Capítulo 2

BLANCA

—Genial. Azai hace algo mal y yo tengo que arreglarlo —dije sin gana alguna.

—No lo estás arreglando, lo estamos arreglando —aclaró Bricio.

—Da lo mismo, el idiota de tu hermano no sabe hacer bien su trabajo —le respondo girándome hacia Azai—. Y tú... es increíble que no pudieras asesinar bien a un abadón —refunfuñé.

—No es mi culpa que esa alimaña se me escapara.

—¡Se supone que eres un guardián, nada se te escapa!

—¡¿Ahora no puedo cometer errores?!

—¡Tus errores pueden afectar la integridad y la vida de los demás! Vivimos para proteger, no para perjudicar

—¡Bueno ya basta! Ahora lo más importante es detener a ese abandón y evitar que haga daños, si es que no los ha hecho ya —. Damas y caballeros, esa testaruda y tenaz chica es Nilah; relativo al río Nilo, significa «lo que Dios trajo para la vida»

Y vaya a quién trajo

No puedo negar que en el primer momento en que vi a Nilah, me pareció temeraria, y no me equivocaba. Ella es de las chicas que se arriesgan a todo y no le tienen miedo a nada, de esas que con una mirada ya estarías a cien metros bajo tierra. Por eso no nos hablábamos, dos caracteres explosivos en una habitación significaba peligro.

Con su larga cabellera color sol era capaz de distraer a cualquiera, y con cualquiera me refiero a Azai; aunque no es de esperarse, a Azai le gusta todo el mundo.

—Dejen sus diferencias y vayan a hacer correctamente su trabajo —dijo Jasón despidiéndonos.

Mientras salíamos de la guarida, tuve un mal presentimiento, llámenlo instinto femenino, sexto sentido o lo que sea, pero algo no iba a salir bien el día de hoy.

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Llegamos a la dirección que nos dio Jasón. Una aldea aledaña a la guarida. Al parecer un abadón estuvo haciendo disturbios por aquí, tenía el aspecto de una linda aldea, o al menos parecía haberlo sido antes de la llegada del abadón. Las calles estaban vacías, y parecía como si nadie habitara aquel lugar.

No me sorprendió en absoluto, abadón significa «el destructor», así que era razonable el estado de aquel vecindario.

—Blanca —me llamó Azai—, tienes que ver esto.

Me acerqué a donde estaban y comprendí el por qué de su llamado. Habían rastros de sangre en el suelo, y todos llevaban a una casa en particular.

—¿Qué se supone que estás haciendo? —dije al ver que Azai se dirige a la casa.

—¿Cómo que qué hago? Termino mi trabajo —respondió .

—Alguien que me dé paciencia... ¿Pero es que acaso no te das cuenta de que es una trampa?

«Genial, tenía a un idiota, a una testaruda y a un mudo para hacer este trabajo. Seguía sin entender por qué Jasón no me envió solo a mí, pude haber terminado con esto yo sola»

—¿Y qué sugieres que hagamos entonces? —hizo una pausa—, Blanca, podrían haber heridos. No me lo perdonaría jamás —me dio una mirada y continuó la marcha hacia la casa. No me quedó más que seguirlo, de todas formas alguien tenía que cubrir su trasero.

Rodé los ojos antes de emprender marcha, es entonces cuando vi la casa a la que nos dirigimos, todos mis sentidos me gritaron trampa, trampa, trampa, pero no había nada que yo pudiera hacer.

La casa no era pequeña, debió de ser hermosa antes de la llegada del abadón. Aún conservaba algunas de las tejas, que imagino, fueron blancas; de la puerta de madera solo quedaban algunos pedazos, los vidrios rotos de las ventanas estaban esparcidos por el suelo, y había señales de...¿garras? Sí, definitivamente hubo un abadón por aquí, y era más que obvio que nos dirigíamos directo a una trampa.

Azai y Nilah iban delante, mientras que a Bricio y a mi nos tocaba cubrir la retaguardia.

«Jamás me gustó estar detrás»

Avanzamos con nuestras armas en mano, Azai siempre portando su espada templaria, Nilah sus abrojos y sus dagas y Bricio su espada bastarda, un nombre curioso y perfecto para mi buen compañero.