AURORA BOREALIS

“Ningún árbol, suele decirse, crece hasta el cielo

sin que sus raíces alcancen el infierno”.

Carl Gustav Jung

DISGREGACIÓN

La ficción teatral se desmorona en las remotas farsas de una vida,

rememorando el volumen imperfecto de escasas dimensiones

que simulaba la extraña percepción de verdad del principio vital…

Un conocimiento ofuscado que fusiona los tonos compactos

y los pausados retrocesos del ser y la frialdad de sus dilemas dilatados,

cuyas búsquedas inexplicables, inmortalizan la amargura del engaño.

Cara a cara, con millones de partículas existentes en la desadaptación absoluta,

la encrucijada impuesta tras las barreras del aislamiento individual  

obstruyen el paso del entendimiento, como una barrera de mármol invisible

que se detiene frente al pensamiento vulnerable y curioso.

La consagración instantánea abarca al taciturno espíritu

al fingir osadamente, para ocultar el ansia de desaliento

y el cruel ingenio que penetra en el arrebato del resurgimiento,

cuyos mitos elevados por una imaginación moribunda,

sólo dejan destellos silentes de las cenizas del pasado.

El humo se disipa en la sórdida atmósfera llevándose consigo

la predecible metáfora rotulada en la rutina que satura los minutos

y recorre las vías demarcadas por las persistentes agujas del reloj,

alumbrando el espiral esmerilado de la monotonía.

El polvo cubre la trayectoria esperada del tiempo, dimitiendo el desenlace escéptico de la insolencia ensordecida

y se derrumba inevitable, en el ocaso de la credulidad

tras el encarcelamiento voluntario de una realidad imaginaria,

construida por los residuos perecederos del agobio de unidades temporales,

que diminutas, marcan el retorno de una conducta constante.

Los siglos, testigos de la evolución dogmática

que aguardan en sus entrañas las concepciones secretas

de censuras e inconscientes realidades ignoradas,

advertidas por el recorrido de los enigmas del raciocinio,

y fluctuando en el solemne vacío de la pretensión.

El destierro solemne erigido en la penumbra

Cual macizo obelisco constituido en corrientes vacuas,

donde violentas turbulencias anímicas de inacabada clausura

alimentan los matices que integran los remordimientos.

Encontrar respuestas a las incógnitas refugiándose en nubes reflexivas

que naufragan en la memoria perpetua del camino de los pensamientos,

derrumbando el infierno de la humillación y los caminos inexplorados,

estableciendo el silencio del impetuoso desplome de las limitaciones

y la imperante soledad ensombrecida, hacia el despertar definitivo del olvido.

Ampliar la visión entumecida producida por la antología del entorno,

circunstancias reiterativas desarrolladas abruptamente en la simulación,

entre los surcos hambrientos de las palabras vacías y la negligencia absurda

de las máscaras hambrientas en las cavidades del vacío solitario sepultado en la nada

y la carencia de un sentido preconcebido que interroga incógnitas de voluntad.

En lo profundo de las reflexiones se integra el retumbar de los remordimientos,

con los actos irrisorios que proyectan los diferentes matices de la continuidad,

ocasionales destellos de neurosis mecanizan la defensa de la mente

cuando ésta parece desplomarse en las amorfas delimitaciones diarias.

Los elementos conjuntos en el tiempo se detienen enlazándose en su vitalidad,

las páginas de la vida cambian su posición y respiran la madurez de la compleja existencia,

en mordaz levantisco de subversión que ahoga su propio sufrimiento

en la estructura etérea de la materia que en sosiego se aproxima en la espesura

de lejanos ruidos diminutos que perdidos, liberan sin culpa su osadía.

Las expectativas de esperanza arrinconada en la bastarda dispersión fluctuante de la psiquis,

se contagia escabrosamente y sin esfuerzo, derramándose en las extensiones ajenas

como impaciente castigo perturbado de la tumba de la paciencia,

en el recóndito intercambio sin sentido, de clamores y sensaciones,