Café Amargo

Capitulo 25.

Martes, 12 de Mayo de 2015.
Mañana.

Daniel.

   El familiar sonido de las persianas en la ventana del comedor me despertó. Mi primer reacción fue la de ocultar la cabeza debajo de la almohada hasta que recordé que ese sonido solo podía significar una cosa; papá estaba en casa. Pronto escuché el usual sonido de sus pasos a través de la sala en su recorrido a la cocina, luego el de las alacenas, así que me doy cuenta de que son las cinco y media de la mañana y de que esos sonidos significan que está preparándose el desayuno. Desde que tengo memoria que su rutina es la misma, sin un mísero cambio, por lo cual me fuerzo a correr las sábanas y ponerme en pie, somnoliento. Camino restregándome la cara hacia la cocina, y a mitad de camino veo a mamá saliendo de su habitación.

   — Buen día. — digo en mitad de un bostezo, y me apresuro en comenzar a hacer tostadas mientras mis padres se preparan café.

   Mi saludo no es devuelto, pero no es algo extraño. Desde que tengo memoria papá se esfuerza en que, cuando estamos todos en casa, desayunemos, almorcemos y cenemos juntos, como familia… Aunque la verdad es que eso no pasa tan seguido, y cuando mamá y yo estamos solos en casa cada uno se limita a hacer sus cosas sin molestar al otro. Papá es más… Entusiasta en cuanto a pasar tiempo todos juntos.

   Estoy sacando la última tostada del tostador cuando su voz me sobresalta. — Hay agua caliente en la encimera, para que te prepares algo.

   Le agradezco y, después de dejar el plato con tostadas en la mesa, vuelvo a la encimera a prepararme una humeante taza de té. El procedimiento me resulta tan rutinario que lo hago automáticamente y casi sin darme cuenta, para cuando me acerco a la mesa descubro que nadie tocó la comida aún, y sólo lo hacen cuando tomo asiento. Mamá no tarda en comenzar a untar mermelada en una tostada mientras yo me limito a tomar un sorbo de mi brebaje, que termina por quemarme un poco.

   — Tu madre me estuvo contando ayer cómo te va la escuela. — Rompió el silencio sin siquiera mirarme, esperando una respuesta mía, pero me limité a observarlo. — ¿Por qué la directora tuvo que llamarte la atención por llegar tarde?

   Sabía que preguntaría por eso. Este es el primer año en el cual confían en que soy lo suficientemente responsable como para no necesitar a alguien cuidándome o vigilándome mientras no están, ¿Y qué hago yo? Consigo que me llamen la atención por llegar fuera de horario.

   — Durante algunos días estuve llegando tarde porque hubo cortes de luz y el despertador se desconfiguraba, nada más. — Mentí, pero la verdad prefería decirles eso a confesar que estuve llegando tarde porque estuve algunas semanas “acosando” a una chica.

   Bueno, sólo me quedaba esperando a que ella saliera de su casa para salir al mismo tiempo y poder hablarle, aunque nunca lo hice, eso no cuenta como acoso, ¿No?

   El silencio inundó la mesa mientras cada uno se enfocaba en lo suyo. Mamá no era muy dada a la charla, yo tengo demasiado sueño y papá simplemente nunca sabe de qué hablar… Creo que en eso nos parecemos, ya que a mí también me cuesta sacar conversación a veces. No tardo demasiado en terminar mi brebaje, ya que es lo único en lo que enfocaba mi atención, así que me relajo en la silla mientras mis padres continúan desayunando. Observo el reloj que cuelga encima de la ventana y descubro que son las cinco con cincuenta y cinco minutos de la mañana, desayunamos siempre tan temprano porque ellos van a trabajar a las seis y media. Al final, termino por levantarme y llevar mi taza vacía al fregadero, la lavo con lentitud y me paso las manos mojadas por el pelo cuando termino. Me quedo un rato parado enfrascado en mis propios pensamientos hasta que escucho a mis padres levantando la mesa y acercándose a la mí, así que finalmente soy libre de volver a mi habitación hasta que deba salir para el colegio. Suspiro al darme cuenta de que así será mi rutina mientras mis padres estén en casa.

 

•--·--•

 

   Ato mis zapatillas con desgana sentado al borde de la cama mientras observo la hora en mi despertador, luego me levanto distraído buscando mi mochila y tropiezo con ella entre maldiciones. Colgándomela al hombro, corro hacia la entrada, alcanzo las llaves y abro la puerta con rapidez. Me apresuro por el pasillo y las escaleras hasta alcanzar el primer piso y me detengo antes de abrir la puerta para salir a la calle al ver a Anna, su pelo cae en una trenza por uno de sus hombros, lleva puesta una campera negra y un gorro del mismo color. No puedo evitar quedarme observándola con detalle mientras ella pasa distraída su mirada por donde estoy yo y me ve a través del vidrio de la puerta, le sonrío. Me apresuro a abrir la puerta y cruzar la calle para llegar a su lado.

   — Hola. — le escucho decir tímidamente, me sorprendo.

   — Hola, ¿Vamos? — Pregunto, ella asiente, así que tomo su mano sin pensarlo y comienzo a caminar a su lado.

   Su mano está fría, y es tan pequeña que parece frágil mientras la sostengo, se aferra a mí sin darme ninguna oportunidad de soltarla. No sé qué es lo que me llevó a sujetársela, pero supongo que es el hecho de que ayer no se la solté en ningún momento, solamente cuando tuve que despedirla frente a su edificio. Caminamos en silencio a través de las calles casi vacías de la mañana hasta que noto su mirada en mí.

   — ¿Pasa algo? — Le pregunto relajado.

   — Tenes ojeras y pareces cansado, ¿Estás bien? — Desvío mi mirada y aprieto los labios en cuanto termina de hablar.

   Me siento cansado, pero no creí que se notara. — Sí, esta mañana me levanté un poco más temprano de lo habitual, es todo.

   Su semblante no cambia demasiado ante mi respuesta, así que le dedico una sonrisa para tranquilizarla. — ¿Tuviste una pesadilla o algo así?



#37447 en Novela romántica

En el texto hay: romance, cafe, amor y conflictos

Editado: 06.01.2021

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