ULISES.
Cuando llegó después de dejar a Emma, siento el dolor de espalda de nuevo. Le pido a Vanessa que no deje entrar a Lana en mi habitación ya que no tengo ganas de ella ni de soportarle sus berrinches.
En ese transcurso me pongo a dibujar y se me anochece, no paro de pensar en lo que hice delante de el innombrable, solo recordar me da risa. Es que verle ahí como todo un novio perfecto se veía ridículo, viendo como a su chica le quitaban una hoja de su cabello o como tenía su atención lo hacía verse más imbécil todavía.
¿Ya se habrá ido de su casa? Miro el reloj y son las 12:40.
Tomo el móvil y le marco a la quinta llamada me contesta, espero no interrumpir nada que conlleve a ambos juntos. solo pensar en eso siento una punzada en el estómago.
—Hola, Odiseo—dice.
—Hola chiquilla, ¿ya pensaste en lo qué te dije? — le suelto, sin rodeos.
—Ya, no creo poder santi se quedará hasta el lunes y no quiero irme. —dice —será otro día.
agradezco que su voz no suene agitada.
Aquí no hay otro día, está a mi cargo prácticamente.
—Pues que el innombrable nos acompañe hay espacio para él en el maletero. —digo y me sale una carcajada —por cierto ¿ya lo enviaste a dormir?
—Adoro tus chistes—dice secamente —sí, está en Mi sala durmiendo.
Vaya, el novio duerme en la sala está mujer sí que es resistente hasta los huesos y la admiro, claro que sí.
— en verdad llévalo irán mis amigos también, así que no hay problema de mi parte, ni siquiera sabré que está, así que si va o no; no lo notare. ¿Qué haces entonces? — le pregunto, porque aunque lo niegue, sí, me importa lo que esta haciendo.
—Leyendo, bueno estaba a nada de irme a dormir.
—No es muy de lectora irte a dormir sin un capítulo más.
Ríe —estaba en ese dilema, pero santi me ha dicho que tengo algo de ojeras y le he dicho que fue por lo de anoche así que no quiero traerlas más marcadas.
—y a quien le importan las ojeras cuando el libro es genial, anda a leerte otros tres capítulos tienes mi permiso. Y si se te marcan las ojeras buscamos un remedio. —le digo algo molesto—¿cuál libro es?
—Nunca creí seguir órdenes de un hombre ajeno a mi, pero te haré caso Ferreira leeré cuatro. —dice riendo — diario de una enfermera.
—Más le vale cumplir chiquilla, después me lo cuentas, lo leería pero tengo toda la semana ocupada como para darte mi punto de vista, ¿es la primera vez que lo lees? —le pregunto. Tengo tiempo de leerlo, pero se escucha bastante emocionada y habla de el como si fuera una experta así que no hay mejor cosa para un lector que contar ese libro que han acabado de leer a las 3 de la mañana y no tienen a quien contarle.
—Ya dijiste y no planeo callarme ni con helado—dice emocionada —bueno si es un bote tal vez, es la quinta vez que lo leo.
—Bueno, no te compraré helado ese día—digo riéndome. —eres entonces una experta. Te dejo para que lo termines, mandare por ustedes a las 10.
Cuelgo la llamada y me marchó a la cama. Me siento diferente e incluso puedo sentir como todos lo notan, un día me sentía de un modo y ahora siento mil cosas no sé lo que es pero confieso que me gusta.
—Cariño, despierta. —siento besos por toda la cara.
—Cariño, ya levántate. — estoy despertando cuando veo a Lana. Por algún motivo mi cuerpo reacciona a sus caricias y ella disfruta cada beso que le doy, quisiera sentirlos pero no sucede.
—Amaneciste cariñoso, como me gusta—empieza a sacarme el pijama. Y de la cajonera saco un preservativo.
Pasamos parte de la mañana pegados y aunque ella disfruta y yo también, sé que no estamos hechos a la medida del otro.
A las nueve con cuarenta ya estamos vestidos.
—Bueno, hora de irnos— suelta Lana emocionada, y mirando a todos angelicalmente.
—Estamos esperando a alguien más así que guarda la calma —le dice Saúl.
—si ya estamos todos, no falta nadie. —me mira.
—Lana, por favor espera solo veinte minutos más —le digo, y me sonríe pícaramente.
Salgo al balcón y estoy metido en mi lío de siempre que es mi cabeza.
—Ni sé nota que Lana y tú hicieron cositas malas. —me dice Vanessa.
—¿Cómo sabes? nunca he hecho cosas buenas.
—su humor cambia totalmente.
—Mujeres.
— ¿Solo son amigos? —suelta Ness. — o ¿por qué tanta confianza?
—si te refieres a Emma, es hermana de un amigo y sabes cuánto aprecio a las buenas amistades.
—oh, ¿Quién hablo de Emma? Bueno, es que tú no tratas a nadie con tanta paciencia, ni le insistes en que haga algo, dime ¿Te gusta? —pregunta intrigada.
—Bueno, solo soy atento con alguien y no es nada alarmante. —la miro— tiene novio Ness, así que deja de hacer preguntas obvias. —le digo.
—oh, ¿De cuándo acá te es imposible quitarle a alguien a su chica? Puedes hacerlo nada te lo impide—me dice y no contesto nada solo la miro.—Lana no es un impedimento y lo sabes aparte de que me cae mal. Y no contestaste la pregunta. —me mira con un atisbo de felicidad.
Prefiero irme.
—Está s siendo deshonesto Uli, Eso no te gustará que se divulgue. —grita y ríe.
Cuando llego veo a Emma y al imbécil de su novio.
Paso de largo ignorado los, ni siquiera sé porque estoy molesto pero ella no parece captar mi indiferencia.
Una vez en las camionetas nos hemos dividido en dos grupos Paola, Saúl, Manuel y Ness. En una y en la otra Lana, Santiago, Emma y yo.
Vamos con rumbo a Estrasburgo, después de un viaje un poco largo, estamos pisando lo.
Es un lugar muy bonito, colorido y llamativo.
—¿listo para continuar el día disfrutando de este lugar?—dice Emma detrás de mí.
—Claro, porque no debería estarlo—le respondo.
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Editado: 15.11.2022