Durante el verano, Anya se animó a renunciar a su trabajo. La revista acepto su renuncia como si nada dejando la puerta abierta por si quería volver. Ella estaba agradecida por dejarla quedarse aun cuando solo fue de intercambio por poco tiempo.
La reunión con su hermano mayor iba posponiéndose por causas de fuerza mayor mejor conocido por trabajo y cuidar de un bebé. Ella ya quería ver a su sobrino pero no sé atrevía a visitarlo sin avisarle. Su cuñada Violet le dijo muchas veces que no necesitaba ese nivel de cortesía siendo Anya la que retrasaba el encuentro para darles un poco de descanso. En sus palabras, cuidar de un bebé no era nada sencillo además, la otra noticia la puso innecesariamente nerviosa creyendo que podía decir un comentario fuera de lugar que los pudiera ofender. Ambos tendrían las manos muy ocupadas durante un tiempo así que no insistieron en la visita.
En esos días, decidió quedarse en el departamento de su novio. Esta vez Ryusui no comento nada ni se puso en contra, en sus palabras, con la excusa de que tenían que salir de viaje; era mejor que Anya se quedará con alguien conocido donde estudiaría con tranquilidad en lugar de una casa sola. Una tarde, Anya estaba en casa seleccionando las cosas que llevaría. Fue en uno de esos días en los que tenía tanta curiosidad que se la comía por dentro. Su papá estaba en su dormitorio haciendo las maletas mientras su mamá estaba empacando un montón de comida para enviársela a su hijo mayor.
Por alguna razón, ella saco algunas conservas entre ellas rábano curtido, el favorito de su hermano, y algo de lo que parecía kimchi casero. Lo ponía en varios recipientes mientras escribía notas para él.
— Mamá, estoy segura que no lo olvidaré. — Menciono llegando a la cocina — puedo entregarlo bien.
— No es por ti. Yuu y Violet están esperando su segundo hijo y se les antojan muchas cosas. A ambos. Solo quiero ayudarlos a sobrellevar el proceso al menos, un poco más ligero. A veces los ayudo a cuidar el bebe pero no es lo mismo. Nunca creí que vería alguien sufrir por el síndrome de Couvade.
Ah, un bebé.
Anya ya se esperaba esa noticia pero nadie los felicito. Su madre había mencionado en voz baja que debían ser cuidadosos en este trimestre por algunas cuestiones médicas. Yuu también había compartido sus preocupaciones con ellos, estaba asustado de que sus peores temores se hicieran realidad sobretodo porque salud de su esposa no fue la mejor después de tener a su primer bebé.
— Hmmm ¿Papá no sufrió contigo? Esas molestias del embarazo.
— Lo hizo pero yo no fui muy participe de ello. No se llevó todos mis malestares aunque si disminuyeron un poco. — Recordó con cierto cariño mientras guardaba la comida.
Era un tema que casi nunca mencionaban. En su familia, son tres hijos y en cada embarazo la experiencia fue distinta. Sabía bien de cuenta propia que tuvo una salud delicada y era difícil cuidar de dos niños pequeños sin ayuda además del trabajo extra que representaba tener una carrera que resaltar. Anya en algún momento de su vida pensó que se interponía en la carrera de su madre. Si no hubiera sido prematura, su crianza habría sido más fácil. Su padre participaba activamente en su crianza pero no recordaba mucho. Fueron ellos quienes se encargaron de hacerle ver que no era así y no debía poner ideas raras en su cabeza.
— Mamá... ¿Por qué la abuela no ayudo?
— ¿Qué? ¿La señora Kimi? Pero si ayudo.
— No... Hablo de tu mamá, mi otra abuela.
La sorpresa provocó que Christine soltara el frasco de conservas ensuciando la cocina. El ruido atrajo a Ryusui que se acercó a su esposa alejándola de la comida del suelo y el frasco roto. Por un microsegundo lo vio tan preocupado que parecía que su corazón salió de su cuerpo. Intercambiaron algunas palabras y la llevo a limpiarse.
Anya nunca había visto que sucediera eso. Ese era otro tema que evitaban. Y evitarlo, esa palabra, era demasiado fuerte como para englobar lo que realmente era. Solo habían crecido sin esa presencia que no se preguntaban porque fue así. Sabían que ella llegó a ese país hace muchos años por influencia de su novio de ese entonces y para cumplir sus sueños; pero nunca escucharon la verdadera razón detrás de ese viaje. No sentía que alguien como ella tomaría todos sus ahorros y viajaría al azar solo para comenzar de nuevo. No era como si el país estuviera solo a una hora de distancia o que las culturas fueran similares como para fingir que su vida no iba a cambiar día con día. Era su curiosidad la que casi lástima a su mamá. Nunca la había visto tan sorprendida, era extraño tomarla desprevenida.
Limpio y casi al terminar, Ryusui le llamo.
— Tu madre quiere hablarte.
— ¿Está enojada?
— No, solo quiere hablarte. Yo terminaré de empacar la comida. — le dijo al momento que revisaba la lista de lo que faltaba hacer.
Anya fue al dormitorio de sus padres. Allí Christine ya se había cambiado de ropa y se mostraba tan seria como siempre. Las maletas ya estaban hechas.
— Hija, ¿quieres saber algo en particular de tu abuela materna?
Le pareció extraño como se refería a ella. No como mamá o madre sino como abuela, como si fuera algo que no le perteneciera. Sabía que si preguntaba, obtendría una respuesta pero no podría ver cuán incómodo sería para ella. Se sentó a su lado.