Seis

Unos veinte minutos más tarde, Ian y yo estábamos en la puerta del jardín esperando la señal de Ariana.

— Listo. Buena suerte chicos — Me dijo ella.

El plan que había ingeniado Ian era simple pero inteligente: nos presentaríamos él y yo ante James y Natasha, nos rendiríamos con la condición de que nos devolviera a Nan y ellos podían enviarnos al infierno, matarnos o lo que sea que se les ocurriera, pero, mientras Ian dictara las condiciones, los poderes de Nan explotarían demasiado fuerte, dándonos ventaja para atarlos, o sea, el infierno desatado en la tierra. Debía admitirlo, el chico era inteligente.

— Hora de hacerlo, Ian.

Éste asintió y de una patada destrozó la pequeña puerta del jardín, dejando ver a una pequeña pelirroja atada de pies a cabeza ensangrentada en un círculo de tres personas. Ian y yo nos quedamos cortos de respiración ante eso.

Una figura se volteó, para nada alterada, debo añadir, para vernos.

— ¡Oh! — Exclamó James alejándose un poco de Nan —. ¡Llegaron! Nos estábamos preguntando que tanto le teníamos que hacerle gritar a Nan para que ustedes llegaran a escuchar sus gritos, ¿o no, Nat?

La segunda persona se puso a la altura de James con una chillona e irritable risa, dejando ver a la tercera persona: Addyson Millar.

— Veo que lo estás disfrutando mucho, ¿no es así Nat? — Le preguntó Ian.

Ella dejó de reír y detallo bien a mi acompañante. Una mirada de asombro y temor cruzó rápidamente su cara que si hubiese parpadeado me la hubiese perdido.

— Pequeño Ian, que grata sorpresa, tenía entendido que no venias sino dentro de dos días —volvió a caminar hacia el cuerpo ensangrentado de Nannette —, ¿o en eso también me mentiste, pequeña zorra? — Dijo dándole una patada justo en las costillas a su hermana. Ésta gritó.

Reprimí el impulso de avanzar y matar a Natasha. Hay que seguir el plan, hay que seguir el plan.

— Basta, por favor  —suplicó Nan.

James le dio una mirada comunicadora a Natasha y ella asintió.

— Te salvas, perra —le dijo Natasha, luego miró a Addyson—. Cuídala, Ad.

— Kiara, cuando se desate el infierno aquí, necesito que pongas inconsciente  a Addyson Millar — le pedí a mi mejor amiga, escondida en uno de los árboles del jardín.

— ¿Qué mierda está haciendo Addyson ahí? — Preguntó ella.

— No lo sé, sólo has lo que te pido.

— Como ordenes, capitán.  

Mentalmente, puse los ojos en blanco.

— Como ya sabrán, este jardín fue en donde le organice una pequeña cita a su amiga —decía James mientras caminaba hacia nosotros—, pero ella… la muy puta me rechazó y se fue corriendo hacia ti, Cameron, lo cual es una pena, ¿no lo crees? Pero, por culpa de ella ustedes dos están aquí, así que no es una causa perdida.

Emití un bufido.

— No estoy aquí por ella.

Él me miró con diversión.

— ¿Ah, no?

— No. Estoy aquí por ti. Me amenazaste, a mí y a mi familia, ¿recuerdas? Y nadie se mete con ellos.

Me dio una mirada mortal pero antes de que me dijera algo tenía la voz de mi hermano en mi cabeza.

 — ¿Por qué se tardan tanto? Nan está malherida, Cameron.

— Relájate, Xander.

— Esto es una estupidez. West, queremos negociar contigo —dijo Ian, cortando el monologo que no llegue a oír de West.

Eso atrajo su atención.

— ¿Ah, sí? ¿Qué clase de negociación?

Ian sonrió.

— Puedes matarnos, enviarnos al infierno, tenernos como esclavos, lo que sea, tú decides, pero primero nos tendrás que dar a Nannette.

— ¡No! ¡No! ¡NO! — Bramó Nannette de repente.

Esa era nuestra señal, pero todo a partir de ahí, paso de un borrón.

Nannette se liberó de cada una de las cuerdas que la tenían atada, liberando con ella un gran temblor anormalmente fuerte mientras que Ian iba por James que estaba impresionado por el repentino cambio de sucesos que estaban ocurriendo. Xander, Kiara y Adam salieron de su escondite; Adam y Xander ayudando a Ian y Kiara haciendo el favor que le pedí. Nan de un momento a otro estaba detrás de su hermana empujándola al piso ésta cayó y ella aprovechó para subírsele encima golpeándola en la cara una y otra vez.