Blanca

Capítulo 5

 

BLANCA

 

— ¿Entonces estás diciendo de que es muy posible de que existiera otra persona con sangre real en la familia de Dante? —pregunta Azai.


 

—Así es. Los abuelos de su abuela específicamente. Cualquiera de ellos pudo serlo. Es por eso que ella sabe de la familia real. Es muy posible de que le contaran historias. Le pregunté a Dante, pero no sabe acerca de ningún linaje real, jamás su abuela lo mencionó —se aseguró que estuviéramos sólo nosotros antes de decir—, creo que dice la verdad, pero su abuela sí sabía algo, y hay que averiguarlo.


 

—Hay que volver a esa casa —dijo Bricio.


 

—De acuerdo. Ve con Nilah —ordenó Jasón—. ¿Pudieron encontrar algo en los libros? —preguntó mirándonos a Bricio y a mí.


 

—No nada, es como si nunca hubiera existido —respondí—, o como si hubiesen querido ocultarla.


 

Bricio salió de la biblioteca con Nilah rumbo a la casi inexistente casa de Dante, mientras Jasón, Azai y yo íbamos a verlo.


 

Estaba junto a Amadis, sentado en el mismo lugar de donde lo dejamos. Tenía una taza de té intacta delante de él, y un plato de galletas preparadas por Amadis. Lo cual me puso de mal humor ya que ella nunca prepara galletas para nosotros.


 

Amadis significa «el gran amor, amadísima». Es como la madre de los guardianes aquí, de la misma generación de Jasón, se encarga de cuidarnos y la mayor parte del tiempo está cocinando lo que se nos antoja solo para engreírnos. Y, obviamente, cuando digo engreírnos me refiero a Azai.


 

— ¡Galletas! —exclamó él. Estaba por coger una galleta del plato pero Amadis le pegó un manotazo para que la soltara.


 

—Deja que el pobre muchacho coma un poco, debe de estar hambriento —se acercó a él, le dijo algo al oído y luego Azai se fue.


 

—Amadis ¿Cómo está él? —preguntó Jasón


 

—Más calmado, quise darle un té de lavanda, pero no quiere comer ni beber nada


 

—Si lo que quieres es morir no necesitas abstenerte de comer, puedes pedírmelo a mí —dije sonriendo dulcemente.


 

—Blanca —advirtió Jasón.


 

—No dije nada...


 

—Muy bien ¿y ahora qué? —dijo Azai regresando de no-sé-dónde.


 

—Dante —dijo Jasón—, cualquier información que puedas darnos sería muy útil en serio.


 

Él calló por un momento y luego me miró, ¿por qué demonios me está mirando?


 

—Mi abuela. Ella tenía un diario...un libro que siempre sacaba .Si están buscando algo, es posible que puedan encontrarlo ahí —dijo sin apartar su mirada de mí


 

¿Por qué me sigue mirando?


 

— ¿Sabes en dónde guardaba ese diario? —preguntó Jasón


 

—En su cuarto, ella tenía un baúl.


 

—Y por casualidad ¿alguna vez decidiste ver qué había en él?


 

—No tuve y no tendría por qué. Eran sus cosas y por mucha curiosidad que tuviera, ella era mi abuela y yo la respetaba... la respeto.

Luego de decir aquello, bajó la mirada a la taza de té


 

— ¿Algo más que debamos saber? —pregunté.


 

—Eso es todo lo que sé.


 

—Bueno, esperemos que Bricio y Nilah lo encuentren. Sino, tendremos que esperar a que regresen para avisarles.


 

Dante alzó la mirada. — ¿No pueden simplemente llamarlos por teléfono?


 

—Se nos prohíbe llevar teléfonos a las misiones. Los abadones rastrean la señal.


 

— ¿No se supone que buscan a esas cosas para cazarlas?


 

—Somos guardianes, no suicidas —respondí


 

—Al menos, no todos —dijo Azai mirándome. Lo ignoré.


 

—Tendremos que esperar a que lleguen para saber de noticias.


 

Me puse a pensar en lo que estaría pasando por la mente del tal Dante. Tendrían que entrar a saquear su casa, o al menos lo que queda de ella, remover o hasta destruir todo.



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En el texto hay: fanasia romantica, aventura magia y amor

Editado: 12.11.2020

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