La sensación de estar siendo observado tardó mucho en desaparecer. No fue sino hasta el funeral de mi padre que se llevó a cabo 20 kilómetros al éste de la aldea que sentía que por fin descansaba de esa extraña percepción; mi padre fue puesto en la pira sagrada para la cremación, sus restos junto a sus armas y objetos personales fueron guardados en una vasija de cerámica y enterrada en la necropolis del bosque junto a los restos de mi madre.
Todos estábamos profundamente tristes por la partida de mi padre al otro mundo, era un excelente cazador y un gran amigo.
Al finalizar la ceremonia de partida volvimos al campamento para preparar el banquete, el druida, por otro lado, continuaba sin hablar conmigo, Tret decía que pronto dejaría su actuación y volvería a ser el de antes pero pasaron meses antes de que volviera a dirigirme la palabra.
Después de estos sucesos volvimos a vivir en paz durante un año entero, sin que nada relevante ocurriese, hasta que por fin llegó el día, el día de redimir lo que ocurrió hace un año: repetir el Kashta y esta vez estaba totalmente preparado para conseguirlo.
-¡Eh! ¡Ndars! Como te sientes amigo- fueron las palabras de Tret a mi entrada en la sala de bienvenida.
-Excelente Tret, esta vez traeré los cascos mas grandes que hayas visto- dije con una sonrisa de completa seguridad en mi rostro -El entrenamiento del ultimo año definitivamente valdrá la pena.
Había pasado todos los días desde la muerte de mi padre fortaleciendome, tanto físicamente con armas, como mis habilidades de supervivencia, esta vez lo lograría.
El cuerno sonó y el momento de partir al Tacta llegó, el druida repitió exactamente lo mismo que me dijo el pasado Kashta solo agregando una cosa -Lo siento.
Entré al bosque con mi lanza y caminé hasta llegar a un claro que se encontraba a 2 horas del campamento y decidí esperar entre las ramas que cubrían mi cuerpo, guardé completo silencio por lo que pareció una eternidad; hasta que por fin llegó.
Se abalanzó sobre mí desde atrás, si no hubiera sido por mi agudo oído hoy no estuviera contando esto, logré esquivarlo solo por poco, su pelaje cubría todo su cuerpo, y su aliento! aún recuerdo su fétido olor, salía en ondas vaporosas de sus fauces. Atacó una vez.
Dos veces.
En la tercera me hizo trastabillar contra una raíz y por un colmillo de murta casi no logro eludir su zarpazo, entendí que era momento de acabar con esto.
Esperé a que volviera a atacar y no pudo haber sucedido mejor, lanzó una increíble mordedura capaz de partir un árbol en pedazos, eludi hacía el lado derecho de su cabeza y le atravesé su ojo con mi lanza, saliendo por el otro extremo y atravesando su gigantesco cráneo; la bestia cayó al suelo, todo había terminado.
Procedí a desollar su piel y a tomar sus cascos, regalo que había prometido a Tret. ¡Santas almas! Eran realmente los cascos más grandes que había visto jamás! Seguro Tret estaría orgulloso. De pronto un grito me sobresaltó.
-¡Ndars!- era Tret! Había salido de la nada desde el borde del claro! Se veía agitado, era obvio que había estado corriendo -Ndars- dijo esta vez recuperando el aliento -el campamento... fue atacado... muchos murieron.... tienes que regresar, no es seguro aquí.
Tomé mi lanza, solte los cascos y la piel y parti hacía el campamento lo más rápido que pude, al llegar la mayor parte de las tiendas estaban hechas cenizas, los miembros de la tribu se esforzaban por exterminar el fuego que aún devoraba algunos hogares, atendían a los heridos y lloraban junto a pedazos de carne chamuscada irreconocible, que por su forma, se deduce, eran familiares. A lo lejos vi al druida tratando de ayudar a una niña herida con quemaduras desde los pies hasta la cabeza y mientras me acercaba la niña dejaba de moverse. El druida me miró, soltó suavemente a la niña en el suelo y me dijo -Es un desastre.
-¿Qué demonios sucedió?- fue mi pregunta.
-Ktur, eso pasó- era Tret quién recién llegaba del bosque -nos atacaron por sorpresa, estábamos desprotegidos, no pudimos defendernos.
-Ndars- interrumpió el druida -necesitamos ayuda, no podemos esperar a otro ataque... Tendrás que partir, buscarla, traerla. Partirás de inmediato, prepara tus cosas y buscame en el extremo oeste del campamento.
Las palabras del viejo druida me sorprendieron, la inquietud empezaba a dominarme, ¡nadie nunca había abandonado Tacta! ¿Por donde empezaría? Pero todos saben que cuando el druida da una orden ésta ha de cumplirse, así que tardé 30 minutos en tomar mis cosas, armas, ropa y algunas otros objetos para sobrevivir, como pan y un poco de nectar y me dirigí al oeste del campamento allí me esperaba el druida y para mi sorpresa junto a el se encontraba Tret con ropa de viaje y una bolsa a la espalda.
-No te dejaré ir solo Ndars, me necesitarás- me dijo sonriendo.
El druida me miro por un largo rato hasta que asintió y dijo -Que las almas de los antepasados los guíen en este viaje.