Azul y el árbol de limón

El origen: 11 de enero de 2011

Corrían las cinco de la tarde y a la puerta habían llegado dos personas, todos nosotros con prisa corrimos hacia la ventana y sí, era una nueva pareja. Muchos discutían acerca de a quien se llevarían, quien saldría de esta casa y sobre todo quienes, y como serían aquellas personas a las que llamarían "padres", sin embargo, yo no me inmuté, habían pasado ya siete años desde que había llegado aquí y jamás corrí con la suerte de ser adoptado.

-¡Cállense todos! -Vociferó una monja del convento- Han llegado aquí al Hogar "San Nicolás" una pareja de adultos mayores, trátenlos con respeto, pues piensan llevarse a dos de ustedes.

Apenas la religiosa cerró la puerta, los gritos comenzaron a crecer. Sabía que no era mi momento ni el de Luis, lo invité a prender la radio y escuchar música, sin pensarlo dos veces aceptó. Luis y yo éramos viejos amigos de la infancia, los dos llegamos el mismo día a este orfanato y supimos que seríamos grandes amigos.

Recuerdo claramente sus caras, era un hombre muy barbudo que aparentaba ser del Litoral, cubría la mitad de su cara con el humo de su cigarrillo y una mujer que portaba un sombrero, quien nos sonreía con sutileza.

-Ya niños vengan que la pareja está por entrar -con prisa nos gritó otra monja-

Luis y yo dejamos la radio y nos acercamos a formarnos en las típicas filas que se hacía cuando llegaba alguien nuevo, casi todos sonreían, pero Luis y yo tan solo jugábamos "gallito" detrás de los otros niños.

-Hola nosotros somos la familia Gutiérrez -en voz alta hicieron la presentación los ancianos-

-Buenas tardes -respondimos-

-Estamos buscando dos niños para llevarlos a vivir a nuestra casa, somos una pareja estéril que por más que ha intentado tener hijos jamás lo hemos logrado, somos buenas personas confíen en nosotros. -exclamo el señor después de haber tirado su cigarrillo al piso-

La señora intervino:

-Nuestros nombres son: Catalina y Julián, tenemos cincuenta y tres años y los dos nacimos el mismo día, ¿acaso no es hermoso?

Disculpen a mi marido por ser tan rápido y no presentarse, así es él discúlpenlo por favor -dijo después de soltar una carcajada-

Todos sonreían, absolutamente todos. Sin embargo, yo sentía algo malo en la mirada del señor Julián, quizá avaricia, codicia, maldad... no lo sé. Luis estaba feliz al escuchar a la señora Catalina y pues no podía amargarle su tarde, así que también puse de mi parte.

El señor Julián había sido muy directo con nosotros, muchos de los niños de aquí no conocían la palabra "estéril", Luis y yo sí, ya cursábamos el primer año del institito y éramos los chicos mayores del hogar.

-Si pudiéramos nos llevaríamos a todos, pero no podemos -mencionó la señora luego de poner una cara triste- pero no se preocupen yo los visitaré...

-Rápido Catalina que se nos hace tarde -exclamó Julián con una prisa inexplicable, pues hace pocos minutos habían llegado-

-¡No exageres Julián!, bueno lo haremos así, solamente hablen de quienes son y lo que le gusta.

Todos allí jugaban futbol, absolutamente todos. Las características que dijeron ante la pareja de ancianos eran muy propias de un niño, pues eran chicos de entre cuatro y nueve años, sin embargo, ellos fueron muy sinceros y algunos se echaron a llorar a los pies de Catalina para que se los llevara, consiguiente a ello era levantado con un jalón de oreja.

Esta escena parecía a una venta de esclavos de la parte norte de África

Llegó el turno de Luis y el mío. Luis se describió de esta manera:

- Muy buenas tardes soy Luis, yo soy un chico sincero y honrado, me gusta mucho jugar basquetbol. -mi amigo estaba muy entusiasmado-

-Hasta que por fin alguien saluda, muchachos de mierda... -susurró el viejo Julián- Yo lo escuché y le tiré una mirada de odio, parecía ser el único quien lo hizo.

Mi turno había llegado y yo solo quería largarme a bañar.

-Hola, yo soy un soñador, me gusta mucho la historia y la literatura, amo leer y estudiar a América -mencioné con calma, siendo rápido pero conciso (casi siempre me describía así)-

-Si soñador cuéntame más -burlándose entre carcajadas el viejo respondió-

-No me da la maldita gana, hasta luego -respondí con voz alta y corrí hacia las duchas-. Yo sabía que eso me costaría un castigo, pero no me importaba, odiaba que se burlen de mí.

-Enano de mierda, la pagarás. -respondió ante mi comentario grosero, con el ceño fruncido y las manos cerradas.

-¡Basta Julián!, ¿acaso no ves que es un niño? -exclamó la anciana-

- Mateo quiero que te vayas a tu recamara ¡ahora! -con furia expreso una monjita-

-Si sí como diga, le respondí antes de abrir la llave de las duchas.

Todos los niños estaban completamente anonadados, sorprendidos ante lo que había ocurrido. En medio de mi ducha me puse a pensar de lo que había hecho, me sentía mal porque mis amigos no merecían presenciar esa escena, pero la señora Catalina había dicho que nos presentemos y Julián fue grosero conmigo; o al menos yo lo interpreté así.

Había pasado casi un minuto de silencio total, pero después Catalina rompió la tensión y dijo:

-Bueno ya se han presentado todos, en los días siguientes volveremos. -con vergüenza añadió ese comentario y se marchó junto a su marido.

Todos sabíamos que se habían decepcionado de nosotros, seguía sintiéndome mal, yo les había quitado la esperanza a esos niños de conseguir un hogar, aunque con la actitud de ese señor poco se deseaba ser su "hijo".

El castigo no se hizo esperar, me designaron lavar los baños hasta el día que vuelvan los señores Gutierrez y si ellos no volvían que era lo más probable, la pena se extendería por dos meses. Lo tomé con calma pues me lo merecía, Luis propuso ayudarme, por más que le dije que no, el insistió y logró ponerse los guantes y manosear los escusados conmigo.

El castigo no fue largo, aunque suene difícil de creer la señora Catalina volvió después de dos semanas con su mismo sombrero y la sonrisa que la caracterizaba.



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Editado: 16.03.2019

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