Bellas Artes

Sin pareja

Miguel me miró y estaba muy serio, yo inmediatamente aparté la mirada.

-Bueno chicos quiero que se dirijan al salón de baile-

Me levante de la silla cuando escuché que me llamaban.

-Señor Estrada,señorita Habans vengan-

Me acerqué a donde estaban Miguel, Elisa, y la profesora.

-La señorita Cruz me pidió si podía ser la pareja del señor Estrada ya que ellos se conocen desde que eran niños, y no quiere que otra persona sea su pareja-

Me quedé helada, abrí la boca pero no emití ningún sonido. Miguel me miraba atentamente.

-No lo se, profesora, yo me quedaría sin pareja-

-Podría ponerte otros trabajos- dijo sonriente la profesora.

-Yo...-

-Está decidido, señor Estrada tu nueva pareja va a ser la señorita Cruz-

No sabía que decir, Miguel me miraba horrorizado.

-Vamos Miguel, no queremos llegar tarde- dijo Elisa tomando el brazo de Miguel y arrastrándolo hasta la puerta-

Me quedé en shock, ¿que acaba de pasar?

-Señorita Habans, si quiere puede hacer trabajos escritos sobre las danzas del siglo XII-

-Si profesora- respondí casi susurrando.

Me dirigí a un lugar donde hubiera hierba para hacer la tarea (primero fui a por libros a la biblioteca, la señora me dio una tarjeta para poder sacarlos).

La tarea no estaba mal, ya que no me gustaba mucho bailar y no era muy buena que digamos. Pero me molestaba que me hubieran quitado a MI pareja, cuando era ella quien debería estar haciendo los trabajos. No le entendía.

No volví a ver a mis amigos hasta el receso, cuando vinieron a hacerme compañía en la hierba.

Miguel parecía bastante enojado, y cuando me habló quedo bien claro que era conmigo que estaba enojado.

-¡Por qué dijiste que si!-

-Yo no le dije que si-

El suspiro.

-¡¡No dijiste nada!!-

En ese momento levanté la voz más de lo que hubiera querido.

-¡Crees que a mi me gustó que me quitaran a mi pareja!- sin querer, hice demasiado énfasis en la palabra mi, y los que estaban al rededor nuestro voltearon a ver.

En ese momento sentía como subía el calor por mi cara, así que me levanté y me fuí.

Quería estar sola, no quería hablar con nadie, ya me reprochaba yo misma por haber permitido que se quedaran con mi pareja, como para que los demás me lo restregaran por la cara.  
 

                                                                                            ***

Estaba en la cafetería, llegue antes ya que no había acompañado a los demás.

Estaba sentada en una mesa junto a la ventana, tenía la barbilla apoyada en mi mano, sumida en mis pensamientos (cuando tendría que hacer la tarea), cuando alguien se sentó enfrente mio.

Mire de reojo para ver quien era, y me encontré con Miguel. Rápidamente aparte la mirada, pero era demasiado tarde.

-Oye...-comenzó a decir Miguel.

-Si bienes a disculparte ya puedes irte, no quiero ver a nadie-

-No vine a disculparme- dijo descaradamente.

Yo sentía que mi sangre hervía por dentro, como que no venía a disculparse.

-Entonces puedes irte-dije apretando los dientes.

-Vine para ayudarte con la tarea-

-No necesito tu ayuda-

-Bueno-

Dijo eso pero siguió allí sentado, sacó sus cosas y empezó a hacer su tarea. No pude evitar mirarlo, se veía demasiado bien, sobre todo estando concentrado.

-¿Qué tanto miras?-

Enseguida aparté la mirada, cogí mis cosas dispuesta a buscar otra mesa, de preferencia afuera en la terraza.

Me senté en una mesa vacía y saqué mis cosas, pero llego Miguel.

-¡¿Puedes dejar de seguirme?!- pregunté irritada.

-No te estoy siguiendo, solo me gusta esta mesa-

Me levanté dispuesta a irme (otra vez), pero me agarró de la muñeca, me giré y en su rostro había una expresión de arrepentimiento demasiado convincente. Se levantó, acercó su boca a mi oído y susurro:

-Perdóname- dijo con una voz ronca y sexy.

Yo sentía como mi corazón se aceleraba como un loco.

No puedes caer, no puedes.

El cogió mi mentón y me obligo a mirarlo.

-Lo vas a hacer- susurro

-Esta bien-

El sonrió.

                                                                                                 ***

Ya había acabado mi turno, y Miguel ya se había ido, me dirigí al estacionamiento, donde se encontraba mi moto, cuando...

-Hola preciosa-

Al lado de mi moto había otro hombre con una motocicleta, que me miró de arriba a abajo de una manera que no me gustaba.

-Tu y yo podríamos tener una noche deliciosa- dijo relamiéndose los labios.

Yo solo pense:

Tienes que irte de aquí ahora Vria.



#34497 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amistad, dolor

Editado: 13.09.2020

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