Kaory había estado buscando a su alma gemela durante semanas, pero no había tenido mucho éxito. Sin embargo, no se daba por vencida y continuaba con su búsqueda, visitando diferentes lugares y conociendo a muchas personas.
Un día, mientras caminaba por el centro de la ciudad, se detuvo en una cafetería para tomar un café. Se sentó en una mesa cerca de la ventana y se sumergió en sus pensamientos, soñando con encontrar a su alma gemela.
De repente, alguien se acercó a su mesa y la interrumpió. Era un joven atractivo llamado Satoru, que se había equivocado de mesa al buscar un lugar para sentarse. Kaory sonrió y se ofreció a compartir su mesa con él.
A lo largo de la conversación, Kaory (y) Saturu se dieron cuenta de que tenían mucho en común. Hablaban de sus intereses y pasiones con entusiasmo, y pronto se sintieron cómodos el uno con el otro. Kaory no podía creer lo afortunada que era de haber encontrado a alguien tan especial.
Pero al final de la tarde, Satoru le confesó que estaba casado y que no podía ofrecerle lo que ella buscaba. Kaory se sintió decepcionada y triste, pero agradeció a Satoru por su tiempo y por haberle hecho sentir esperanza por un momento.
A pesar de la desilusión, Kaory sabía que su búsqueda por su alma gemela continuaba. Y con esa nueva determinación, salió de la cafetería y siguió buscando el amor de su vida.