Sin importar cuántos años pasen mi deseo seguirá siendo el mismo, regresa.
¿Recuerdas el día que nos conocimos? Yo lo recuerdo tan claro cómo si fuera ayer. Estaba nevando…
-Bella-
«Estimados pasajeros, debido al clima haremos una escala de emergencia en el aeropuerto de Seattle. Por favor regresen a sus asientos, abroche su cinturón de seguridad y coloque su respaldo en posición vertical.»
Genial, pensó ella.
—Disculpe, señorita.
Ella se volvió a la chica que le hablaba. La miro por un segundo a través de sus lentes de sol sin prestarle mucha atención.
—¿Está bien si me siento aquí? Es que me han pedido que cambie de lugar.
A ella no le importaba las razones o escuchar más explicaciones. Tomo la bolsa que había puesto en el asiento de junto y le hizo una seña a la chica para que se sentara. Hasta ese momento había pensado que era una fortuna el tener todo el asiento para ella sola, pero en el fondo sabía que su aspecto solía asustar a la gente, pero eso no le importaba.
Cerró los ojos mientras sentía el movimiento del avión. Subió el volumen a sus auriculares y se dejó llevar por la fuerte música.
No fue sino hasta que sintió el sacudón del aterrizaje que abrió sus ojos nuevamente. Se quitó los auriculares para escuchar el anuncio del piloto.
«Estimados pasajeros. Estaremos en el aeropuerto de Seattle aproximadamente 45 minutos, por lo que no realizaremos desembarque, lamentamos este percance.»
Si tengo que estar atrapada en este lugar supongo que puedo deber algo, pensó ella con fastidio. No tenía ningún apuro particular en llegar, de hecho, no tenía ninguna razón.
—Tengo que llamar a Oliver o se preocupará por que no llego. —Miro una vez más a su nueva compañera de asiento, no estaba segura si se lo había dicho a ella, cosa que no tenía ningún sentido o simplemente era esa clase de persona que hablaba sola.
Se encogió de hombros de una forma casi imperceptible, pero con una pequeña sonrisa en los labios. No le importaba para nada, pero esa actitud le parecía muy tierna.
—¿Oliver? —La miró de reojo con algo de curiosidad—. Sí, tuvimos que aterrizar en Seattle, creo que llegaré con una hora de retraso. Es una suerte que viajara antes. Si me pierdo el concierto de «Joke» no me lo perdonaría jamás.
El escuchar esa palabra captó toda su atención. Joke tenía cuentas que arreglar con ellos. Era caso irónico el encontrarse con una de sus fans.
Definitivamente necesito un trago.
Pulsó el botón para llamar a una de las azafatas. Al ver a la guapa muchacha que se acercaba sonrió, la conocía de antes.
—Isabella ¿te puedo servir algo? —le pregunto sonriendo abiertamente.
—Una cerveza, por favor.
—Por supuesto, en seguida. Estoy ansiosa por verte cantar de nuevo.
Isabella le sonrió sincera, ella amaba a todos sus fans que siempre la apoyaban, no necesitaba nada más.
—Así será, Ruby.
La azafata se marchó sonriente de ser recordada por su ídola. Al voltearse Isabella se topo con la cara de sorpresa de su acompañante. Sus ojos azules la miraban sorprendida, mientras sostenía con fuerza su celular en la mano.
—Woooow. —Se acercó a Isabella cómo si no creía lo que veía—. Te llamas Isabella.
Esa afirmación le provocó risa por que era evidente. No entendía que tenía su nombre de especial.
—Yo también me llamo así —afirmó la muchacha a su lado. Isabella la miró con curiosidad y sonrió. Había algo en la inocente apariencia de la muchacha que llamaba su atención, quizás fueron sus ojos azules brillaban cómo si fueran los de un niño en una juguetería o tal vez se trataba de su cabello ondulado y rubio, tan contrario al suyo negro y liso.
—Pues entonces es un gusto conocerte, Isabella —dijo extendiendo su mano. La chica la aceptó de inmediato y comenzó a moverla contenta.
—Puedes llamarme solo Bella, es cómo me dicen todos. Tenía tanto miedo de estar sola en un avión y ahora te he conocido, y por si fuera poco nos llamamos igual. Esto es una gran coincidencia.
Isabella se dio cuenta de inmediato que ya no encontraría una forma de callarla, pero su voz era dulce y cálida, y no le molestaba. Le contó acerca de su vida, de su novio que la esperaba en Los Ángeles, qué se mudaba para poder estar juntos. Le dijo muchas cosas mientras Isabella la miraba con una sonrisa y la animaba a continuar. Al fin de al cabo ella no tenía mucho que contar.
Cuando llegaron al aeropuerto sabía que la dulce experiencia llegaba a su fin. Mientras caminaban hacia la zona de retiro de equipaje el buen ánimo se comenzó a esfumar de Isabella, ella al contrario de su extraña nueva amiga no tenía planes, nadie la esperaba y nadie la conocía. Por eso es que en cuanto su guitarra apareció en la cinta, la tomó y se marchó sin que Bella se diera cuenta. Isabella nunca fue buena con las despedidas.
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destino, drama y romance, amistad verdadera y segundas oportunidades
Editado: 29.11.2018