El camino a la plazoleta del centro les tomó más esfuerzo del normal para Joyce y Adam. Habían tenido que evitar estar muy de cerca de los faes, pero era casi imposible cuando todos se arremolinaban como hormigas. Lograron encontrar un buen lugar cerca, en un callejón contiguo a la plaza encontraron un lugar abandonado con vista a lo alto.
En el momento que vio a los faes sirvientes arreglando el escenario entendió que ese no iba a ser un día ordinario. La realeza daría un anuncio, Joyce lo sabía por los escudos con forma de copo de nieve. Una carroza llegó y se estacionó detrás del escenario. El lugar era como un pequeño coliseo circular, el escenario en el centro era una plataforma alta. Alrededor estaban gradas oara qué todos los faes visualizaran la escena. Solo ella y Adam lograban ver desde la pequeña casa abandonada hacia abajo, podían ver todo a la perfección.
Se sentaron, esperando el espectáculo.
Unos minutos después salió al escenario la persona que había estado tratando de evitar por muchos años: Dristan Velaryon. Luciendo apuesto como siempre con un traje negro y su cabello azulado recogido en una coleta. Saludó a su pueblo con una sonrisa fría y una reverencia.
Por un segundo el aire se sintió pesado y Joyce temió que logrará encontrarla si alzaba la mirada hacia la casa abandonada donde estaban ellos dos. Si él la veía estarían acabados. Era obvio que estaba haciendo todo esto para atraerla a ella.
No podía huir por mucho tiempo, eso lo sabía. Su prometido tarde o temprano encontraría una forma de llegar a ella. Un mal presentimiento de instaló en su estómago cuando de la carroza, dos faes sirvientes sacaron a una joven encadenada del cuello y con un vestido viejo y sucio. La subieron al escenario al lado de Dristan y la soltaron sin más. Ella cayó apenas logrando evitar golpearse la cara.
Era Rose Crimson.
Joyce vio como Adam se inclinó más en el balcón, sus manos estaban sosteniéndose con mucha fuerza y la desesperación brilló en sus ojos. Deseó encantarlo para que se tranquilizara, pero recordó que llevaba el collar de sal.
No podría hacer nada si el chico decidía correr a hacia su hermana. Pero no dijo nada, solo permaneció tenso mirando con odio a Dristan.
El joven príncipe señaló a Rose.
—Como pueden ver estimados, los he citado a todos para que vean a nuestra nueva visita.
Los faes comenzaron a aclamar y gritar miles de cosas.
—Esta mortal de aquí, es solo el inicio. Como bien saben, donde hay un mortal siempre se encuentra otro cerca. La encontramos a las afueras de Adarlan y estamos seguros que un familiar suyo la está buscando.
El público profirió más gritos de sorpresa y odio mientras la joven se quedaba de rodillas mirando al público. Aunque estaba sometida, no parecía dispuesta a mostrarse sumisa. Se sentó sobre sus rodillas y se enderezó, mirando hacia los fae desafiante.
Incluso aunque estos le gritaban y lanzaban cosas, ella permaneció en silencio sin bajar la mirada.
—Es posible que este mortal esté cerca, incluso viendo este espectáculo. Así que les pido el favor de que me ayuden a encontrarlo.
La expresión de Dristan cambió y miró al público con una expresión preocupada.
—Si les pido esto es también porque ese mortal logró algo que yo no. Encontrar a mi prometida.
Hubo gritos de sorpresa y comenzaron a mirarse unos a otros buscando entre el público al culpable.
—Así es, mi querida prometida Jessalyne está aquí, siendo manipulada por algo tan débil como un mortal. Necesito que me ayuden a encontrarlos.
Todo el mundo se detuvo por un instante cuando Dristan dijo la palabra prometida. Incluso Rose qué parecía ajena a la situación estaba confundida. Joyce permaneció en silencio, sintiendo la mirada de Adam.
Era algo que ocultó, no podía mentir. Los faes no podían mentir, aunque parecía una mentira lo que Dristan dijo, en realidad era una forma de transformar las palabras a su conveniencia.
«Como bien saben, donde hay un mortal siempre se encuentra otro cerca. La encontramos a las afueras de Adarlan y estamos seguros que un familiar suyo la está buscando.»
Él si la encontró afuera de Adarlan, solo que no admitió haberla secuestrado, al igual que también está seguro que Adam buscaría a su hermana junto con Joyce. No estaba mintiendo como tal, sino diciendo verdades convenientes y a medias.
Respecto a la manipulación, Dristan realmente debía creer que Adam tenía algún control sobre Joyce. Por eso no le afectaba decirlo.
Los faes no podían mentir, en caso de hacerlo era como una tortura que los iba destruyendo desde adentro. Su cuerpo se debilitaba y su lengua enseguida se quedaba congelada, debían hablar con la verdad o sino serían condenados.
A través de los años los faes aprendieron técnicas para perfeccionar su modo de hablar, de decir la verdad pero no toda. Mezclar la verdad con ciertas manipulaciones. Eran muy buenos en torcer las palabras y volverlas en contra de otros, encontrar errores, lagunas y poder usarlas a su favor.
Y el ejemplo más claro era Dristan. Había usado la verdad y la había manipulado a su conveniencia.
Ahora Joyce estaba sin palabras, porque sabía que debía decirle la verdad a Adam, pero no podía.