Enchanted - Taylor Swift (tu patrona)
—¡Joder! — gritaron desde el baño.
¿Y ahora qué?
Acostada desde el sofá, grite:
—¿Qué pasa?
—¡No lo encuentro! — Poet volvió a gritar.
—¡¿Qué cosa?!
—Mi rasurador — salió del baño revisando todo a su paso.
—¿No lo has usado hace poco?
—Sí, pero... ¡Ugh! ¡Lo necesito!
—Pero si te has rasurado hace no menos de dos días.
—¡Lo sé!
—Pero... ¿Entonces porque…?
—¡Me he rasurado la pochola hace no menos de dos días, pero…! ¡Joder! ¡Es como si cada maldito pelo compitiera con el otro para ver quién carajos sale primero! —me interrumpió—¡Y ahora ya tengo una maldita selva salvaje, ahí, otra vez!
—¿Y?
—¡Y tengo una cita!
—¡¿Y?!
No es como si ella fuera a...
Oh.
¡OH!
—¿Te van a dar como cajón?
Una sonrisa perversa adorno su rostro
Claro, presume tu pan frente a los necesitados.
—Pero ¿y eso que más da?
—Pues que el tipo con el que he quedado usa brakets y no quiero que se le enreden con mi cabellito cuando nos estemos dando amor —. Se quedó pensativa por un momento— Aunque, quién sabe, a lo mejor me los dejo y me hace un nuevo corte. — dijo encogiéndose de hombros.
—A lo mejor y sí.
—¿Sabes qué? A tomar por culo, me iré así. —se encogió de hombros y a la vez hizo gesto con la mano para restarle importancia y después dio media vuelta para regresar al baño.
Poet y yo habíamos sido compañeras de dormitorio en la universidad por dos años. Nos habíamos conocido en la segunda semana de clases el primer año, ya que... bueno, Poet se había olvidado en que semana teníamos que mudarnos. Descubrimos que teníamos muchas cosas en común, -especialmente mirar hombres sin camisa- y tras de finalizar el segundo año, nos dimos cuenta de que rentar un lugar entre las dos era mucho más cómodo.
Cuando volvió a salir del baño para dirigirse a la puerta — sin despedirse, la muy asquerosa— grite:
—¡¿Llevas condones?!
—¡Siiiiiiiiii!
—¡¿Seguraaaaa?! ¡Recuerda que sin sombrero no hay vaqueroooo! ¡Solo culebra suelta!
Si es que llegaba a ser una culebra y no un simple gusanito.
—¡Siiiiiii! — antes de cerrar la puerta asomo su cabeza por ella. — ¿Estarás en casa temprano?
—No lo sé, tengo clase a las once y puede que vaya a caminar un rato. ¿Por qué?
—Nada solo curiosidad.
—¿Estás b-?
Antes de que terminara de hablar azoto la puerta.
Al menos una media hora después de que Poet se marchara, comencé a repararme para irme a clase de inglés. La clase era a las tres y apenas eran las ocho. Puede que sea un poco exagerado comenzarse a preparar a esta hora, pero oye, que yo necesitaba mínimo dos horas para arreglarme y no era porque me arreglaba, sino que porque cada vez que me duchaba tenía que poner música para luego tener mi concierto privado para después admirarme en el espejo, y luego de eso tenía preparar las canciones que iba a escuchar mientras que, ahora sí, me duchaba. El resto del tiempo era para escoger que ropa me pondría, lo cual también tomaba tiempo, ya que yo no preparaba nada la noche anterior, además de que era muy indecisa, así que sin importar cuando tiempo yo creyera que fuera necesario para estar lista, siempre terminaba necesitando más por lo cual casi todos los días salía tarde de casa y terminaba corriendo hacia la estación de metro.
¿Cuántas veces dijiste tiempo?
Las necesarias para darme a entender.
Cuando por fin termine de arreglarme vi la hora en el reloj que tenía en el escritorio y para mí no sorpresa, descubrí que ya iba tarde porque ya eran las 10:20 y mínimo tendría que haber salido a las 10:10. Así que como todos los días corrí hacia el perchero del armario para tomar mi mochila y mientras me dirigía a la puerta rece para que no se me olvidara nada, especialmente las llaves.
Tomaba el mismo metro todos los días de ida y vuelta, el de las 10:30 am y 2:40 pm, pero no era porque todos los días tuviera la misma clase. Lunes, miércoles y viernes iba a la clase de inglés, martes y jueves iba a mi clase de arte. Igual tenía más clases, pero esas eran hasta la una de la tarde.
Una vez en mi asiento (hiperventilando, por cierto) saque mi lectura actual. Que era….
Redobles por favor.
¿Esa es tu lectura?
¿Qué? ¡No! Te estoy pidiendo que hagas los redobles.
Ah. Turururu….¡pam!
¡Orgullo y Prejuicio!
Chan chaaaaan. Mira que eres básica.
¿Cómo que básica? ¡Si el señor Darcy es divino!
No tanto como Don Armando.
¿Por qué no podía existir en la vida real?
Pero si existe.
Hablo de Darcy.
Ah, bueno porque, aunque existiera, no te daría ni la hora.
Triste pero cierto.
Leo al menos cuatro páginas hasta que vuelve a aparecer Darcy y me pregunto otra vez por qué este hombre tiene que sé ficticio y luego me recuerdo lo que pasaría si en realidad existiera.
Río para mí y misma alzo la vista para asegurarme de que no me he saltado mi parada. Ya me ha pasado varias veces, por eso leer en el metro no es algo que deba hacer, ya que me meto tanto en la historia que me olvido de lo que pasa a mi alrededor, sin embargo, no puedo evitarlo porque me aburro mucho y escuchar música no es una opción porque siempre termino escuchando más el motor del metro que las canciones y subirle volumen como para que mis tímpanos exploten no es una opción.
Una vez estoy segura de que aún no tengo que bajarme, estoy a punto de volver a poner los ojos en mi libro cuando estos chocan con la persona que está sentada frente a mí, y que me está mirando fijamente.
¿Es porque soy tan hermosa que no se me puede resistir?
O porque estabas haciendo caras hacia la nada mientras debatías conmigo y te estabas riendo sola.