Café Amargo

Capítulo 2.

Viernes, 3 de Abril de 2015.


 Mañana.

 

 

 

   Una nueva mañana.

   Seis en punto Anna apagaba su alarma y se desperezaba en la cama.
   Seis y media en punto, Anna preparó su café mañanero.
   Seis y cuarenta en punto, Anna se sentó en la ventana a ver el cielo.

   Ella tenía la suerte de vivir en una ciudad bastante tranquila, y específicamente en el lugar en el que vivía había bastante tranquilidad. Tanta tranquilidad, que ella gustaba de madrugar sólo por sentarse en la ventana con los ojos cerrados, con una taza caliente y humeante en las manos, escuchando el canto de los pájaros y sintiendo el helado viento otoñal en la cara. Pequeñas cosas como esas eran su pasión... Pero pronto la taza quedó vacía sin que ella se percatara siquiera. Con desgana, se levantó y dejó la taza en el fregadero de la pequeña cocina. Descolgó un camperón marrón del perchero a un lado de la puerta, recogió la mochila del suelo donde la había dejado el día anterior, y abrió la puerta.

   — Anna, ¿Aún no te fuiste? Necesito... — Antes de que la mujer terminara su oración, Anna se había colgado su mochila y había atravesado la puerta directa al pasillo del edificio, sin percatarse de su llamado.

   Corrió por los pasillos y las escaleras del edificio hasta alcanzar la calle, pero su café no le había sido suficiente esta vez, y se sentía extraña al estar en la calle sin tener una humeante taza en sus manos.
   Tras pensarlo unos segundos, decidió tomar un desvío en su camino diario al colegio y miró su reloj; Siete menos cinco, no le dio ni la menor importancia al tiempo, como siempre, y continuó su camino. Sólo se detuvo al llegar a un pequeño y conocido café.

   — Anna... ¿Cómo estás? — Preguntó la sonriente mujer detrás del mostrador al verla entrar.

   — Bien, atrasada... Como siempre, eso no es nuevo. ¿Cómo estás vos? ¿Y Mía? — Respondió Anna, observando cómo la mujer, sin que ella dijera nada sobre el asunto, le servía un humeante café negro en un vaso de plástico descartable.

   Se lo entregó sellado, aún sonriéndole. — Estamos perfectas, la cafetería cada vez es más concurrida y conocida, nos está yendo mucho mejor ahora.

   — Me alegro de escuchar eso, he estado recomendando el lugar pero ya sabes que no tengo muchos amigos... Algún día voy a venir con Lea.

   Ambas continuaron su conversación un rato más, hasta que finalmente, y muy a su pesar, Anna decidió que era hora de partir por fin. Pagó su café y con una última despedida, retomó su ruta hacia el colegio. Mientras ella caminaba a paso ligero, el mismo chico del día anterior la observaba en la distancia, sorprendido de encontrarla allí y sin animarse a acercarse a ella.



#37443 en Novela romántica

En el texto hay: romance, cafe, amor y conflictos

Editado: 06.01.2021

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