Capítulo 3: “Somos almas muertas encerradas en cuerpos vivos, Novan”
Ya era de noche y a pesar de las diferentes actividades para “levantar” el ánimo, yo seguía igual de indiferente a todo. Nos mandaron a dormir después del ejercicio dictado por la doctora Collins.
Tome mis cosas y camine al baño de la habitación, ya era mi turno. Al salir note que todos estaban durmiendo, pero Autumn no estaba en su cama. Dejé mis cosas en su lugar, me calcé las converse y salí a buscarla.
Camine por toda la zona designada y no la encontraba.
Y pensé.
Ella no estaría en lo permitido, sino en donde no nos dejarían pasar. Me di un golpe en la frente.
Caminé al estacionamiento y cuando la vi pare a descansar, caminar tanto me cansó.
–¿No deberías estar adentro? – le pregunté tomando más aire.
Volteo en mi dirección, al verme tira el cigarro al suelo y lo pisa.
–¿Y tú no deberías estar durmiendo o cambiando esas mangueritas en tu nariz? – dijo dejando salir lo último de humo de su organismo.
Le sonreí con sarcasmo.
–Acaso ¿fue una burla a mi enfermedad? – me hice el ofendido con la mano en el pecho.
–Empiezas a captar las indirectas, Novan– sonríe triunfante.
Emití una sonora carcajada y me sujeté de mi tanque de oxígeno que había dejado en el suelo. Luego la miré. Estando un poco agachado vi unas cicatrices que sobresalían de sus numerosas pulseras que colgaban de su muñeca. Se había hecho daño.
La sonrisa se desvaneció de mi rostro, me reincorpore.
Al parecer se dio cuenta de mi cambio de ánimo y se tapó las cicatrices con otra mano.
–Creo que debemos entrar– dijo pasando a mi lado con sus altas y pesadas botas negras.
No me sorprendió que con semejante calzado se halla tropezado, lo que me sorprendió fue mi reacción de tomarle la mano y evitar su caída pegándola a mi pecho.
–Sí, creo que es mejor ir a dentro– la suelto y camino de regreso a la habitación con ella detrás pisándome los talones.
–Creo que este es el único hospital al que eh ido, en el que dan comida decente– dice Jules mientras desayuna.
No es que hayamos cambiado mucho de centro de salud, pero tiene razón.
Asiento en un movimiento casi mecánico, ojeo mi plato de fruta, el vaso con jugo junto a mis pastillas y la botella con agua.
–Estás como zombie con toda esa frialdad más frecuente de lo común– estaba a punto de volver a asentir, pero me detuve y lo miré confundido.
–Solo no dormí bien– explico.
En realidad, es verdad, no estaba tranquilo sabiendo que una chica a menos de dos metros de mí se hacía daño constante. Sí, era indiferente a la mayoría de las cosas. Sí, me importaba muy poco los asuntos de los demás. Pero extrañamente ella sí me interesaba.
–Mhmm– emite con sarcasmo.
Le doy un codazo en las costillas y se ríe.
Cojo la botella con agua y tomo un poco de agua, me introduzco tres pastillas de una sola y trago con más agua. Al ver a el asiento vacío que está frente a mi estiro mis piernas y en eso Autumn jala la silla y toma asiento. Recojo mis piernas y recupero la postura. Nos ignoramos el uno al otro.
Le sirven una taza de café humeante con sus pastillas que distingo como antidepresivos. Ella niega con la cabeza.
–¿Puede traerme el café, pero frío? – la enfermera asiente y se lleva la taza.
Arrugo el entrecejo y me concentro en la fruta que ahora me da nauseas. Empujo el plato hacia al frente y el vaso con jugo a medio terminar. Jules me cuestiona con la mirada.
La enfermera vuelve con la taza de café y se la da a Autumn. Ella le da las gracias y toma sus pastillas. Tal como vino, se fue.
–¿Te gusta? – pregunta Jules y casi me atoro con mi saliva.
–Eso, lo tomaré como un sí– dice sonriente mientras entrelaza sus manos detrás de su cabeza.
–Claro que no, ¿bebiste alguna sustancia ilícita? – lo pincho con un poco de molestia.
Me mira de reojo y vuelve la vista al frente.