- ¡Ah! ¡Ah! - los gritos de Cobra retumban en toda la casa, los gritos expresan dolor, agonía y un profundo sufrimiento.
El primero en entrar en la recámara es Peter, que descubre a la mujer haciendo exactamente lo mismo que hacía en el castillo cuando tenía la carga de la maldición.
En sí, Cobra aún está dormida, recostada sobre su espalda en la cama, pero se retuerce de manera anormal y violenta, gritando y aferrándose con fuerza al colchón de la cama, como si fuera la única manera en la que ella se mantenía conectada con este mundo.
- Cobra… - Peter la sujeta por la parte de atrás de la nuca y el cuello, impidiendo que la cabeza se golpeara con la cabecera de madera. - Cobra…
La fuerza de Cobra es mayor a la de él, obligándolo a sentarse sobre ella para evitar que se siguiera moviendo. Al hacer esto, Peter siente la cama húmeda y viscosa. El mago se concentra en despertar a la aprendiz en lugar de observar de dónde provienen las manchas en la cama.
- ¡Cobra! ¡Despierta! - Peter no logra hacer que ella abra los ojos.
En ese momento, llegan el resto de los habitantes de la casa.
- ¿Qué rayos pasa aquí? - pregunta casi gritando Mamba al momento en que entra a la habitación y ve el cuadro completo. - ¿Qué le pasa a Cobra?
- Está soñando… tiene una pesadilla. - contesta Peter.
De la nada, el cuerpo de Cobra deja de sacudirse, adquiriendo una calma inquietante; las manos, poco a poco, sueltan el colchón, dejando profundos surcos en la orilla de metal.
- ¿Cobra? - llama Peter, pero no obtiene respuesta.
Mamba se acerca a la cama, pendiente de lo que sucede, hasta que escucha que sus pasos emiten un sonido húmedo y ahogado, la suela de sus botas parecen deslizarse con demasiada facilidad sobre el suelo; la cazadora se percata del enorme charco de fluidos extraños que se ha formado alrededor de la cama y los chorros de “aceite” que se escurren del colchón.
- ¿Qué pasa…? - iba a repetir la pregunta el emperador recién llegado, pero el brazo de Mamba se interpone en su camino, impidiendo el paso.
- No se acerque, majestad. - dice Mamba, hincándose sobre la mancha.
Con la yema de los dedos cubiertos por la piel del guante, recoge una cantidad de la sustancia; en cuanto los sensores en los guantes tienen contacto con el líquido café, los instrumentos de la cazadora comienzan el análisis para determinar su composición. En cuanto salen los resultados del análisis, Mamba palidece.
- Peter… - lo llama Mamba. - ...es sangre. Esta cosa es la sangre de Cobra.
- ¡¿Cómo dices?! - la pregunta de Felipe rebota en la habitación.
En ese instante llegan Coralillo y Cecilia, quienes, sin esperar a una orden específica, se hincan sobre la mancha para realizar el análisis. Los instrumentos de las cazadoras no tardan en arrojar resultados, confirmando el análisis de Mamba. Están a punto de enseñarle las gráficas a Peter, cuando un murmullo ahogada comienza a llenar la habitación.
“Ángelo…”, se escucha tímidamente salir de la boca de Cobra.
Las tres cazadoras se acercan a la cama, buscando el origen del “escurrimiento” o “fuga” en el cuerpo de Cobra, pero el que Peter siga encima de ella dificulta la búsqueda.
- Cobra, ¿puedes escucharme? - pregunta Peter, acercando su rostro al de ella.
“Ángelo…”, repite Cobra con un poco más de fuerza. “Salven… a Ángelo…”
- ¿Qué? - pregunta el mago, desconcertado con la petición de la mujer.
Mamba se acerca a Cobra y recorre los labios de su amiga con el pulgar derecho.
- ¿Por qué Cobra tiene restos de “Nano Veneno” en su boca?
La pregunta de la cazadora captura la mirada del mago, quien hace conjeturas y conclusiones en cuestiones de segundos.
- ¿Dónde está Ángelo? - pregunta Peter.
Las cazadoras no esperan, las tres abandonan la habitación y desenfundan sus armas en dirección a la bodega donde se supone que está encerrado el humano. Peter cierra los ojos, en el entendido de que las cazadoras no serán tan amables o civilizadas con su hermano como él.
“Salven… a Ángelo…”, repite Cobra.
- Cobra, tranquila. Todo está…
- ¡MALDICIÓN! - la exclamación de Coralillo es suficiente para englobar la sorpresa de todas las cazadoras.
Peter y Felipe voltean en dirección al origen del grito.