★ Bajo tus estrellas ★
★ Capítulo 83 ★
Charlotte
Tenía altas expectativas para esta noche. Las tuve desde que sugirió salir a cenar antes de ir a la fiesta en casa de Rodrigo. Las tuve mientras decidía qué usar esta noche. Las tuve mientras miraba mi reflejo antes de salir de la casa.
Las tuve mientras él manejaba y yo estaba obsoleta en lo hermoso que lucían las estrellas con el cuarto menguante que tenemos de luna en el cielo oscuro de esta noche en Octubre.
Las tuve mientras él sostenía mi mano, encaminándonos a nuestra mesa.
Una lágrima rueda por mi mejilla derecha cuando recuerdo que todas las expectativas altas y positivas que tenía se fueron cuando un mensaje de mis padres fue el necesario para recordar que todo esto terminará mañana.
Mañana.
Yo ya no estaré aquí, cerca de él y con él.
No podré pasar mis días de otoño a su lado.
No estaré cerca de su calor cuando estemos en los duros días del invierno en Noviembre.
Estaré lejos de su sonrisa en Navidad.
Y ahora está lejos imaginarme que podré hacer un brindis con alguna copa de champagne cuando la cuenta regresiva de Fin de año haya finalizado.
Me alejo de mi reflejo y me encamino a la salida del baño. Vuelvo a retroceder cuando me percato que no tengo mi celular conmigo.
Revisé el baño, inspeccioné todo el baño. Tomé mi bolso, y con la mayor velocidad que mis zapatillas me permiten me encaminé a la mesa en la que había dejado a Joshua.
—Con permiso —le dije al mesero que venía de la terraza a la que yo me dirigía. Desaceleró el paso cuando notó que ya estaba a pasos de cruzar la puerta y entrar en el clima frío de la terraza.
Observé que la pareja que estaba antes, estaba tomando sus cosas. Listos para irse y si no venía nadie más a esta zona del restaurante (aparte de los meseros) solo estaríamos Joshua y yo.
El mesero que hace unos momentos estaba frente a mí, me dirigió una mirada que me indica que es de pena ajena. Y luego se fue.
Me observé y no note anomalía alguna. Decidí ignorar aquello cuando crucé la puerta de cristales y el frío nocturno me abrazó en el momento.
Observé a Joshua estar con sus brazos apoyados en la alcoba, su cabello estaba desordenado como si hubiera estado pasando muchas veces sus manos sobre ese. La camiseta que traía, desde un principio tenía los 2 botones abrochados ahora ambos están desabrochados. Su chaqueta negra aún estaba puesta en él.
Observé en la mesa, mi celular. No estaba como yo lo había dejado, esta vez, estaba más cercano del lado en el que Joshua estaba sentado.
Lo encendí y observé la notificación. Esta vez es distinta, pero el dolor sigue ahí.
—¿Planeabas decírmelo? —Preguntó y con temor de ver su expresión en su rostro me dí la vuelta. Él aún estaba en la misma posición en la que lo encontré.
Aprovechando que está de espaldas a mí, comencé a dar pequeños pasos. Lentos y seguros. Estaba cada vez más cerca y aún no tenía una manera con la que le podría decir: “Me iré a Washington mañana temprano. Por la mañana. Planeaba que esta fuera nuestra última noche”.
Aún en mi mente suena horrible de decir, no puedo imaginar lo doloroso que debe ser escuchar algo así o similar de la persona que más amas en el momento en el que estés.
—Sí —contesté cuando ya estaba a la par de él. Yo también apoyé mis brazos sobre el borde de la alcoba y dirigí una pequeña mirada a él.
Y aunque la mirada fue pequeña, fue suficiente para que me doliera fuerte ver lágrimas en sus ojos. Su mandíbula estaba tensa, en un intento de retenerlas.
Agacho la cabeza por unos momentos, mechones de su cabello iban a su frente y estos volvieron atrás cuando volvió a levantar la mirada. Pero no a mí.
—Planeaba decírtelo pero nunca parecía ser el momento ideal para hacerlo. Así que planeaba decirte hasta el final del día. Después de la fiesta, así la despedida sería corta después de grandes momentos.
—¿Y menos dolorosa, verdad? —Esta vez su mirada ya estaba sobre mí, pero agradezco que mi cabello largo le impida verme.
—Imagina esto —comenzó mientras él dejaba que las lágrimas cayeran...Una después de la otra repasaban sus mejillas—, yo decido irme a Methodist, lejos de este estado y de ti. Y sabiéndolo lo único que hago es decirte horas antes de que me vaya. Así será menos doloroso para mí, porque yo me iría con “menos dolor” —hace las comillas en el aire—, y tú te quedarías aquí preguntándote porque fui tan egoísta de no haberte dicho antes.
Estaba enojada por sentirme triste. Por sentir su tristeza. Fue lo único que pensé mientras mantenía cerrados mis labios. Cerrados con fuerza. Así el sonido de mis sollozos sería mudo.
—No es justo que te obliguen a irte así —respiró profundo—, pero tampoco es justo que no me hayas comentado nada. Tampoco es justo que me lo dijeras cuando solo faltan horas para que te vayas.
No podía decir nada. Disimuladamente, llevé mi mano a mi boca y nariz para taparlas. Me di la vuelta para que no pudiera observarme llorar.
—¿Has pensado, qué pasaría si la distancia se encarga de hacernos entender que no estamos hechos el uno para el otro?
Eso destruyó los pocos pedazos que aún quedaban de mi corazón.
Me dí la vuelta y lo observé. Las lágrimas de mis ojos hacían que mi entorno fuera borroso, pero a pesar de eso aún lo veía derramar lágrimas.
—¿Así de pesimista eres? —Había recuperado las fuerzas de mi habla cuando le pregunté eso.
—Creo que soy realista —ahora su mirada estaba sobre la mía—, piensalo. El destino nos separó una vez cuando éramos adolescentes. Este año nos volvimos a unir y ¡Mierda! hasta te besé. Pude probar tus besos, y cuando todo estaba volviéndose mejor para nosotros en nuestra relación, surge lo último que esperaba: que te mudarás. Estaremos separados por cuatro mil cuatrocientos noventa y cinco punto cinco kilómetros (4,995.5 km). No soportaba la idea de no poder verte por estar separados ¡Por metros! no sé si sepamos manejar estar separados por tiempo y distancia.
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Editado: 27.03.2022