Catástrofes
Aburrido, sin nada que hacer, me pongo a revisar el Facebook para ver qué cosa interesante encuentro. La verdad es que esta red social está repleta de negatividad, gente que se pelea entre sí, noticias trágicas. Nada de felicidad.
Ingreso en el perfil de Blaide (nunca lo usa, pero quién sabe) y veo una foto de una chica de cabello largo castaño oscuro y lentes redondos, junto a mi mejor amigo. La ira y el llanto se hacen presentes. Quizás es la chica que nombró en la carta. Me quedo viendo fijamente, sin entender por qué razón sube una foto con ella y conmigo jamás lo hizo. No comprendo, ¡de verdad! Esto me causa tristeza.
En el muro escribió: «Con una queridísima amiga, Roin Stanlin, en la obra de teatro del colegio».
Y ella le respondió: «Eres un encanto. Me gusta la foto. Nos vemos bien juntos».
Cierro Facebook y pongo YouTube para escuchar música corta venas que me haga llorar. Ni siquiera puedo tararear la letra y me quedo acostado en la cama boca arriba, pensando muchas cosas.
—¡AHHHHHHHHHHHHHH! —grito fuerte y mis padres entran desesperados en mi habitación.
—Me has dado un susto de muerte Robert. ¿Qué es lo que te pasa? Has estado encerrado todo el día. Sal y disfruta con tus amigos.
—No tengo amigos.
—Tienes a Melany, Trey Martin y otras chicas, hijo.
—¡He dicho que no tengo amigos, madre! ¡Ya es suficiente! ¡Me voy!
Ninguno me detiene, tomo las llaves del auto y me voy sin rumbo, con tal de no estar en mi casa. Quizás a la misma playa donde casi me ahogo o a otra que queda más lejos.
Estoy furioso, nadie sabe lo que siento por dentro, nadie se preocupa por mi bienestar. Estoy a punto de explotar, llevar la ira hacia otro nivel. ¿Cómo es posible que se tome la maldita foto con ella? Apenas la conoce, yo tengo ocho malditos años conociéndolo, soy su paño de lágrimas, su uña, su mugre, ¡todo!
Arranco hacia el horizonte, coloco la música a todo volumen y no me importa nada. Todo es una maldita mierda. Ya quisiera fallecer y no tener que vivir. Primero me escribe una estúpida carta, donde relata su felicidad, mientras yo estoy sufriendo por él.
La carretera está vacía como la otra vez y sigo manejando en línea recta, sin desviarme del camino. No conozco muy bien la zona, ya que siempre iba pendiente del cabello de Blaide, de su idiotez y su silencio.
—¿Cómo estarás ahora, idiota? ¿Ah? ¡Eres un imbécil, Blaide Raider! ¡Te odio con toda mi alma! ¡Ojalá me pudra en el infierno, para que no tengas que verme más nunca en la vida!
Estaciono para echar gasolina, todos se me quedan viendo como si fuera la primera vez que vengo por acá ¡No me importa! Al diablo todo.
Arrancar de nuevo hacia donde el sol se oculta, voy cambiando de emisora y continúo por el canal derecho. No hay autos en la vía que vayan en mi dirección, sino en la contraria. Paso por la playa donde estuve aquella vez y veo que Trey está allí con una chica en piernas. Al menos ella está feliz. Me siento cada vez más solo.
Más allá de la playa sólo hay montañas. No hay más nada interesante. Veo una silueta a la orilla de la roca en donde estaciono, similar a la de Blaide. Cabello largo rubio, nariz perfilada, delgado y alto. Me quedo viendo al chico por unos minutos, imaginando que es él quien está allí y espera que lo abrace al menos. Pienso detenidamente si gritarle, pero caigo en cuenta que es imposible que esté aquí. Él está en otro país y ésa es la realidad.
Me siento en la roca viendo cómo se van lanzando uno a uno hasta caer en el agua. Parece divertido y emocionante, pero no quiero lanzarme, es patético.
La noche se hace larga y los minutos pasan lento. Comienzo a llorar en silencio, esperando que las gotas empañen mis mejillas. Me quedo acostado sin saber qué hacer ni para dónde ir. Sólo deseo quedarme aquí y olvidarme del mundo.
—¡Eres un idiota Blaide! Te odio demasiado.
Rompo la carta en pedacitos y la esparzo con el viento que se la lleva bien lejos. No me importa. Ya nada interesa. No volveré a verlo. Ésa es la verdad.
Ya nadie puede llamarme, ni tampoco regañarme. Mi celular ha muerto, igual que mi corazón. Juro no volver a enamorarme más y sé que estoy siendo exagerado, pero ya fui reemplazado.