bajaron las miradas. 

—Ya conozco ese Principio, ya di mi opinión al respecto y hemos discutido las razones por las que lo he modificado el año anterior. —Derek respiró a través de su enojo—. Si ustedes no lo siguen por tozudez, ya no es mi problema, pero aclaro que eso conlleva un debido castigo. 

—Somos el Concejo —refutó otro anciano. 

—Lo sé, pero no están exentos de derechos, obligaciones y responsabilidades para con el clan. Lo que ustedes hicieron fue saltarse la jerarquía, actuar sin mi intervención en un asunto delicado, convocar a los Defensores para un asesinato ilegítimo y presentarse exigiendo mi aparición sabiendo que estábamos con un código blanco en proceso. 

Derek respiró, apoyó las palmas sobre la superficie de la mesa, fue inevitable que el lobo se hiciera presente. 




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