Me despierto y siento un horrible dolor de cabeza, recuerdo que estaba bebiendo y bailando en la fiesta, regrese a la residencia, y lo primero que escucho en el pasillo son gritos, sigo avanzando y me doy cuenta que los gritos provienen de mi habitación, abro la puerta y lo primero que veo es a ese maldito besando a Alana, y ella tratando de quitárselo de encima, lleno de furia lo agarro del brazo, y lo lanzo al suelo, al darle el primer golpe, me doy cuenta que era Cristian mi ex mejor amigo, así que con toda la furia lo golpee, lo golpee por lo que le hizo a Alana y por lo que le hizo a mi hermana, lo iba a matar, no podía detenerme, la furia se apodero de mí, de pronto siento como unos pequeños brazos me rodean, me tense al sentirlo, pero me di vuelta y la abrace con toda mi fuerza, recordé a mi pequeña hermana, siempre cuando llegaba a casa hacia lo mismo.
El maldito de Cristian se puso de pie y se marchó, Alana lloraba sin consuelo alguno, yo sin saber que hacer acariciaba su cabello, hasta que se durmió, trate de irme a mi cama, pero ella me abrazaba muy fuerte, como si tuviera miedo que la fuera a dejar sola, ese pensamiento me puso feliz, así que me quede en su cama, lentamente salgo de su cama, y me dirijo al baño, cuando salgo ella ya no estaba en la habitación, se había marchado solo encontré una nota:
Para Marco.
Gracias por lo que hiciste ayer por mí.
Esas ocho palabras, fueron suficientes para alegrarme el día, muy feliz salí de la habitación y corrí a clases, pero como no todo es perfecto tuvo que aparecer Sabrina y arruinarme el excelente día que tenía, trate de evitarla a toda costa y poder llegar a clase, pero por su culpa, me dejaron afuera, pero porque me preocupa si yo nunca entro a las primeras horas, que me pasa pensé- en fin, aprovechando que ya perdí las primeras horas de clase, fui al campo de futbol, y sin imaginarlo la vi ahí sentada en el graderío, con su mirada perdida y sus auriculares, me acerque lentamente y me senté junto a ella, ni siquiera se dio cuenta de mi presencia, por lo que me puse de pie y me marché, no quería incomodarla, sabía que lo que vivió ayer fue algo muy difícil de asimilar.
-al despertarme siento un brazo en mi cintura, trato de moverme, pero no me lo permite, así que me quedo en la misma posición evitando que se despierte, poco a poco Marco abre los ojos y yo finjo estar dormida, después de unos instantes él se levanta y entra al baño, en eso yo aprovecho para escribirle una nota que dejo en su cama y salir. Cuando ingreso al aula lo primero que veo es al que trato de abusar de mi la noche anterior, por lo que salí corriendo y llegue hasta el campo de futbol, estaba perdida, pensaba en si era buena idea haber dejado Madrid, hasta que siento que alguien camina lentamente y se sienta junto a mí, el corazón me latía a mil, sabía perfectamente quien era, pero no lo preste antencion, y se marchó, sabía que después de lo sucedido ayer, no se me quería acercar, y tiene toda la razón quien quiere estar cerca de una mujer como yo, pensé, poco a poco las lágrimas caían, por mis mejillas, sin yo poder evitarlo.
Sin darme cuenta, las horas habían pasado, las clases habían terminado y yo seguía en el graderío, así que me fui a la habitación, cuando llegué él estaba ahí, acostado en su cama, sin decir nada, me acosté en la cama, mirando el techo, no sé en qué momento me quede dormida.
Verla dormir era una de las cosas más bellas, desde que entro en la habitación, tuve unas inmensas ganas de abrazarla, pero me controle, sabía que solo la asustaría, así que la observe desde mi cama, ver como se relajaba y poco a poco se quedaba dormida. Eran las 10 de la noche y ella aún seguía dormida, tenía pensado ir a comprar algo para cenar, pero en cuanto iba saliendo la escucho gritar, inmediatamente me acerco a ella y trato de levantarla
-no Mario, por favor no me hagas daño- gritaba, se levanta de golpe muy asustada, yo estaba junto a ella muy preocupado.
-que sucede- pregunté. Ella solo negó con la cabeza. –vamos confía en mí, me preocupas.
-lo siento son cosas personales, que no se lo puedo contar a un desconocido, - eso que dijo fue como un puñal que me lo clavaron muy en el fondo, y no sé porque me dolió tanto.
- sea lo que sea necesitas ayuda, que te levantes gritando el nombre de una tal Mario, dije de forma brusca y salí de la habitación, sé que me porte muy mal con ella, pero lo que me dijo me dolió más de la cuenta.
Cuando volví a la habitación, me imaginaba que ya estaba dormida, pero en cuanto me acosté sentí un peso, en el lado de mi cama. –podemos hablar- dijo con la voz temblorosa.
Me senté en la cama apoyando mi espalda en la pared, esperando a que hablara.
-yo lo siento, dijo- me porté muy grosera contigo, tú no tienes la culpa de nada, y no tuve por qué hablarte de esa forma.