— ¡no te vayas...! —grito. Agarro el brazo de su hermano para retenerlo– Billy, no me dejes...
— Maya, no llores hermosa —Billy la abrazaba– prometo que no te dejare...
— no me dejes Billy....—se aferró más a su hermano.
Un jalón en su brazo derecho la separo de su hermano, grito y pataleo por llegar a el mientras se alejaba.
— !!BILLY!! —grito lo más fuerte que podía.
— Maya, deja de llorar —recrimino su madre— tu hermano ira a un lugar donde reformen su conducta rebelde.
Miro a su madre con lo ojos llorosos, ese día entendió que a sus padres no les importaba su primogénito, para ellos lo las importante era su estatus social y el dinero.
— el no es digno de portar el apellido Balfour —aspecto su padre— a ver si tu tío lo arregla.
La dejaron ahí llorando, mientras ellos se iban a trabajar. Sin pensarlo corrió hacia la puerta, la abrió y vio la limosina por el camino de graba, corrió detrás de ella.
— Billy –gritaba— Billy...
Se tropezó con una piedrecilla y cayó al suelo raspandose las palmas y rodillas. Lloro por la única persona que la amaba, que jugaba con ella, la que le contaba un cuento para dormir, ahuyentaba a los fantasmas, dormía con ella cuando tenía alguna pesadilla, y lloro por el dolor de la lastimada por que Billy no estaría ahí para cuidarla.
Una de las sirvientas la cargo y la llevo a la cocina donde le curó las pequeñas heridas.
— a su madre no le va a gustar que este lastimada señorita. —hablo la joven sirvienta.
Mentira, a su corta edad de ocho años sabía que a su madre no le importaba nada, sus padres vivían en su mundo de lujo y viajes. Era como si ella y su hermano no existieran, lo habían sobrellevado juntos, Billy se encargaba de ella y de sus cosas, y ahora... Estaba sola.
— listo
Miro su rodillas las cueles estaban manchadas de arena, donde estaba la herida ahora tenía una curita protegiendo la herida.
— gracias –hipo, se bajó de la mesa.
Cojeando salió de la cocina, no podía evitar seguir llorando, estaba sola en esta enorme casa de tres plantas, ya no tenía con quién jugar, padre y madre no contaban ellos jamás le ponían atención.
Subió y fue a su cuarto, se lanzó a la muralla de peluches que tenía y lloro hasta quedarse dormida.
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Se levanto como loca, hoy llegaba el correo y por lo que significa Billy le había mandado algo, bajo corriendo a la planta principal, la docena de sirvientas a cargo de mantener la casa limpia estaban de allá para acá. Fue a la cocina donde hortensia estaba acomodando el correo llegado cuando la vio sonrió.
— esta detrás de la despensa —asintió y corrió hacia la despensa.
una caja enorme decorada con papel de regalo y un moño grande rosa estaba ahí esperándola, sobre ella había una caja más chica forrada de igual manera. Abrió primero la caja más grande, sonrió como tonta al ver los utensilios de arte, pinceles, acuarelas, hojas y el caballete para que pudiera colocar la hoja donde pintaría tenía una sobré y lo abrió.
Feliz cumpleaños Maya.
Con amor Billy.
P. D.
La caja chica tiene algo más para ti mi pequeña hermanita.
Emocionada abrió la caja más pequeña, vio un celular último modelo que aún no había salido a la venta, chillo y se lo presumió a las sirvientas que la felicitaron. Se encerró en su cuarto y se puso a darle usos a sus nuevas cosas.
Como siempre sus padres habían regalado un viaje a Italia para que disfrutara, no la felicitaron y ni una nota sólo el boleto de viaje. Desganada fue a la cocina y se llevo una sorpresa.
— Feliz cúmplalos hermanita —Billy sonreía.
Chillo emocionada y corrió abrazarlo, su hermano estaba más alto, tenía un corte de cabello que hacia que sus facciones fueran más rudas, ya no era un niño, ella y Billy compartían el mismo color de cabello Rubio.
Las sirvientas le cantaron y partieron un pastel, hablo de muchas cosas con su hermano se tomaron fotos para el recuerdo. No podía evitar ponerse triste, no quería que Billy se fuera el era su única familia que se preocupaba por ella, y ella por el.
— ¿tienes que irte? —susurro cuando estaban en el patio trasero.
— si, me gustaría quedarme pero.... No se puede Maya, las cosas han cambiado...
— está bien...—intentó no llorar– ¿me prometes que vendrás más seguido a verme?
La abrazo y ella hizo lo mismo, extrañaba a su hermano mayor. Se sentía sola, su madre se la pasaba criticándola o ignoradola.
— aré todo lo posible maíz —le revoloteó el cabello y ella bufó.
— tu eres maíz viejo –lo golpeo.
Lo vio irse con un nudo en la garganta, vio a Billy subir a un auto lujoso, observo que hablaba con alguien que estaba dentro del carro del lado del piloto. Alzo la mano y le hizo adiós, su hermano la imitó.