Año 3000, 01 de Abril.
El viaje fue bastante cómodo, sin inconvenientes, en menos de una hora el viaje habia concluido, despues de todo, la tecnologia avanzo de forma destacable, haciendo mucho más faciles cosas como recorrer grandes distancias en tan poco tiempo, cuando en tiempos atras te tomaria horas llegar.
Sus maletas ya se encontraban en sus manos al igual que otras pertenencias. A la distancia Meredit logro observar a la mujer que les daría alojamiento en su hogar. Vestia una blusa de botones simple en color negro, unas bermudas para mujer en color mezclilla y una sandalias que brillaban por las pequeñas piedras que estas tenian, unos curiosos lentes en forma de corazón oscuros cubrian sus ojos. En cuanto la localizo, tomó la mano de su marido e hijos para emprender camino hacia la mujer de figura delgada.
Minerva al tomar en cuenta la localizacion de la unica mujer de cabellos tan rizados como Meredit, alzo su mano derecha para hacerse notar, aunque, esto no era tan necesario pues parecia que ella la había localizado mucho antes.
Meredit se detuvo a un escaso metro de distancia de la mujer de largos y ondulados cabellos, sorprendida por el trío de niños que se mantenian a un lado de su aparente madre, todos agarrados de la mano, y Minerva sosteniendo la pequeña mano de la aparentemente menor de los niños. Estos mantenian un parecido con la mujer a excepcion de los ojos, los cuales eran de un color purpura, sin embargo, la menor de ellos era quien menos parecido tenia, pues su cabello era de un color blanco, lo cual era muy raro de ver.
- Tanto tiempo sin vernos, Minerva - Saludo Meredit acercandose a Minerva para otorgarle un abrazo, - No sabía que tenía sobrinos - dijo con un aire de amistoso, su contraria tan solo rio de forma suave.
- Te contaré todo cuando lleguemos, vamos que la comida en casa nos espera - tomando sus cosas, la familia conformada por Meredit, Micheal y sus hijos, siguieron a la mujer de curiosos ojos color avellana.
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Estaban realmente impresionados, el "humilde" hogar de Minerva era una mansión demasiado grande para su gusto. Si bien el exterior era impresionante, ni hablar del interior. En cuanto el auto rojo de la mujer de larga cabellera entro al lugar, quedaron maravillados por tan agraciados y elegantes jardines.
-- Hemos llegado - anuncio Minerva una vez que le auto estuvo frenta la puerta principal mientras bajaba junto a sus hijos, justo cuando salio, un par de lobos llegaron hasta ella moviendo la cola de un lado a otro.
-- Realmente es muy lindo tu hogar, Minerva - alago mientras bajaban sus maletas de la cajuela, sus pequeños retoños se encontraban siendo analizados por el par de caninos.
-- Agradezco tu elogio pero no es para tanto - sonrío mientras introducia la tarjeta llave para abrir la puerta principal - Bien, pueden pasar, por favor sientanse comodos -
-- Gracias por recibirnos, prima - agradecio de forma sincera a su familiar.
-- No hay problema Meredit, es bueno volver a verte - devolvio el gesto, sonriendo de forma tenue.
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Almorzaron en completa tranquilidad, el par de niños que eran hijos de la mujer de cabellos rizados y ojos de oro se encontraba muy tranquilo, de igual forma, los retoños de Minerva se comportoban de forma timida ante los aparentes extraños para ellos. Ya los habían presentado como sus "tíos" y "primos", sin embargo, la timidez aun persistía. Ante esto, ninguna de las dos mujeres pudo hacer más para ayudar a dejar la pena, tan solo dejarían que poco a poco se conocieran, total tenían tiempo.
En cuanto la comida fue finalizada, aparentemente los niños perdieron su timidez, puesto que invitaron a sus primos a jugar en el gran jardin junto al par de lobos, los cuales curiosamente, eran opuestos, uno era blanco y el otro negro.
Michael se excuso del comedor comentando que tenía que desempacar las maletas, dejando así a las dos mujeres solas mientras lavaban los trastes sucios.
-- Minerva, ¿lo recuerdas? - comento de repente la bruja blanca, recibiendo una mirada algo confundida de su familiar - Cuando eramos pequeñas, siempre que nos ponían a lavar los platos terminabamos mojadas por estar jugando - un brillo de nostalgia invadio aquellos posos de oro.
-- Cierto - la suave sonrisa surco por sus labios - Era realmente divertido, en ese tiempo, ninguna de las dos nos preocupabamos por nada - el tono anhelante en su voz no combinaba para nada con la sonrisa que en su rostro - ¿Como esta tu madre, Meredit? - cuestiono en un tono un poco seco, muy diferente al anterior, aunque la mujer de piel morena no parecio notarlo.
-- Ella esta bastante bien, pero aun hay cosas en las que no coincidimos - la molestia era notable, tanto en su voz como en su rostro, sin embargo, su expresión cambio cuando parecio recordar algo - Por cierto, Minerva - llamo su atención.
-- ¿Qué pasa? -
-- ¿Y el padre de los pequeños Haruka, Kai y Aiko? No lo hemos visto - aunque no lo dijo con mala intención, aun así, Minerva no pudo evitar cambiar su expresión por una un tanto triste.
-- El, no vendra - respondio de forma calmada, pero con un deje de tristeza - Lamento que no puedas conocerlo - fue lo último que dijo para luego retirarse.