Me remuevo entre las sabanas sintiendo un escalofrío en mi cuerpo.
Abro mis parpados lentamente encontrando el rostro de Michael a escasos centímetros del mío, observándome con una sonrisa demasiado traumatizante.
Un fuerte grito se escapa de mi garganta mientras comienzo a saltar intentando alejarme de ella.
-¡Mamá!- grito lo primero que se me viene a la mente- ¡No me mates!
Frunce su ceño con confusión- ¿Por qué me has dicho, mamá? ¿Tan fea soy que te asustas?
-¡¿Tu estas loca, mujer?!- chillo aun temblando por el susto- ¿Acaso quieres darme un infarto?
-Preferiría darte otras cosas- sonríe coqueta.
-Un nuevo corazón no vendría nada mal- respondo ganando un bufido de su parte- ya sabes.. por si llegas a matarme tienes otro para donarme.
Rueda sus ojos- Quería darte los buenos días.
-Esperemos que los otros sean buenos..- susurro- Esa palabra no ha sido la indicada hace minutos.
-¡Basta!- ríe gruñendo con irritación- Quería hablar contigo sobre lo de anoche..- su voz comienza a bajar transformándose en un murmullo.
-Michael- suspiro sentándome.
-No, espera.. en verdad me he equivocado al tratarte de esa manera, no busco justificar mis acciones porque no valdría de nada- responde- se que te molesta todo lo que el está haciendo y a decir verdad, a mi también. Jamás creí que volvería devuelta a lo mismo del pasado ¡ ni siquiera imaginaba volverlo a ver!
-No puedes justificar sus acciones, no tienes que normalizar esas actitudes por su parte.
Asiente en silencio.
-Soy una idiota- se lamenta posando sus manos sobre su rostro.
-Lo eres- respondo con gracia, me observa con seriedad.
-Te detesto- murmura, río abrazando su torso.
-Aun que no me quejaría si hubiese encontrado a alguien con más inteligencia- me burlo.
-Tienes suerte que te quiera lo suficiente para no cortarte la lengua.
-Por suerte sería eso y no otra cosa- elevo mis cejas con perversidad.
-¡Eres un pervertido! No cambiaría nada que lo hiciera.
-¿Por qué lo dices?- frunzo mi ceño.
-Pues.. no es que fuera tan voluminosa tu materia prima.
-¡¿Me estas diciendo...- asiente mordiéndose su labio para evitar reír.
-Has herido mis sentimientos.
-Oh- abre su boca fingiendo sorpresa- ¿Tienes sentimientos? Si creía que allí dentro habitaba tan solo un monstruo devora comida.
-¡Mira quien lo dice!
-¡Yo no me alimento tanto como tu!- se escusa.
-¿No? Eso dile a mi nevera que ha quedado vacía por culpa de cierto ente con devoción por alimentarse a altas horas de la madrugada.
-No tienes pruebas.
-¿Quieres verlas?- sonrío estirando mi brazo para alcanzar mi celular que se encontraba en la pequeña mesa de al lado de la cama.
-No creo que hayas sido capaz- musita observando mis movimientos.
-¿Esta no eres tu?- finjo confusión mostrando el vídeo que había decidido grabar al notar su ausencia por las noches- Últimamente suelo despertar en la madrugada al notar que tu no estas, pensaba que quizás te encontrabas en el baño pero una vez la curiosidad me ganó y decidí seguirte ¡y vaya que sorpresa! Mi dulce chica que en ese momento se encontraba transformada en termita devoraba todo lo que había sacado de la nevera ¡de mi nevera! Joder... al menos déjame un poco de helado, cariño.
-¡Me has grabado!
-No solo es parte de tu imaginación- respondo de forma irónica.
-¡Eres un maldito!- grita golpeando mi rostro con la almohada.
-¡Espera loca!- intente quitarle el objeto de sus manos, sin éxito.
-¡No!- gruñe.
Literalmente a gruñido como un perro.
-Por dios.. me he enamorado de una psicótica.
-¿Qué me has dicho?- pregunta estupefacta, abro mis ojos con pánico mientras me dispongo a correr lejos de sus gritos.
-¡Ven aquí mono de circo!
-¡Jamás!- grito intentando alejarme de su cuerpo que venía detrás de mi.
-No te haré nada. ¿Puedes parar un maldito segundo?- pregunta con la respiración acelerada.
-¿Podré confiar en ti..?- pregunte dudando.
Asintió posando sus manos sobre las rodillas intentando tomar aire.
-Corres muy rápido.
-Lo se- sonrío con suficiencia.
-Pero es una lastima que seas tan tonto- responde, frunzo mi ceño ante sus palabras.
-¿Por qué..- chillo al sentir su cuerpo sobre mi.
-¡Quítate, no me dejas respirar!- intento alejarla.
-¡No!- alza su voz envolviendo sus brazos alrededor de mi cuello.
-¡Eres un vaca!- me quejo- ¿Que te has comido, una casa?
-¡A tu madre!
-Entonces tendrás diarrea- me lamento.
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Editado: 01.02.2020