Bajo El Mismo Cielo

9. La Pequeña Melissa.

 

 

Abril salió de la Academia Belleza Amanecer cargando con su maletín, y una sonriente Lina le decía adiós con la mano. 

 

— ¿No me ibas a compañar? — Preguntó Marina que se acercó agarrando el maletín de sus manos.

 

— ¿Acompañarte? — Preguntó Abril y Marina asintió agarrando la mano de Abril.

 

— Venga, mi abuela te quiere conocer. — Habló Marina tirando de ella hacia el coche. 

 

— Señoritas. — Se dirigió a ellas el chofer que les abrió la puerta del vehículo, y Marina le extendió el maletín. 

 

— Marina. — La llamó Abril que se soltó de ella. — No creo que sea una buena idea. 

 

— Claro que es una buena idea. — Respondió Marina agarrando sus manos. — Le prometí a mi abuela que te llevaría. 

Abril no entendía porqué esa mujer quería conocerla, a ella, una chica de un pequeño pueblo de pescadores sitiado en una isla. 

 

 

Cuando el coche se detuvo en la entrada de la mansión de la familia García, Abril que salió del interior se quedó mirando la gran mansión. 

 

— Entremos, vamos. — La alentó Marina que caminó para dentro, siendo recibida por unas doncellas. 

 

— Hola. — Escuchó Abril la voz de una niña y al mirar a su lado encontró allí a Melissa, la hija de Harris García de cinco años. 

 

— Hola, pequeña. — La saludó Abril que se inclinó. 

 

— Te pareces a a mi mamá que se encuentra en el cielo. — Le dijo Melissa y Abril se incorporó. 

 

— ¿A tu mamá? 

 

— Sí, ¿quieres ver sus fotos? — Le preguntó la pequeña agarrando la mano de Abril. 

 

— Pero... — Dudo Abril, que solo siguió entrando en la mansión. 

 

— Melissa. — La llamó Marina, viendo que la llevaba hasta la sala donde su hermano tenía aún los recuerdos de su difunta esposa Jimena. 

 

— Déjala, ella solo quiere conocer a la hermana de su madre. — Habló una anciana, la fundadora de la Academia Belleza Amanecer. 

 

— Pero abuela, quería darle a Abril unas cosas de su hermana Jimena. — Se quejó Marina poniendo mala cara.

 

 

Abril y Melissa se detuvieron frente a una puerta doble, la niña apretaba su mano sintiendo Abril que el rostro de la pequeña le era familiar. 

 

— Mi papá guarda aquí algunas cosas de mi mamá. — Le contó la pequeña Melissa, que iba a abrir la puerta pero Abril colocó su mano sobre la de ella. 

 

— No crees entonces que es mejor no entrar, tal vez tu padre que es un monstruo se moleste. 

 

— Conmigo no se molesta mi papá. — Contestó Melissa, soltando su mano que aún mantenían juntas y abriendo la puerta. — Mamá se parece a ti. 

 

— ¿Tu mamá se parece a mí? — Preguntó Abril y la niña entró dentro de la sala, abriendo la puerta del todo para que su tía Abril entrara.

Abril lo hizo, observando en una pared un enorme cuadro de una joven. 

 

— ¿A qué es hermosa mi mamá? — Preguntó Melissa que se acercó hasta el cuadro. — Mi papá quería mucho a mi mamá. 

 

— Es muy bonita. — Le dijo Abril con una sonrisa, pensando en el presidente García, ese degenerado que la estaba acosando tenía corazón. 

 

 

El presidente García salió de su coche abrochándose la chaqueta y caminando hacia dentro de la mansión García, siendo seguido por Sebastián. 

 

— Señor presidente. — Le llamó su asistente que caminó detrás de él. 

 

— Harris. — Fue llamado por su abuela que bajaba unas escaleras y él se detuvo al verla. 

 

— Abuela. — Inclinó Harris la cabeza, al igual que su asistente. 

 

— Señora García. — Dijo Sebastián y la anciana sonrió. 

 

— No deberías de estar aquí. — Se dirigió la abuela a su nieto. 

 

— Eso mismo le he dicho yo, señora, pero su nieto siempre hace lo que quiere. — Habló Sebastián con las confianza que tenía en la familia, porqué antes de ser el asistente de Harris era su amigo. 

 

— He venido a ver a Melissa. — Contestó Harris, echando una mirada a su asistente que se subió las gafas, prefiriendo no decir nada. 

 

— Melissa se encuentra con Abril, deberías dejarlas solas. — Le aconsejó su abuela. 

 

— No deja de molestar a Abril con regalos, abuela. — Escucharon a Marina que se acercó hasta su hermano y este le sonrió. 

 

— Iré a ver a mi hija. — Habló Harris marchándose y Sebastián se inclinó. 

 

— Lo lamento, señora. — Se disculpó por su presidente. 

 

— No tienes que disculparse por mi nieto. — Suspiro la abuela. — Mejor acompañame hasta el salón, mandaré a que nos traigan unos cafés. 

 

— Uy, un café se lo agradecería mucho. — Contestó Sebastián que se agarró las manos y la abuela se rió. 

 

— Me podrías hablar de su boda, Sebastián. — Dijo la abuela y él asintió. 

 

— Tampoco no hay mucho que contar. — Contestó Sebastián, subiendo sus gafas mientras caminaron para el salón. 

 

— Abuela... — Marina caminó detrás de ellos. 

 

 

Abril miraba el cuadro de Jimena, mirando su propio rostro en un pequeño espejo que Melissa le entregó. 

 

— Lo ves, te pareces a mi mamá. — Dijo la niña y Abril observó de nuevo el cuadro, los rasgos de esa chica le resultaban familiares y no por parecerse a ella. 

 

— Muchas personas se parece. — Pronunció Abril apretando el espejo entre sus manos. 

 

— El conejito se encuentra en la mansión García. — Escuchó Abril tras ella a Harris y la chica se dio la vuelta mirándolo. 

 

— No era mi intención estar aquí. — Se defendió Abril, inflando sus mofletes y Harris le dio con el dedo índice en la punta de la nariz. 



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 23.08.2021

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