Bajo mi piel

Capítulo uno.

—¡Tienes que estar bromeando! —Abigail Woods miró a su mejor amiga Kerry Lenox cómo si quisiera arrancarle los ojos y luego comérselos.

 

—¡Lo siento, lo siento! Te juro que no sabía que él estaría aquí —con un gemido de frustración Abby se lanzó sobre la cama de Kerry y sostuvo una almohada contra su cara antes de soltar un grito desgarrador. Luego se levantó más frustrada que antes y le soltó otra mirada asesina a su amiga. Kerry era una hermosa mujer de piel oscura, cabello rizado indomable y ojos de un extraño color gris. Era más pequeña que Abby que media 1,50 pero sabía ocultarlo muy bien usando zapatos con plataforma las 24 horas del día, ya que según ella no quería ser del tamaño de un duende.

 

—¡No iré con él a ninguna parte! —gritó casi histérica, porque justo en ese momento Damián Pontis bajaba del auto y entraba en la casa de Kerry junto con Adrián Reynolds y Louis Clinton.

 

No debería importarle.

 

Pero Damián era un dolor en su trasero.

 

Un demonio en el cuerpo de un chico.

 

También era su despreciable ex novio.

 

—¡Vamos Abs! ¿Desde hace cuánto no se dirigen la palabra? ¿Dos meses?

 

—Tres. Y la última vez que se atrevió a hablarme fue en la fiesta de Roxanne para decirme que me alejara de un chico con el que estaba hablando —Abby suspiró irritada. Estaba teniendo una rabieta y siendo una enorme bebé, lo sabía y no le importaba porque cuándo era sobre Damián todo era justificable.

 

—Y las pagó caro ¿No es así? —Kerry se burló mientras trataba de cerrar una de las maletas sobre su cama que estaban hasta el tope.

 

—Por supuesto que sí —Abby recordó perfectamente haberle gritado frente a todos sus amigos que él no era nadie para decirle qué hacer o con quién hablar, luego le había dado un golpe en la entrepierna con todas sus fuerzas —Kerry, cariño ¿Cuánto tiempo crees que estaremos fuera? Sólo serán dos semanas, no dos meses ¿Necesitas toda esa ropa?

 

—Eso lo sé bien, sólo soy precavida ¿si? Además, nunca sabes cuando necesitas un cambio de emergencia —dijo ella moviéndose en su habitación para empacar otra maleta llena de perfumes y botellas de crema hidratante.

 

—Bueno, espero que también sepas que vamos a una hacienda. No a la semana de la moda en París —Abby hizo una mueca cuándo Kerry juntó sus dos enormes maletas color malva y un pequeño bolso de maquillaje ¿Para quién se pondría maquillaje? ¿para los caballos? No era cómo si quisiera preguntar de todos modos.

 

—Parece que no te he enseñado nada, Abby, la semana de la moda es en New York —dijo distraídamente mientras acomodaba su cabello frente a uno de sus miles de espejos.

 

Los padres de Kerry tenían mucho dinero y muchos amigos con demasiadas propiedades como para ser contadas. Lucas Garroway era el propietario de la hacienda St Anne al sur de Tennessee, tenía un hijo llamado Joshua quién estaba babeando por Kerry desde hace un tiempo y cómo acababa de llegar el verano y aún no había planes concretos para hacer algo realmente divertido, Kerry consiguió estadía completamente gratis en una de las haciendas más grandes del estado. Al principio estaban un poco indecisos porque no tenían ni idea de qué demonios podrían hacer en un lugar cómo ese para no aburrirse.

 

Hasta que Kerry les mostró cómo parrandean los vaqueros.

 

Y además de las increíbles reservas de alcohol en las fiestas, los hombres eran probablemente la novena maravilla del mundo. Claro, después del bolso nuevo Channel de Kerry.

 

—Oye, él sigue siendo amigo de Louis y sólo Dios sabe que aún estoy intentando que ese chico me quiera ¡He llegado a pensar que es gay! Porque, Dios, ningún hombre se ha resistido a mis encantos por tanto tiempo ¿cómo es que fue capaz de ignorarme en aquella fiesta en casa de Daniel? ¿En serio? ¡Hola! Estaba en mi traje de baño atrapa-hombres y aún así el idiota no bajó su mirada de mis ojos ¡agh! Es tan molesto.

 

—¿Cuándo te vas a rendir con eso, Ker? —preguntó ella mirando sus uñas con fastidio.

 

—Nunca ¿entiendes? N-u-n-c-a. Ese chico va a caer a mis pies cómo cualquier otro idiota de la universidad —Abby suspiró y rodó los ojos ¿La cosa irritante de Kerry? Era tan caprichosa que a veces se volvía insoportable, pero no era nada que Abby no hubiera visto ya. Ellas eran amigas desde los cinco, cuándo sus padres las llevaron a ambas a una clase de equitación, Kerry estaba siendo tan presumida cómo siempre y Abigail no se tomaba los retos demasiado bien. Al final del día Abby tiró a Kerry de su caballo rompiendole el brazo. Sus padres pagaron por todo y la obligaron a ir a hacerle compañía a Kerry al menos dos veces a la semana, ella creía que la pequeña rizada la odiaria pero su sorpresa fue aún más grande cuando la invitó a ver caricaturas con ella.

 

Más tarde Kerry le explicó que sólo le hizo un favor, si ella no le hubiera roto el brazo no hubiese tenido el triple de la atención que generalmente le daba todo el mundo. Su habitación estaba llena de flores y juguetes nuevos, además que sólo con chasquear los dedos le daban un tazón de helado. Si, Abby había hecho su vida más fácil rompiéndole el brazo.

 

—¿Chicas? No sé si ya se dieron cuenta de qué estámos atrasados —la voz de Adrián sonó al otro lado de la puerta de madera. Kerry sonrió y abrió la puerta batiendo las pestañas cómo era usual en ella cada vez que estaba en presencia masculina. Adrián era jugador de fútbol en la universidad, era alto, musculoso y tenía unos increíbles ojos azules que contrastaban con su cabello castaño usualmente alborotado. Abby lo consideraba el hermano mayor que nunca tuvo.

 

—Hola pastelito ¿Podrías bajar nuestras maletas? Sé que eso no es nada para ti —Kerry sonrió dulcemente y le acarició el brazo antes de guiñarle un ojo y salir balanceando las caderas. Adrián no le quitó el ojo hasta que ella desapareció por el pasillo hasta las escaleras.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.