Capítulo 7

BLANCA

—Y —preguntó Jasón—. ¿Cómo les fue? —estaba sentado en el sillón, detrás de su escritorio.

Era una de las pocas veces que podía acceder a su oficina, es sagrada y muy privada para él. Las paredes estaban revestidas de madera, y en ellas colgaban cuadros. Algunos de la guerra, durante de época de Los Cuatro de Oro, soldados luchando, otros caídos, frente a su escritorio había una gran ventana, desde donde se podía observar la entrada y todo el jardín de la guarida. Una gran vista.

— ¿Tú qué crees? —respondí.

—Blanca. No uses ese tono conmigo.

— ¿Cuál tono? —dije alzando una ceja.

—Por favor, cualquier otra cosa después —intervino Azai—, enfóquense en lo primordial ¿quieren?

—No.

—Blanca. Hice una pregunta, estoy esperando la respuesta.

Rodé los ojos y contesté. —Lo tomó como alguien normal, supongo, angustiado y aliviado.

—Bien. Ahora que ya lo sabe podremos continuar tranquilamente con las investigaciones y avances. Hazme el favor y llama a Nilah y a Bricio, los necesito aquí —ordenó Jasón.

—Como ordene, jefe.

Salí de la habitación y me dirigí a las escaleras, las subí y me encaminé por uno de los pasillos para ir al dormitorio de Nilah y justo en ese momento iba Bricio caminando por ese mismo pasillo. —Oye, grandote, Jasón quiere verte. Está en su oficina —le dije. Él sólo me dirigió una pétrea mirada y comenzó a andar rumbo a la oficina.

Continué con mi camino y llegué hasta la puerta del dormitorio de Nilah. Toqué sólo dos veces y abrí la puerta sin miramientos. Ella estaba sentada al filo de su cama, revisando sus flechas y su carcaj, Nilah es buena manejando el arco y la flecha aunque su especialidad sean los abrojos y las dagas, ella ama esas armas, me observó mientras me crucé de brazos y me apoyé contra el marco de la puerta.

— ¿Qué es lo que quieres? —preguntó furiosa.

—Endulzarte la vida.

—De acuerdo modificaré la pregunta: ¿A qué has venido?

—A endulzarte la vida —respondí con una sonrisa maliciosa.

—Largo —repuso ofuscada.

— ¿Y perderme la oportunidad de hacerte enojar? No gracias. Paso.

Calló por un momento, y al ver que estaba empezando a aburrirme la situación decidi ponerle fin: —Jasón te quiere en su oficina. Ahora —no dijo nada, y continuó revisando su flechas.

— ¿No has escuchado? Quiere verte ahí ahora. Él...

—Me ha percatado de que pasas mucho tiempo con Dante.

— ¿Con quién?

—El civil.

—Ah él ¿Tú también? Perseguí a Azai por todo el jardín por eso, y la verdad es que no estoy dispuesta a hacerlo contigo. Aunque ustedes dos parecen tener una buena compenetración—sonreí abiertamente dejando ver toda la malicia que había en mi interior.

Me dio una mirada asesina y luego dijo: —Muy compasivo de tu parte compartir su pérdida y su dolor, que empatía la tuya.

—Solo cállate ¿quieres? Jasón te llama —apuré.

Ella se levantó de la cama y caminó en dirección a la puerta cuando se detuvo junto a mí. —Si sabes que hay cosas que no te gustan, no las hagas con los demás.

Alcé una ceja a modo de respuesta. —Sabes de lo que hablo —dijo, y se alejó.

Me cuestioné si estaba dispuesta a meditar en sus palabras, pero la verdad era que no. Me fui sin cerrar la puerta, supuse que ella ya contaba con eso.

Fui directo a mi dormitorio, pues necesitaba recoger mi bracamante. La había dejado tras perseguir a Azai y no me gusta estar lejos de ella. Estaba sobre mi cama, como la había dejado, pero tenía una sensación extraña. Como si me observaran. Me detuve un segundo para cerrar los ojos y agudicé mi oído. Sentía como si el aire mismo me susurrara. Había tenido sensaciones cómo está desde hace días, y aún seguía sin encontrarles una explicación. Aunque decidí no pensar en eso por ahora ya que tenía otras cosas, no más importantes, que resolver.

Descendí por las escaleras para poder llegar a la oficina de Jasón. Mientras me encaminaba hacia ella, vi a Nilah salir del cuarto de interrogación. Me pareció extraño, pero continué mi camino hacia la oficina, siguiendo los pasos de Nilah.