Abro los ojos lentamente y, para mi sorpresa, me encuentro cara a cara con Derek. Su rostro está a solo unos centímetros del mío, y su expresión mezcla preocupación con una intensidad que me desarma. Nuestras miradas se encuentran en un silencio cargado, mientras sus manos siguen aferradas a mi cintura. El roce de su cuerpo contra el mío me hace sentir un calor inesperado, y mi corazón late con tal fuerza que temo que él pueda escucharlo.
—¿Estás bien? —pregunta con voz suave y grave, sus ojos están fijos en los míos como si intentara leer mis pensamientos.
El tiempo parece detenerse mientras estamos tan cerca. La proximidad de su cuerpo me envuelve y me hace sentir atrapada en su mirada.
—Sí... gracias —respondo con mi voz temblando ligeramente mientras intento recobrar la compostura. Mis mejillas se tiñen de un rubor sutil por la proximidad.
Él me sostiene por un segundo más antes de soltarme lentamente, asegurándose de que esté estable. Me enderezo sintiendo el calor de la cercanía y la palpitación de mi corazón aún está acelerada. No puedo descifrar su expresión, y eso me asusta.
—No puedo evitar encontrarme contigo en los momentos más inesperados —dice con una sonrisa suave, como si disfrutara de la situación.
Mi sorpresa se convierte en una mezcla de molestia y frustración. ¿Por qué siempre aparece en el momento menos conveniente?
—¿Es que eres un acosador o qué? —respondo levantando la voz mientras cruzo los brazos—. ¿Acaso me estás siguiendo?
La risa de Derek es inesperada, resonando con una mezcla de sorpresa y diversión.
—¿Acosador? —replica todavía riendo— Solo disfruto de las ocasiones en que las chicas se encuentran conmigo, me acusan, y luego terminan cayendo en mis brazos.
—No tengo tiempo para tus juegos —digo y me retiro dejándolo solo, antes de desaparecer giro para verlo y me encuentro con su mirada penetrante.
Ese hombre tiene algo que hace que mi piel se erice y me sienta extraña. Llego al lado de Denisse y me mira con el ceño fruncido.
—¿Dónde estabas? —pregunta con voz susurrante.
—Me encontré con un acosador —respondo recordando a Derek y sin darme cuenta una ligera sonrisa se dibuja en mis labios—. Pero no te preocupes, no parece peligroso —Denisse sonríe negando con la cabeza.
—Si sigues sonriendo así, pensaré que te gustó el acosador —bromea en voz baja, dándome un codazo suave.
—¡Por favor! —respondo, tratando de sonar convincente, aunque una parte de mí no puede dejar de pensar en la intensidad de la mirada de Derek.
Intento concentrarme en el evento, pero mi mente se ve constantemente arrastrada hacia un rincón oscuro de mis pensamientos. Cada vez que siento su mirada sobre mí, es como si un peso invisible se posara sobre mis hombros. Me esfuerzo por mantener el foco en lo que estoy haciendo, pero mis ojos traicionan mi voluntad, buscándolo entre la multitud.
Cada vez que nuestras miradas se cruzan, un escalofrío recorre mi espalda, erizando mi piel. Es como si una corriente eléctrica nos conectara, un lazo invisible que desafía cualquier intento de ignorarlo. Aunque trato de desviar la vista con rapidez, el calor de su mirada y la sensación que deja permanecen conmigo, envolviéndome.
—Luna, ¿estás bien? —pregunta Denisse, notando mi distracción.
—Sí, solo... solo estoy un poco cansada —miento, desviando la mirada hacia el escenario donde un hombre está dando un discurso.
El evento continúa, y trato de centrarme en mis tareas, asegurándome de que todo esté en orden. Finalmente, el evento llega a su fin, y los invitados comienzan a despedirse. Respiro aliviada, esperando que con el final del evento también llegue el final de esta extraña sensación que Derek ha despertado en mí.
—No es por alabarnos, pero hicimos un buen trabajo hoy —dice Denisse mientras nos dirigimos hacia la salida—. Todo salió perfecto.
—Sí, fue un buen evento —respondo contenta—. Vamos a casa, necesito una ducha y olvidarme de todo esto.
El claxon de un auto me hace brincar.
—Lo siento, pero ya vinieron por mí. ¿No te molesta ir sola a casa, verdad? —pregunta con una sonrisa y niego con la cabeza.
—Ve a divertirte, solo ten cuidado y nos vemos en casa.
—Sí, mamá —responde Denisse en tono juguetón y se aleja subiendo al auto. Me pregunto cuando conoceré a su novio misterioso.
Me quedo ahí un momento, observando cómo los últimos invitados se marchan, cuando de repente siento la vibración de mi teléfono en el bolsillo. Al ver el nombre de Evelyn en la pantalla, un mal presentimiento se apodera de mí.
—¿Evelyn? —respondo, tratando de mantener la calma, aunque ya puedo sentir la tensión en mi voz.
—Luna… es tu mamá —la voz de Evelyn suena quebrada al otro lado de la línea—. Está enferma… muy enferma. La han internado en el hospital del pueblo.
El mundo a mi alrededor parece detenerse. El aire se vuelve pesado, y un frío extraño se apodera de mí.
—¿Qué? ¿Qué le pasó? —pregunto con urgencia, mi voz apenas un susurro. El pánico empieza a apoderarse de mí mientras intento procesar lo que está sucediendo.