Bastián
—¿Ya entró?
No le respondo, para que entienda que no quiero que siga hablando.
Pero, claro, el mantenerse callada no está en sus planes
—¿Ahora sí?
—Cállate Cloe. No es tan sencillo como crees.
Vuelvo a meterlo lentamente…
Y vuelve a salir.
—¿Por qué tardas tanto? —reclama
—Ten un poco de paciencia.
—Estás intentándolo desde hace cinco minutos— se queja.
No le respondo y sigo intentando.
Y, por supuesto, sigue sin funcionar.
—No lo estás haciendo bien Bass. Lo metes, pero se vuelve a salir.
—Hazme el favor y haz silencio. Ya sé que se sale, soy yo el que lo está haciendo, señorita obvia.
Se cruza de brazos aún acostada en mi cama, viendo el techo, esperando a que termine.
Sigo intentando, a ver si está vez se mantiene adentro, pero como supuse, se vuelve a salir.
—No funciona—Me levanto y lo dejo sobre la mesa de dibujar.
—Oh no, no te irás hasta que puedas arreglarlo, es una pieza fundamental en este momento. ¿Cómo no puede entrar? — No sé cuándo se levantó, pero ya está a mi lado, arrebatándome de las manos la pieza fundamental para hacerlo ella misma por última vez.
—No lo vas a lograr Cloe. En la caja vino una del tamaño que no es. Volveremos mañana a la tienda y lo pediremos.
Me ignora y se agacha, para ella misma colocarlo.
Y como predije, no funciona.
Lanza un grito, exasperada. Arroja la pieza sobre la mesa otra vez, pero con más fuerza de la necesaria, provocando que se vaya al piso, y se lanza a la cama, enterrando su cara en la almohada, ahogando otro grito.
Yo la veo con el ceño fruncido por su acción y su impaciencia.
—Primero que nada, puedes esperar a que sea mañana para poder buscar la pieza. Y segundo, levántate y recógela, porque si la pierdes, vas a tener que pagarla con tu dinero.
Levanta la cara y me dedica una mirada matadora.
Abre la boca para replicar, pero me cruzo de brazos y hablo firme. Mi tono no dejando espacio para contestación alguna.
—Recógelo. Ahora.
Suelta un bufido, y empieza despotricar contra mí en susurros, creyendo que no la escucho.
Lo que no sabe, es que o que dice para ella en susurros, nosotros lo escuchamos como si fuera por un megáfono.
Así que escucho todas sus groserías, viendo como levanta lo que arrojo, volteándose a verme para mostrármelo entre sus dedos, como si quisiera decirme con sus ojos “Aquí está ¿Feliz?”
Asiento en respuesta a su silenciosa pregunta, y vuelve a dejar la pieza sobre la mesa con más fuerza que la anterior vez.
Le guiño un ojo para provocarla y me doy la media vuelta, dispuesto a salir de su habitación, antes de ver a mi madre apareciendo, pocos segundos después de que comenzara a caminar, en ella.
—Oh, bien, están los dos aquí. ¿Podrían bajar a la cocina? Su padre y yo queremos decirles algo importante.
Se da la vuelta para irse, pero lo piensa mejor y se devuelve para inspeccionarnos a ambos.
—¿Qué estaban haciendo ustedes dos aquí?
—Cloe estaba armando el juego que le compraron ayer, pero una pieza no lograba meter una pieza, así que me pidió ayuda. Vi que no era del tamaño correcto y le dije que la llevaría mañana a devolverlo.
—Ya veo. Bueno, vamos vamos, bajen ya.
Salgo con mi hermana y mi madre tras de mí.
Bajamos las escaleras y veo a mi padre sentado en la mesa del comedor, con su laptop y unos papeles alrededor, que no tarda en cerrar cuando nos ve llegar.
Cloe no pierde tiempo y sale corriendo en su dirección, siendo recibida con sus brazos abiertos.
La sienta sobre su regazo y mi madre y yo tomamos asiento frente a ellos dos.
—Buenos días Bastián.
Asiento con la cabeza —Buenos días padre.
—Como ya les informó su madre, tengo un asunto importante que tratar con ustedes, y espero que entiendan todo y que lo acepten maduramente. Eso ultimo especialmente para ti Cloe— Dice dirigiendo sus ojos verdes a la pequeña que tiene en el regazo, que le devuelve la mirada con el mismo color.
—¡Hey! Yo me tomo las cosas con mucha madurez— Alza la barbilla firme en sus palabras.
Tos en la mesa nos la quedamos viendo sin creerle y ella lo nota, porque no pierde tiempo en replicar.
—¿Por qué no me creen? Lo digo muy en serio—Nos escanea a todos y regresa la vista hasta Padre— Anda, di lo que tengas que decir. Seré la última en quejarme.
Suelta un suspiro, como si no le creyera, lo cual está bien, porque todos la conocemos y sabemos que va a ser la primera en hacer la queja.
—Saben muy bien, que su madre y yo nos esforzamos mucho en nuestros trabajos, para que no les falte nada. Estamos haciendo lo que siempre hemos soñado hacer— Le dedica una mirada de profundo cariño a mi madre, y esta no tarda en tomar la mano que él le estaba ofreciendo—Tengo un puesto increíble en la empresa aquí de Alemania. Pero me han dado la oportunidad de ser el vicepresidente en la empresa original.
—Papi, eso suena increíble. Felicidades— Cloe lo abraza por la cintura pensando que ese es el fin del comunicado.
—Gracias cariño— Continúa hablando, dándole a entender que no termina ahí. —Pero tendré que mudarme a Suecia para poder tomar el cargo.
—¿Y eso está mal?
—No, no cariño no está mal. Lo que pasa es que…
Mi madre se queda en silencio, no queriendo continuar. Así que me encargo yo de hacerlo.
—Cloe. Si papá se va, eso significa que nos vamos con él.
Se queda paralizada viéndome a los ojos, hasta que voltea lentamente hacia papá, para que le confirme si lo que digo es verdad o una broma.
—Así es cariño.
Que comience el show.
Cloe baja la cabeza y juega con sus dedos en su regazo. Muchos pensarán que está absorbiendo la información. Pero ese tic que tiene en el pie, lo único que da a entender es que, dependiendo de si el movimiento es frenético o lento, será un berrinche que dure días o tal vez solo unas horas.