« — Entonces, te casas sin estar completamente segura. — dijo él.
— Así es. Dicen que las parejas se enamoran cuando conviven.
— Gilipolleces. Eso tiene un nombre y lo llaman: costumbre.
Ignoré su grosera palabrota.
— Costumbre. — repetí. — ¿Y tú qué piensas?
— Yo creo que el amor es sinónimo de vulnerabilidad. — esa fue su única respuesta.
— ¿Eso quiere decir que nunca te has enamorado?
Giró la cabeza para responderme, mientras me miraba a los ojos. Y yo me perdí en ellos. Tan azules como verdes, tan intensos, tan resplandecientes, cargados de hostilidad.
— Ningún mar en calma, hizo experto a un marinero. »