Nos encontramos en esa cámara antigua, en la profundidad del sosiego. En el talento taciturno de la autoridad que emanamos. Somos vértices inconclusos del talento profano, de las sabias benditas y los actos humanos. Somos de fantasías.
Profecías enfermas
manías.
Somos producto de perdernos y mirar de costado, el intento de afanar los miedos al filo de los reflejos. Suspenso, miedo, cuentos.
Se nos permitió perdernos como hilos conductores, aspavientos, molinos del Quijote enfrentándose con fuerza con objetos destilados.
Profecías de mundo, somos.
En ese agujero negro, la caja de museos y colinas, en esa cuartada de explicación que formuló tesoros de secretos. En ese rincón tuyo que es esencia y ropero. Ahí somos, me construyes.
Profecías de tus manos, caballeros de carne y hueso.