-¿Hola?- susurré nuevamente.
Me quedé en silencio un par de segundos hasta que escuché un suave murmullo.
-¿Quién está ahí?- agregué.
-¡Shhh! No hagas ruido, él puede escucharte- susurró una voz temerosa.
Me alejé un par de centímetros del respaldar, me encontraba en un tris de desconcierto. ¿Cómo era posible que alguien me contestara detrás de la cabecera de la cama? Cabe recalcar que detrás del respaldar estaba la pared, así que no tenía sentido que alguien me respondiera.
-¿De qué hablas? ¿A quién te refieres?- pregunté apoyando mi oído nuevamente en la madera.
-Ya te dije que no levantes la voz o él vendrá por ti- murmuró con una voz casi inexistente.
Me estaba empezando a asustar de verdad. Me levanté de la cama y corrí hacía afuera del cuarto, entré a la habitación de papá, pero él estaba profundamente dormido.
No tuve otra opción más que volver a mi recámara, pero tenía miedo de volver a escuchar aquella voz, quizás era un fantasma o algo así. Volví en silencio y me acosté, me cubrí con las sábanas tratando de dormir. Después de largos minutos intentándolo, lo conseguí.
Desperté muy cansada, me quedé sentada unos minutos sobre la cama pensando en si, lo que había vivido en la noche era real o sólo había sido un sueño. Me acerqué lenta y precavidamente a la cabecera de la cama, estaba apunto de golpear la madera nuevamente hasta que...
-Ruby, veo que estás despierta, cariño- dijo mi padre asomándose por la puerta.
Pegué un pequeño salto del susto y me levanté de la cama.
-Siento haberte asustado, quería saber si estabas despierta para que desayunáramos juntos- agregó-, te dejaré sola para que te arregles. Te espero abajo, he preparado unos deliciosos waffles.
Yo asentí con la cabeza y le dediqué una leve sonrisa. Papá había abandonado mi cuarto así que me arreglé un poco, me coloqué mi vestido favorito, era totalmente negro de mangas largas y tenía siete botones blancos que empezaban desde el cuello hasta mi ombligo. Dejé mi cabello rizado suelto, ya que me gustaba como se veía. Estaba por salir de mi cuarto, pero antes de hacerlo me quedé observando la cabecera de mi cama, di un profundo suspiro y cerré la puerta.
Bajé a la cocina y efectivamente papá había preparado waffles que a simple vista se veían apetitosos. Él estaba de espaldas preparando unas tostadas con mermelada.
-¡Aish!- gruñó-, olvidé comprar comida, ya se acabó hasta la mermelada- dijo mientras escarbaba con un cuchillo hasta el fondo del frasco.
Papá volteó a verme.
-Después de desayunar iré al pueblo a comprar más provisiones, ¿quieres venir?- preguntó.
Me quedé pensando un instante, esta cabaña me daba miedo y no quería quedarme sola aquí, pero también tenía la oportunidad de averiguar qué había detrás del respaldar de la cama. Así que dudando un poco negué con la cabeza. Decidí quedarme.
-¿Estás segura? Porque el pueblo está un poco lejos y no sé cuánto vaya a tardar en volver. No quiero que estés tanto tiempo sola- replicó.
Asentí dándole a entender que quería estar sola.
-Está bien- contestó con un tono de inseguridad en su voz.
Desvíe mi mirada hacia la ventana de la cocina, estaba lloviendo, el día nuevamente estaba nublado y frío. Me preguntaba si todo el tiempo que estuviera aquí los días serían tan apagados y lluviosos.
Terminamos de desayunar, papá fue por su abrigo y su billetera, me acerqué a la puerta de entrada y lo esperé ahí.
-Escucha Ruby, no sé cuánto vaya a tardar. Quiero que cierres la puerta y no le abras a absolutamente a nadie, cualquier cosa me llamas por teléfono o llamas a la policía. No vayas a irte al bosque porque es peligroso- me dijo mientras se acomodaba el saco.
Asentí nuevamente, él se agachó y me dio un beso en la frente.
-Ya me voy, cuídate cariño- añadió.
Papá salió y yo cerré la puerta detrás de él, la aseguré con llave y esperé a que él encendiera el auto y se fuera.
Me acerqué a la ventana del living y observé, unos minutos después papá se había marchado. Subí las escaleras corriendo, estaba emocionada y asustada. Quería saber si era real lo que había escuchado en la noche o si era un producto de mi imaginación. Entré a mi cuarto y cerré la puerta, respiré hondo y me armé de valor.
Me arrimé a la cama y golpeé el respaldar.
¡Tock! ¡Tock!
Nadie respondió.
-¿Hola? ¿Hay alguien ahí?- pregunté en voz alta.
No hubo respuesta...
¡Tock! ¡Tock!
Otra vez golpeé.
Se oyó un murmullo.
Se me ocurrió la idea de mover la cama, pero era muy pesada para mi, tomé todas las fuerzas que tenía y logré mover la enorme cama. Me encontré con algo súper extraño, había una pequeña y deslucida puerta incrustada en la pared.
-¿Hola?- volví a preguntar.
-Pensé que ya no querías hablar conmigo- susurró aquella voz que había escuchado la noche anterior.
-¿Por qué dices eso?- agregué.
-Porque anoche te fuiste muy asustada y no volviste a hablarme- exclamó con un tono suave.
-Lo siento, sinceramente estaba un poco espantada- confesé.
-No debes estarlo, no voy a hacerte daño- susurró.
Me quedé en silencio un par de segundos.
-¿Tú vives aquí?- pregunté curiosa.
-Sí.
-¿Cómo te llamas?
-Billy, ¿y tú?
- Yo soy Ruby.
-Es un gusto conocerte, Ruby.
- Gracias. Oye, ¿puedo hacerte una pregunta?- exclamé.
—Claro.
—¿Por qué vives detrás de las paredes?
Él se quedó en completo silencio. Estaba apunto de volver a preguntarle, pero un ruido captó mi atención.
—¿Qué ha sido ese sonido?— pregunté en voz alta.
Me levanté y coloqué la cama nuevamente en su lugar. Me acerqué sigilosamente a la puerta de mi habitación y la abrí despacio. Me agaché e intenté caminar hacia las escaleras.
Entré en pánico al ver la puerta de la entrada estaba abierta, yo la había cerrado con llave. Era más que obvio que alguien había entrado a la cabaña.