-----Narra Jazmín-----
Siempre he tomado buenas decisiones, la suerte ha estado de mi parte y mi sentido común nunca ha fallado, pero ayer fue la peor elección que he tomado en toda mi vida, estuve muy equivocada en pensar que el guapo afgano me mentía, debí creerle.
Aunque cometí un solo error, ahora las consecuencias son terribles, estoy en Afganistán, todo por un pequeño accidente y ahora necesito la ayuda de ese afgano, él es la única persona que conozco en este país, lo necesito de mi lado, sé que puedo hacerlo bien y a su lado saldré de este país, en este momento mi espalda me duele mucho, dormir en una cama sin colchón es muy incómodo, y sin contar que mi estómago no paro de rugir en toda la noche, acaba de amanecer y no aguanto el hambre, debo levantarme y comer algo o si no me voy a desmayar.
Me levanto con cuidado de la cama de madera y salgo de la habitación.
—¡Buenas! ¿Hay alguien? — Pregunto con inocencia en el pasillo, sé que en la otra habitación están los soldados y seguro alguno debe estar despierto.
Me dirijo a la puerta por donde entré, intento abrir, pero está con llave. Empiezo a revisar unas cajas, espero que tengan comida.
—¡Hey! ¿Qué haces? No toques nada. —Dice un hombre alto, piel clara, ojos azules claros y con cara de perro con mal de rabia.
—¿Eres un soldado? Y ¿tu uniforme? —Le pregunto con curiosidad, puesto que el hombre está vestido informalmente.
—Aquí yo soy quien hace las preguntas. —Grita el hombre con rabia.
—¡Tengo hambre!, estoy buscando algo de comida. —Le respondo en voz alta, pero agachada en el suelo, verificando las cajas.
—El capitán nos dijo que ayer llegaste al pueblo muy malherida, y solo por eso te ayudó, pero tú, mereces morir, entraste sin permiso a mi país. —Replica el hombre, está muy descontento por mi presencia en este lugar.
—¡Oye! Fue un accidente. —Le grito a este imbécil tan lindo y tan amargado.
—Heydar déjala tranquila, retírate a la cocina y comienza a encender el fogón, por favor —Le ordena el capitán a su soldado—. Ayer no había comida en la casa, salí temprano a comprar algunas cosas que vamos a necesitar. —Comenta el capitán mirando mis manos y levantando una ceja.
—Disculpa mi intromisión, estaba buscando comida, gracias por preocuparte por mí, —Explico mientras saco mi mano de la caja— ¿tienes algo que pueda comer en este momento? Es que me siento muy débil. —Pregunto mientras coloco una mano en mi cabeza.
—Sí, come esta torta. —Murmura el capitán, él saca la torta de un bolso negro y me la ofrece. Yo se la quito de las manos, me siento en una silla y empiezo a sacarla de la bolsa, luego me la como desesperada.
—¡Qué rico! Es dulce y suave, ¿tienes más? —Pregunto con la boca llena, ¿quién me viera comiendo así? Yo tan pretenciosa y ahora humillada por una simple pero deliciosa torta—. ¡Esto es una delicia!
—Debes esperar para cuando el desayuno esté listo. —Cuestiona el moreno.
—¡Está bien!, —digo haciendo un pequeño puchero, él me mira y yo le sonrió, lo sabía, no importa cuan rudo finja ser, es hombre al fin, no puede ni mantenerme la mirada, todos son débiles, es imposible para él, resistirse a mis encantos femeninos.
—Ve a la habitación donde dormiste y te colocas esta ropa, cuando estés lista, puedes volver a salir. —Dice el hombre extendiéndome un bolso pequeño.
—Okey. —Concluyo, paso por su lado, moviendo mis caderas, me voy a la habitación, al llegar me quito el suéter y el short, saco todo lo de la bolsa, ¡qué ropa tan rara! Y esto es una braga y un sostén de abuelita, ¡oh dios! El pantalón es muy holgado, es muy largo y color tierra, ¡qué horrible! Esté vestido manga larga, tampoco me gusta.
—¡Yo no puedo vestirme con esta cosa! —Murmuro en voz alta, vuelvo a colocarme el suéter y el short y salgo de la habitación, ellos ya no están en la pequeña sala.
—¿Dónde están? —Pregunto.
—¡Sigue por el pasillo! —Escucho la voz del capitán, hago lo que me dice y voy por el pasillo, al fondo hay una habitación muy grande, está un gran fogón y varias ollas llenas de carbón, una mesa con muchas tazas y algunos platos de cerámica y porcelana y vasos del mismo material. El capitán está cocinando, se ve tan sexi.
—¿Qué haces vestida así? —grita el mismo hombre de mal carácter.
—Uno, no te conozco y dos, no es tu problema. —Le respondo con molestia.
—Si quieres morir, sigue vestida así, pareces una ramera, pensándolo bien, es mejor para nosotros si mueres, ya que dejas de ser una carga. —Dice el hombre alto con la voz mortal.
—Debes colocarte la ropa que te di, lo que dice Heydar es cierto, tu vida correría mucho peligro si sigues vestida así.
—¡No quiero! —Digo con el ceño fruncido y manteniéndole la mirada al capitán.
—Ve y ponte lo que te di, ¿o quieres morir apedreada? —Ordena el hombre con la cara sería.
—¡Qué locos están!, eso es mentira, ¿cómo van a matar a alguien por como se viste?, ¡yo no quiero vestirme como una vieja!
—La burka es obligatoria en nuestro país, en la noche salgo para la ciudad y tú debes estar vestida con la ropa que te di, por si vienen visitas inesperadas. —Exige el moreno con la voz fuerte y áspera.
—Okey, está bien, lo haré. —Confieso mientras me retiro a la habitación para cambiarme.
Me visto con esa ropa vieja y anticuada y salgo de la habitación directo a la parte trasera.
—Ven para ayudarte a acomodar bien la ropa, este va ajustado aquí y el vestido va así. ¡Perfecta! —Murmura, el moreno, él pone sus manos en mi cintura, y amarra el pantalón holgado y luego arregla el vestido por detrás, su cercanía me pone muy nerviosa.
—¡Qué fea me veo! Pareciera que fuera a un velorio —Comento alejándome del capitán, mi cuerpo tiembla al sentir su cercanía y no entiendo el porqué.
—Si hubieras obedecido al capitán, no estuvieras en nuestro país y todo fuera tan diferente. —Expresa el hombre alto y con la mirada fría. Este tipejo me está colmando la paciencia.
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lucha por sobrevivir, infancia dificil, conoceras el verdadero amor.
Editado: 31.10.2024