BLANCA
—Mátalo —dijo una fría voz a mis espaldas. Su voz resonó por toda la guarida haciendo que retumben la paredes a su paso—. ¿Dices que eres buena en lo que haces? Pues demuéstralo.
Una sonrisa sarcástica se apoderó de mi rostro
—No necesito demostrarte nada, yo sé quién soy, y de lo que soy capaz —no tuve que parpadear para saber lo que seguía, hice descender el cuchillo y lo introduje rápidamente en el corazón del hombre que me tocaba asesinar.
—Te haces llamar la mejor cuando ni siquiera haces que tu víctima sufra, una muerte rápida no es tan divertida —dijo con un tono burlón.
—Nadie es tan importante como para que le dedique mi tiempo, ni siquiera para morir —aclaré, y me alejé.
Desperté sobresaltada, con el cabello empapado pegado a mi frente, me giré para ver el reloj que tenía sobre la mesa de noche -2:37 a.m- estaba segura de que me costaría conciliar el sueño y no tenía ninguna intención de volver a dormir. Me levanté de la cama y me coloqué el traje de entrenamiento, terminé mientras metía mis pies en las botas y salí de la habitación.
Caminé por el desierto pasillo hasta llegar a las escaleras. Las bajé y llegué a al salón de entrenamiento. Era increíble lo que podías encontrar en ella, diversos tipos de espadas, dagas, arcos y flechas, abrojos, katanas, sables, bastones de lucha, lanzas y demás.
Jamás se te ocurra molestar a un guardián cuando está en la sala de entrenamiento o verás varios objetos volar directo a tu cabeza.
"Aloysius", es lo único que en mi mente se repite, hace dos años me liberé de sus garras, toda mi vida fue dedica a hacer sus trabajos, soy una asesina de profesión, pero porque me educaron así, aunque no mentiré diciendo que no me complacía asesinar a unos cuantos bastardos. Jamás imaginé el día en que ya no trabajara para él.
Recuerdo que creí tocar la libertad con la punta de mis dedos, era una sensación que no había sentido nunca.
"Libertad". Lo que me arrebató Aloysius durante once años. Juro que el día en que lo capture no va a morir rápido.
Preferí entrenar sin armas, apartando cualquier pensamiento bélico, me coloqué las vendas en las manos y miré el saco de boxeo que tenía en frente.
—Que comience la diversión—dije.
Uno, dos golpes con la izquierda y uno con la derecha. Repetí ese ejercicio una y otra vez. —Eres diestra, cuando combatas con armas usa tu mano dominante, pero si te toca enfrentarte con alguien cuerpo a cuerpo, comienza con la izquierda, no lo verá venir —las palabras del maestro siempre estaban presentes en mi mente. Jasón jamás se equivocaba.
Dos izquierda, uno derecha ...
Aloysius asesinando a varios hombres
Izquierda...
Aloysius quemando aldeas completas
Izquierda...
Gritos de niños aterrorizados
Derecha...
Cuerpos inertes a mis pies
Izquierda...
Sangre, mucha sangre
Izquierda...
Súplicas de piedad
Izquierda, izquierda, izquierda...
—Basta —oí decir a alguien—, este es el quinto saco del mes. Somos guardianes, no millonarios.
—Azai —repliqué—, ¿qué haces despierto a estas horas?
—Lo mismo te pregunto.
Azai significaba «fuerza» , fue uno de los primeros guardianes de la organización que conocí. Siempre que conozco a alguien me concentro en el significado del nombre, eso dice mucho de la persona y sus características.
Azai es conocido por todos como el típico rompe corazones, extrovertido y sin miedo a expresarse con los demás, aunque para mí siempre será un aburrido. Un aburrido con cabello oscuro y ojos caramelo, que es definitivamente, a mi parecer, un grano en el culo. Para tener veinte años se comporta como un niño, él piensa que lo sigue siendo solo por ser un año menor que su hermano. Azai le es fiel completamente al significado de su nombre, es, junto con su hermano Bricio, que por algún motivo, significa también «fuerza» , unos de los guardianes más fuertes que he visto, después de mí, por supuesto.