Ubicar a Adam fue fácil. Estaba hablando con Kiara para cuando le hice una seña para que se acercara. Él, sorprendido porque yo siquiera le dirigiera la mirada se quedó unos segundos estancado en su lugar, hasta que volví a hacerle señas, ahí vino a paso veloz.
Me volví hacia Nannette.
— No quiero dejarte ir —le confesé.
— Estaré bien, Adam es tu mejor amigo ¿no? Él sabrá cómo cuidarme.
Como un gotero, gotas de celos en mi caían condenamente rápido.
— Claro —puntualicé duramente.
A mi novia no le dio tiempo en contestar ya que un carraspeo interrumpió.
— ¿Sí? — preguntó Adam, cuando estuvo en nuestro pequeño círculo.
— Llevaras a Nannette. Hubo un pequeño cambio de planes —le informé.
A Adam, aunque quería demasiado arrancarle la cabeza en estos momentos, era mi mejor amigo, no confiaría en otra persona tan capaz como él para encomendarle mi razón de vivir. Ni siquiera a Kiara.
Sí mi informe lo había sorprendido, debió ocultarlo muy bien.
— Está bien —indicó.
Nannette, quien estaba a mi lado se alejó con él y a pesar de mi arranque mortal de celos, lo cual era emoción nueva, me costó muchísimo no agarrarla nuevamente y hacerle caso omiso a la maldita solicitud de mi gemelo. Estuve cerca de hacerlo. Muy cerca.
Adam y ella se habían posicionado con Kiara y Amber. Nannette estaba lo suficientemente distraída como para que se diera cuenta de que mantendría una pequeña conversación mental con Adam.
— Sí la llego a ver con el mínimo rasguño, no me importa si ella se lo hiciera sola, considérate hombre muerto, ¿de acuerdo? Ahora ella está a tu cargo.
Desde mi posición pude ver como éste esbozaba una gran sonrisa.
— Estará bien conmigo, ya relájate. Me haces recordar los tiempos en los que eras exactamente igual con Ariana.
Está vez, yo sonreí.
— ¿Cómo, exactamente, era yo con Ariana?
— Gruñón y malditamente sobreprotector —puntualizó.
— Odio no ser partes de las conversaciones mentales y tú lo sabes —dijo la voz suave de Nannette en mi cabeza.
Quité la vista de Adam y visualicé a Nannette, ella seguía hablando relajadamente con Amber y Kiara, así que no entendía como se había dado cuenta de eso. Hasta que volví a pensar con quien estaba.
— Pequeña Amber, ¿no te han dicho demasiadas veces que escuchar conversaciones mentales es de mala educación y mucho más decirle a tus compañeras sobre eso? —dije en tono burlón.
Amber dejó de hablar con Kiara y Nannette, buscó con su mirada rara hasta que me halló. Me sonrió penosamente, pero aun así me saco el dedo del medio. Le sonreí.
Nannette vio la dirección de la mirada de su mejor amiga y se sonrojó cuando me vio.
— Eres una pequeña amenaza, ¿sabías?
— Y tú un idiota.
— ¿Ya le dijiste a Adam sobre tu pequeño miedo a volar? ¿Quieres que te ayude en eso?
— Llegas a hacerlo y date por muerto —indicó, sonando divertidamente agresiva.
Me reí en voz alta y meneé la cabeza. Ian, que estaba detrás de mí, carraspeó sutilmente. Me volví hacia él.
— Si no te molesta, tu hermana quiere que dejes de coquetear y nos pongamos en marcha —comentó.
Puse los ojos en blanco, pero asentí.
— Vámonos —dije por enésima vez desde que salimos del internado.
Ian emprendió vuelo primero y yo lo seguí rápidamente. No tuve que mirar hacia atrás para saber que los demás ya habían iniciado vuelo.
Desde la altura en que estábamos todo se veía exclusivo. Sabía que jamás me cansaría de ver las cosas de esa forma, todo desde las alturas se veía único, era agradable la idea de volar, sentir el aire fresco en la cara y en mis pulmones. Volar era algo que hacía para poder distraerme de todos mis absurdos problemas, pero claro, eso no significaba que escapara de ellos.
Admiraba la vista para cuando Ian me sacó tema de conversación.
— ¿Ya te dijo nuestra chica sobre su temor a volar?
Mi sentido de “aventurero” se extinguió cuando dijo “nuestra chica”. El hombre de las cavernas que habitaba en mi interior salió a la luz trayendo con él una ira implacable. Lo miré secamente.