Una gran sonrisa estaba en la cara de mi hermosa sobrina.
— ¡Elle-Ryn! —exclamé, abandonando mi posición, corriendo hacia ella para abrazarla, solo que, una gran y brillante flecha dorada hizo detenerme y caer al suelo.
— ¡¡Cameron!! —chilló mi hermana, intentando acercarse, pero Adam se lo impidió.
— ¿¡QUIEN SE HA OSADO EN DISPARAR!? —Rugió mi sobrina, muy enfadada.
— Elle-Ryn-Ahleethia, solo trataban de…
— Cállate Miguel —interrumpió ella, corriendo hacia mí. Rasgó mi camisa en un rápido movimiento y quitó de mi hombro la maldita flecha.
— ¡Maldición, Elle-Ryn! —grité.
— Ya, ya, relájate —pidió, poniendo una mano en mi herida sangrante, curándola.
Ya no sentía ningún tipo de dolor y mi cuerpo se sentía estabilizado. Suspiré levantándome, moviendo mi brazo.
— ¿Tienes permiso para hacer eso en tierra? —pregunté, sonriendo irónicamente.
Resopló.
— Si hablamos de permisos…—dijo, dejando la frase inconclusa.
Levanté mis manos en son de paz y ella río. La atrapé en un abrazo de oso gigante.
— Como te extrañé —dije, en su pelo.
— Dios mío, puedo decir lo mismo Rhee —murmuró, cuando se hubo soltado de mi abrazo.
— ¿Alguien tendría la amabilidad de explicarnos qué mierda sucede aquí? —chilló la voz de Amber.
— ¿Y te la pasas con ellos y su lenguaje? —comentó Elle-Ryn, en mi mente.
— ¡Escuché eso! —exclamó Amber.
Solté una carcajada.
— Pueden guardar sus alas, chicos —indiqué—. Fue falsa alarma. Pueden venir.
Ellos me hicieron caso y se acercaron a un paso mortalmente lento. La mirada de mi sobrina se posó únicamente en Nannette con añoranza. Cuando ellos estuvieron a nuestra altura Elle-Ryn le preguntó a Nannette:
— ¿Puedo abrazarte?
Nan, impresionada, asintió y así mi sobrina se le abalanzó encima.
— Khileniah —susurró ella en su cuello.
De Nan brotó un pequeño sollozo.
— Pensé… Pensé…
— Se lo que pensaste Khileniah, pero no estoy aquí por eso. A él lo amo como parte de la familia, en cambio mi Padre…—continuó ella, cuando se soltaron.
— Lo entiendo —respondió mi novia.
Elle-Ryn le secó una lágrima corriendo por su mejilla.
— Hija, te he extrañado demasiado —dijo, sinceramente, pasando su mano por su cara.
Este era momento de madre e hija. Aunque sabía que para Nan mi sobrina era toda una completa desconocida podía apostar que sentía una gigantesca conexión con ella.
Un carraspeo interrumpió la ocasión.
— Piérdanse —vociferó Elle-Ryn a los ángeles, sin mirarlos. Tal como ella ordenó, todos se esfumaron.
— ¿Y bien? —inquirió Amber, esperando respuestas.
— Ah, cierto. Lo había olvidado. Am, ella es Elle-Ryn- Ahleethia, hija legal de Dios, sobrina mía y madre de Nan —le informé.
Ella quedó boquiabierta.
— Eso…
— Es posible —completó Elle-Ryn, sonriéndole. Observó bien a todos mis compañeros y en Xander y Ariana se le asomó por su mirada añoranza. Se detuvo en Ian—. Isheal —saludó.
Ian mostró una gran sonrisa socarrona.
— Elle-Ryn—contestó.
— Me haces una falta gigante allá arriba. Mis aconsejadores realmente apestan.
Él se río.
— Sabes donde puedes encontrarme si te hago falta, diosa.
Ella hizo una gran “O” con su boca.
— ¿Estás diciendo eso de verdad? — inquirió, entusiasmada—. Pensé que no querías relacionarte con nada del cielo.
— Estoy a tus servicios, mlle1 —dijo, sin más, haciendo una tonta reverencia.