Broken

7. Una apuesta deliciosa

Tendría doscientos cincuenta dólares en mi bolsillo todos los viernes. Era sencillamente genial. Lo único que rondaba en mi cabeza mientras la hora de química pasaba, era en los diferentes zapatos que podría comprarme. Zapatos, y mucha ropa. Bien, quizás no tanta, pero quería tener al menos tres jeans para elegir… Dios mío, si ahorraba por dos semanas, ¡serían quinientos dólares! Podría comprarme un teléfono. Si lo hacía por cuatro semanas, serían mil. Y mil dólares sí que es bastante dinero, ¿qué no podría hacer con mil dólares? ¡Finalmente podría mantenerme por mi cuenta!

En fin, entre sueños y fantasías, el resto de las clases se fueron volando. Mi estómago rugía con hambre, pero me bebí un vaso de agua para soportar. Tenía que ir a trabajar.

Bel me esperaba en la salida, con una sonrisa en su rostro de oreja a oreja.

—No puedo esperar a ver la cara de mi hermano cuando te vea con el uniforme que te compré—decía, dando saltitos de emoción y unas cuantas palmadas.

Mis ojos se abrieron de par en par llenos de horror. ¿Uniforme?

—Espera, ¡no me dijiste nada de un uniforme! —le dije.

Ella sacudió su mano, restándole importancia al asunto.

—No es nada. Es genial, lo encontré en una tienda de cosplay. ¡Imagino que te quedará a la perfección! Le pedí a la chica que atendía que se lo midiera, tiene casi la misma contextura que tú.

—Belinda, voy a matarte—susurré, las manos en mi rostro.

—No, cariño. No lo harás.

—Sí, lo haré. Y como soy tan malvada, lo haré después de que me pagues. Tiraré tu cadáver al rio y me robaré todas tus pertenencias, para vendérselas a los turcos y hacerme rica a tu costa. ¡Ah! También te robaré tu tarjeta de crédito y vaciaré tus cuentas bancarias, dejando a tu hermano en la bancarrota y con muchas deudas. Luego incendiaré tu casa, y asesinaré también a tus vecinos para que no le vayan con el chisme a los bomberos y no puedan salvar absolutamente nada. ¿A poco no es un plan genial?

Bel soltó una risotada.

—Bastante genial. Incluso llegó a darme miedo—dijo, fingiendo estar aterrada—Pareces una chica sacada de una peli de terror. Pero, ¿Por qué no mejor es a Jack a quien matas, y a mí me dejas en la bancarrota? Prefiero ser pobre, pero estar viva.

—Bien, no es tan mala idea.

Ambas reímos, subiendo al Volkswagen 2013 de mi amiga.

 

**

 

El coche se detuvo frente a la entrada de la casa de los Walker. Mi corazón golpeaba frenéticamente porque imaginaba que volvería a encontrar una escena como la anterior, en el sofá. No es que me hubiese molestado, sino que… bien, tal vez me haya molestado un poco. Aunque no debería, dado que no es de mi incumbencia lo que Jack Walker haga, o deje de hacer.

Nos apeamos del coche, mi corazón en un puño, y nos acercamos a la puerta de entrada. Mantuve mis ojos fijos en el suelo presa de un extraño nerviosismo, con una parte dentro de mí que rezaba porque no haya nada rubio gimiendo en el sofá carísimo de Bel en estos momentos.

No lo había.

El salón se encontraba completamente solo, igual que, según parecía, la casa en sí. Jack debía estar llevando a su prospecto de novia a dar una vuelta por ahí en su moto. O en su coche. O en el de ella, quién sabe. Podrían estar incluso en un jodido yate del niño rico, haciendo quien sabe qué el uno sobre el otro. Y… ¡Maldita sea! Ya debería de dejar de pensar en él. Lo que hiciera o dejara de hacer con su vida, debería traerme sin cuidado.

—Subamos a mí habitación—ordenó ella.

La seguí escaleras arriba, suspirando con tranquilidad al asegurarme de que Jack realmente no se encontraba. Mis ojos siguieron vagando escaleras arriba, tratando de dirigirse a una habitación en particular que se encontraba en el tercer piso. Sentí mi cara enrojecerse, y maldije por lo bajo. Yo no era de las que se sonrojaban.

—Mi habitación la limpio yo misma, así que no te preocupes por ello. —Continuó diciendo Bel—La habitación de Jack es insípida y realmente no necesita de mucha limpieza, pero el niño siempre deja toda su ropa regada por el suelo —Me imaginé sus boxers decorando el piso. Me volví a ruborizar. Maldición —Todas las chicas que trabajan aquí tienen un uniforme, pero el tuyo será diferente. Eres mi amiga, así que tengo que darte un trato especial—Me miró por encima del hombro y sonrió con picardía—El ático está inservible, así que no te atrevas a subir a él hasta que lleguen los técnicos a repararlo. La madera se mojó la primavera pasada y está bastante frágil, así que es imposible caminar sobre ella sin correr el riesgo de caer y partirte el cuello. Jack estuvo dos semanas en el hospital por dárselas de guapito.

—A todas estas, ¿dónde está Jack?

Me mordí la lengua inmediatamente después de que esas palabras escaparan de mis labios. Bel frunció los suyos, tratando de reprimir una sonrisa sin mucho éxito.

—Espero que aún siga claro lo de “Prohibido enamorarse de Jack Walker” —murmuró, luego se encogió de hombros—No lo sé, no tengo la menor idea de dónde está. Tampoco es que me importe demasiado, a decir verdad.

Bien, a mí tampoco es que me importe demasiado. O de eso trataba de convencerme.




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