Blackness

Veinte

Una gran sonrisa estaba en la cara de mi hermosa sobrina.

— ¡Elle-Ryn! —exclamé, abandonando mi posición, corriendo hacia ella para abrazarla, solo que, una gran y brillante flecha dorada hizo detenerme y caer al suelo.

— ¡¡Cameron!! —chilló mi hermana, intentando acercarse, pero Adam se lo impidió.

— ¿¡QUIEN SE HA OSADO EN DISPARAR!? —Rugió mi sobrina, muy enfadada.

— Elle-Ryn-Ahleethia, solo trataban de…

— Cállate Miguel —interrumpió ella, corriendo hacia mí. Rasgó mi camisa en un rápido movimiento y quitó de mi hombro la maldita flecha.

— ¡Maldición, Elle-Ryn! —grité.

— Ya, ya, relájate —pidió, poniendo una mano en mi herida sangrante, curándola.

Ya no sentía ningún tipo de dolor y mi cuerpo se sentía estabilizado. Suspiré levantándome, moviendo mi brazo.

— ¿Tienes permiso para hacer eso en tierra? —pregunté, sonriendo irónicamente.

Resopló.

— Si hablamos de permisos…—dijo, dejando la frase inconclusa.

Levanté mis manos en son de paz y ella río. La atrapé en un abrazo de oso gigante.

— Como te extrañé —dije, en su pelo.

— Dios mío, puedo decir lo mismo Rhee —murmuró, cuando se hubo soltado de mi abrazo.

— ¿Alguien tendría la amabilidad de explicarnos qué mierda sucede aquí? —chilló la voz de Amber.

¿Y te la pasas con ellos y su lenguaje? —comentó Elle-Ryn, en mi mente.

— ¡Escuché eso! —exclamó Amber.

Solté una carcajada.

— Pueden guardar sus alas, chicos —indiqué—. Fue falsa alarma. Pueden venir.

Ellos me hicieron caso y se acercaron a un paso mortalmente lento. La mirada de mi sobrina se posó únicamente en Nannette con añoranza. Cuando ellos estuvieron a nuestra altura Elle-Ryn le preguntó a Nannette:

— ¿Puedo abrazarte?

Nan, impresionada, asintió y así mi sobrina se le abalanzó encima.

Khileniah —susurró ella en su cuello.

De Nan brotó un pequeño sollozo.

— Pensé… Pensé…

— Se lo que pensaste Khileniah, pero no estoy aquí por eso. A él lo amo como parte de la familia, en cambio mi Padre…—continuó ella, cuando se soltaron.

— Lo entiendo —respondió mi novia.

Elle-Ryn le secó una lágrima corriendo por su mejilla.

— Hija, te he extrañado demasiado —dijo, sinceramente, pasando su mano por su cara.

Este era momento de madre e hija. Aunque sabía que para Nan mi sobrina era toda una completa desconocida podía apostar que sentía una gigantesca conexión con ella.

Un carraspeo interrumpió la ocasión.

— Piérdanse —vociferó Elle-Ryn a los ángeles, sin mirarlos. Tal como ella ordenó, todos se esfumaron.

— ¿Y bien? —inquirió Amber, esperando respuestas.

— Ah, cierto. Lo había olvidado. Am, ella es Elle-Ryn- Ahleethia, hija legal de Dios, sobrina mía y madre de Nan —le informé.

Ella quedó boquiabierta.

— Eso…

— Es posible —completó Elle-Ryn, sonriéndole. Observó bien a todos mis compañeros y en Xander y Ariana se le asomó por su mirada añoranza. Se detuvo en Ian—. Isheal —saludó.

Ian mostró una gran sonrisa socarrona.

— Elle-Ryn—contestó.

— Me haces una falta gigante allá arriba. Mis aconsejadores realmente apestan.

Él se río.

— Sabes donde puedes encontrarme si te hago falta, diosa.

Ella hizo una gran “O” con su boca.

— ¿Estás diciendo eso de verdad? — inquirió, entusiasmada—. Pensé que no querías relacionarte con nada del cielo.

— Estoy a tus servicios, mlle1 —dijo, sin más, haciendo una tonta reverencia.



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En el texto hay: angelescaidos, dioses, angelescaidos romance

Editado: 15.07.2018

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