Azul y el árbol de limón

Nuestra pequeña promesa

El reloj había marcado las 4:00 AM y me fue muy difícil pegar un ojo, no podía dejar de pensar en aquello que Julián me había dicho hace pocas horas.

-Luis ya es hora, despierta.

-Joder Mati ¿no ves que hora es? ¿puedes dejarme dormir?

-Y acaso ¿no recuerdas lo que nos dijo Julián?

-Mejor dile "señor Julián" y así evitamos que te golpee -mencionó entre risas mientras se levantaba de la cama-

-No molestes Luis, aunque si me asusté. -concluí listo para ponerme la ropa-

-Pequeños ya levántense, Julián ya está listo. -desde afuera del cuarto avisó-

- Nosotros también, bueno casi nos falta cepillarnos los dientes

-Está bien, en la mesa les dejé su refrigerio para la mañana. Yo me iré a dormir, muero del sueño. -respondió Cata en medio de un bostezo muy largo-

Nos cepillamos los dientes y nos deslizamos por la manigueta de las gradas (era muy divertido), al ponernos en pie vimos al señor Julián mirando su reloj.

-Bueno nos hemos atrasado, cojan su refrigerio y los espero en el carro.

-Buenos días, está bien. -mencionamos asombrados pues hoy se notaba algo amable-

Agarramos los sándwiches y corrimos hacia el auto.

La mecánica no quedaba muy lejos, hasta se podía ir caminando. El viaje en el auto fue un poco incómodo, nadie decía una sola palabra, nosotros por temor y por qué no le interesaba hablar con nosotros.

-Vayan a lavarse la cara, aún los veo con sueño -mencionó Julián-

- ¿Dónde está el baño? -añadimos con recelo-

- Al fondo a la derecha -respondió Julián entre carcajadas-

Y no era mentira, el baño si estaba al fondo a la derecha...

El día comenzó diferente, realmente diferente, esta vez no vimos a Cata golpeada ni nada por el estilo.

-Hay mucho que hacer, tú Luis ponte a limpiar todas las herramientas y Luis me ayudará con las reparaciones.

Yo no tenía ni la más mínima idea de que era un carro, literal yo era una criatura muy alejada de la ciudad, a duras penas me había montado en un burro.

Bueno no fue tan difícil como lo pensé hasta el punto que solo tenía que pasarle las herramientas, pero un momento de alta tensión donde me pidió una "gata" y pues yo era buscando al animalito.

-Pero ¿acaso no la ves? Está en tus ojos niño –comentó Julián alzando la voz-

-Enserio no la veo señor Julián –era la primera vez que le decía así-

Solamente alzó los ojos, me empujó a un lado y agarró la "gata", quién iba a creer que esa pequeña herramienta serviría para alzar un carro en el cambio de llantas; vaya dato perturbador.

Luis se lo pasaba bien, escuchaba un mix de todo en la radio, un rato unas salsas, unas bachatas, unos vallenatos y en otro momento unos cumbiones; él estaba disfrutando lo que hacía.

Todo marchaba bien hasta que a la entrada del negocio de Julián vimos llegar a una señora alta, con cabello rubio y unas facciones faciales muy bonitas. El gesto con Julián nos dejó realmente asombrados, ella había besado a Julián y agarrado de las nalgas. Después de aquello los vimos correr hacia un cuarto que tenía Julián, al cual nos dijo que no entremos nunca, pero ellos iban a su gusto, sonriendo y tocándose, permanecieron más de una hora

-Quién diría que el viejo Julián aguantaría tanto-mencionó Luis en tono burlesco-

-Hahaha es verdad –respondí entre pequeñas risas-

Pero las cosas estaban mal, Julián había engañado a Cata, a quién le aguantaba todos sus malos ratos y sus enojos, a quién a pesar de todo estaba con él...

-Luis esto es serio, Julián acaba de engañar a Cata, -te has dado cuenta? –retomé al tema que realmente preocupaba-

-Es cierto Mati ¿qué debemos hacer?

-Primero callarnos, ella está un poco mal del corazón y no queremos que nada pase ¿cierto? –comenté en voz baja por Julián se acercaba con la rubia esa-

-Él no sabe que lo miramos, relájate. –terminó la conversación-

Total, el día se acabó muy rápido, sin embargo, no dejamos de pensar en aquello que vimos, la chica era muy linda y todo, pero se veía desde kilómetros que no valía la pena, que era una interesada y solo estaba con Julián por su dinero, ella tenía una familia o eso creíamos.

Llegamos a la casa y por turnos tomamos una ducha, fue algo muy relajante, jamás nos habíamos metido a una tina.

Aproximadamente había pasado una hora, bajamos las gradas como de costumbre (si, deslizándonos) y escuchamos un fuerte estruendo de puerta.

Julián se había marchado y había dejado llorando a Cata, quizás como de costumbre la había insultado, ella lloraba como nadie, desconsoladamente como nadie

- ¿Qué sucedió Cata? –preguntamos en coro con ansias a una respuesta-

No nos respondió y solo se levantó del suelo.

Antes de que entre al baño a "ducharse", y si entre comillas porque la anterior vez solo fue allí para seguir llorando y lamentándose por no ser suficiente, Luis y yo la agarramos del brazo y la abrazamos.

Consiguiente a ello le dijimos:

"Nosotros no te dejaremos, lo prometemos"

Sonrió con sutileza y nos apretó fuerte...

Concluimos diciendo:

Te queremos Cata...
 



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Editado: 16.03.2019

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