Alan
La vida enserio era una total incógnita, un minuto estabas vivo y al otro podías estar muerto, en un instante te reías a lo grande y al otro estabas a punto de colapsar por no saber que contestar a algo que nunca debió descubrirse, éramos marionetas de un juego del que no teníamos idea, intentábamos llevar una escena a cabo sin conocer el guion, y esta escena jamás me la había Imaginado
-Alan te lo pido, dime quién te hizo esto, me interrumpió
-Leah, y-yo no sé que decirte
-solo la verdad y ya
Como si fuera tan fácil y tal vez me juzgarían por cobarde, pero hice lo que mejor sabía hacer: ponerme mascaras
-te propongo algo, dejemos el tema así y dentro de un mes te diré la verdad
Lo dije con voz serena, con un semblante serio como si nada de esto me afectara, sonreí como venía haciendo, le revolqué un poco el cabello y seguí insistiendo
-¿Qué dice señorita acepta el trato?
Ella suspiro y me apunto con su dedo mientras se ponía la otra mano en la cintura
-mira Alan, aunque tengo el presentimiento de que no me vas a decir nada voy a seguirte la cuerda y decirte que acepto, en lo que si voy a tener que insistir es en que visites a un psicólogo
-Leah no te pongas a sobre analizar las cosas esto es culpa mía, no necesito ningún psicólogo
-mira podrás ser muy príncipe y todo, podrás seguir como si nada de esto te importara, pero yo vi cómo te afecto cuando Jared menciono esos golpes y vi lo nervioso que estabas hace uno segundo, así que deja de engañarte y habla con alguien que te ayude a desenredar todo lo que guardas en esa cabeza
Iba a replicar, pero antes de que pudiera hacerlo su voz mandona me interrumpió
-no se quien más sepa de eso ni si ellos son los que te hayan llenado la cabeza de burradas como “es culpa mía”, pero yo si te voy a decir la verdad, aunque no seas de mi total agrado nadie merece recibir esos golpes, nadie tiene porque dejar ir su alegría cada que llega un tema, nadie tiene porque echarse la culpa por un golpe o por una herida, así que quieras o no me voy a encargar de esa cita con un psicólogo
Abrí mi boca y la volví a cerrar, que decía ¿gracias?, gracias por no insistir en saber la verdad, gracias por no creer que me merezco estos golpes, gracias por defenderme, gracias por preocuparte por mi
Al ver que yo estaba sin palabras, Leah decidió llenar el silencio
-por hoy dejemos el tema así y nos vamosq ue llegamos a tarde a donde sea que tengamos que ir
-de hecho venía a decirte que el viaje se pospuso unas semanas
-¿Cuanto es exactamente unas semanas?
-dos, dije mostrándole dos de mis dedos
-ustedes encerio no pueden tener palabra
Sonreí como un angelito y salí del cuarto
Durante el resto de los días estuve muy concentrado en mis estudios aunque aprovechaba en los ratos libres para hablar con Leah y según yo nuestra relación iba mejorando.
Cuando por fin llego el día del viaje me organice como de costumbre, pero elegí un traje menos formal eran unos vaqueros y una camisa blanca con un adorno familiar y es que cuando estaba más pequeño una modista me pidió que le diera una figura y un tipo de piedras, yo acababa de leer la bella y la bestia así que pedí una rosa de rubíes y hasta el día de hoy ese era mi adorno personal.
Llegue a el cuarto de Leah y di tres golpes
-contraseña, pidió
-ummm, la monarquía es un asco
Ella se rió y abrió la puerta me saludo con la mano y volvió a sentarse en la cama para ponerse los tenis, llevaba unos pantalones lila con una camisa corta del mismo color estampada con mariposas, antes de que se parara se me ocurrió una idea, así que decidí probar suerte sonreí y le estire la mano, ella pareció dudar, pero al final acepto y me tomo agarrado.
Caminamos unos cuantos segundos así, hasta que se escucharon pasos y ella me soltó de golpe, casi pregunto porque lo había hecho, pero entonces caí en cuenta de que aquí ambos jugábamos el papel príncipe-secretaria nada más, me obligue a sonreí y salude a la mucama que pasaba
Triste porque ya no están cogidos de la mano
Tu cállate
Eso me dice todo, necesito que esa chica este más cerca a ver si me tratas mejor
Ojalá existiera una forma de callarte, lástima que la magia este prohibida
Ya hasta me quieres silenciar, malagradecido
Nos despedimos de nuestros padres y subimos al carruaje, cerré la puerta que nos conectaba con el chofer y saqué un libro de mi mochila
-es el de las piedras preciosas que no pudiste leer la vez anterior, dije un poco suave
Leah lo tomo en sus manos un poco sorprendida
-¿no se supone que está prohibido sacar libros de la biblioteca?
-no si no saben que lo sacaste
Ella abrió todavía más los ojos
-lo robaste, acuso sorprendida
Negué frenético con la cabeza
-lo tome prestado, después que descubras lo que necesites saber sobre esa tal Durus lo regresare, además dentro de poco las ordenes vendrán de mí y hare que los libros sean accesibles para todos
-es una idea increíble, concedió Leah mientras sonreía
Era rara la vez que se permitía sonreír delante de mí, normalmente estaba alegando de porque la monarquía no merecía vivir o centrada en su propio mundo.
- ¿Por qué no sonríes más a menudo? Solté sin más y ella volvió a su estado normal
Tal vez debí haberme quedado callado
-no estoy acostumbrada a sonreírle a algo diferente a mis libros, además dicen que muchas personas se enamoran de una sonrisa y no correré el riesgo de que enamores de mi
- ¿Por qué te da tanto miedo que eso pase? Te lo escuchado decir un montón de veces
-porque eso no debe pasar, somos como el blanco y el negro, el día y la noche, solo crearíamos un desastre, y teniendo en cuenta que podemos morir en cualquier momento debemos aprovechar cada minuto de paz que tenemos y no desperdiciarlos en solucionar desastres como esos, si la reina se entretuviera en cosas como el amor nunca llegaría el jaque mate, porque temería destruir a su contrincante