Esa clase fue la peor de mi vida, cuando por fin se acabó la profesora me llamó, y me dijo que si volvía a llegar tarde tendría que llamar a mi representante.
Salí del salón y mi celular sonó.
-¿Si?-
-¿Hablo con la señorita Habans?-
-Si, ¿con quien hablo?-
-Con el dueño del restaurante donde trabajaba-
-¿Trabajaba?-
-Si, le informo que esta despedida, ya que su tía nos llamó y dijo que no volvería a la ciudad-
Dijo eso y colgó, iba a matar a mi tía, este día iba de mal en peor.
Me di cuenta de con la prisa con la que salí no me había preparado nada para comer, y tenía un hambre horrible, ya que ni desayune.
Salí al patio y me taparon los ojos.
-¿Quién soy?-
-No estoy de humor para estas cosas-
Me sorprendí por el tono de mi voz, sonaba muy a la defensiva y arisca, me destaparon los ojos.
Enfrente de mi estaba Miguel con una ceja levantada, y David y Adelia me miraban preocupados.
-¿Estas bien?-
-Si- mentí- solo no he tenido una buena mañana-
Nos dirigimos hacia una mesa y nos sentamos.
-Ayer cuando te fuiste Muigel se puso triste- Adelia le dio un pequeño golpe en el hombro a Miguel.
-Eso no es verdad- dijo el
-Eres un aguafiestas- respondió David
Entonces se me ocurrió preguntarle a David si podía trabajar en la cafetería.
-Tendrías que preguntarle a la dueña, pero no creo que haya problema, de hecho hace tiempo buscan a más personal-
-No sabes cuanto me alegra escuchar eso-
-¿Por qué?-
-En mi otra ciudad tenía un trabajo, pero me despidieron-
Entonces Miguel habló.
-Pensé que eras de aquí, ¿no vives con tus padres?-
-No-
-¿Por qué?-
-¡Miguel!- le regaño Adelia
Yo le sonreí y dije:
-Tranquila, mis padres murieron cuando tenía 9 años, desde entonces vivía con mi tía, pero me mude por unos problemas que tuve- lo dije con toda naturalidad, ya lo había contado muchas veces.
Miguel parecía sorprendido y se disculpó.
-Lo siento-
Aunque su disculpa no parecía sincera, de hecho parecía que hubiera sonreído, pero no le di importancia, pensé que había sido mi imaginación.
-Por cierto, por tu culpa me tocó repasar con Lucía, no me cae nada bien-
-Pero si a ti no te cae bien nadie- dijo Adelia riéndose
Miguel simplemente la miró y dejó de hablar.
***
Llegamos a la cafetería, me dieron el trabajo, estaba muy feliz.
-David, nuestro turno empieza dentro de 4 horas, eso es mucho tiempo-
-Lo se, mientras esperamos podemos hacer las tareas de la preparatoria, eso es lo que yo hago-
Mientras esperábamos a que llegara nuestro turno David, Miguel (decidió quedarse) y yo hicimos las tareas, cuando acabamos, aún nos sobraba media hora, dimos un pequeño paseo y fuimos a ponernos el uniforme.
Teníamos el turno de 5 a 10 de la noche, no me fue tan mal como pensaba, ya tenía como pagar los gastos del apartamento y el dinero para mis hermanitos (que se lo quedaba mi tía).
Me fue bastante bien, no tuve ningún inconveniente, mi día estaba mejorando y estaba con un amigo.
Acabó nuestro turno y me cambié de ropa, de repente empezó a llover.
-¡Mierda!- exclamé- me voy a mojar toda-
-Eso es lo malo de tener una moto, no te protege de la lluvia- dijo David sonriendo.
-No te burles, si me resfrío es tu culpa-
-¿Por qué?-
-Porque lo digo yo-
-Te veo mañana Vria, ya llego mi autobús-
-Adios-
David se subió al autobús, y yo que no tenía como protegerme de la lluvia, me subí a la moto. Estaba por irme cuando vi que Miguel salía de la tienda, y corría para no mojarse (aunque fue en vano) a la posición en donde me encontraba, en el poco tiempo que espere ya estaba empapada.
Cuando llegó tenía la respiración agitada, y estaba empapado, pero se veía jodidamente sexy.
Dios en que piensas Vria.
-¡Vria!-
-¿Es urgente lo que me tienes que decir?, me estoy muriendo de frío-
-Lo se-
En ese momento pensé, es el idiota más sexy que he conocido.
Acto seguido, se quitó su chaqueta y me la puso a mi, la miré sorprendida y el dijo.
-Solo devuélvemela-
-Gracias-
El sonrió
-¿¡Sonreíste!?-
-No-
-¡Sí lo hiciste!, sabía que podías sonreír-
-¿No dijiste que te estabas muriendo de frío?-
-¿Y tu no tienes frío?-
-Primero responde tu-
-Si, lo dije, tu turno-
-Si, tengo bastante frío-
-¿Y por qué me das tu chaqueta?-
-Si no la quieres me la llevo-
-¡No!, me va a dar más frío-
Volvió a sonreír.
-Entonces no te quejes-
Sonreí y asentí. Me despedí de el y arranque, tenía que llegar al apartamento lo antes posible.