Camila entró de lo más natural a la Suite Ejecutiva pensando que al fin se había ido ese huésped malévolo que no hacía más que provocarla con sus insinuaciones todo el tiempo. Era como si hiciera todo a propósito, incluso sentía como si esperara que ella llegara a hacer su trabajo para empezar su día molestándola. Pero era martes y se suponía que ya debió haberse ido del hotel, siempre lo hacía el domingo o a más tardar el lunes. Así que entró tranquila pues solo tenía que supervisar que todo estuviera en orden y no había mucho que arreglar.
Entró y empezó por la sala. Lo primero, limpiar los rincones menos obvios donde se solía acumular el polvo. Se agachó pues debajo de la repisa era el lugar preferido para las revisiones de limpieza de Olivia y lo que menos quería era llevarse una reprimenda. Estaba por pararse cuando le pareció sentir pasos detrás de ella. Se asustó pues no recordó haber dejado la puerta abierta y mucho menos oyó que esta se abriera.
—Vaya, vaya, ¡qué buena cara me das, Camila! ¿Qué andas buscando? —"¡Rayos!", pensó cuando escuchó la voz de Alec detrás de ella. ¿No se supone que ya no debería estar ahí?
—No estoy buscando nada, señor Reagan —dijo ella poniéndose de pie—. Solo estoy limpiando...
—Oh claro, limpiando. Me imagino que te estarás preguntando qué hago acá, ¿verdad? ¿No te avisó tu supervisora?
—No, la verdad es que creí que no había nadie, por eso entré sin tocar. Disculpe la molestia.
—¡Vamos, linda! No tienes por qué disculparte, recuerda que soy yo el que te debe favores. Pero bueno, el hecho es que te tengo una noticia buena y una mala. ¿No quieres saberlas?
—Supongo que si.
—¿Cuál primero?
—La buena.
—Está bien. La buena es que me quedaré toda la semana, cosas de negocios. ¡Así que la pasaremos muy bien tú y yo!
—Vaya, si esa es la buena...—dijo no muy contenta con la noticia, y él lo notó, cosa que lo hizo reír.
—¡Ay, Camila! ¿No ves como digo que nos divertiremos mucho? En fin, ahora te va la mala. Sé que no te gusta, pero necesito que me hagas otro favor de aquellos...
—¡Ah no! ¿Dejar entrar a otra amante? ¡De eso que se encargue conserjería!
—Pues eso haría, pero digamos que tu método es más discreto...
—Soy la mucama, señor Reagan, no su asistente personal. No pienso volver a hacer algo como eso.
—Bueno, querida, las cosas no tendrían que ser así si tan solo me hicieras caso, Pero me sales con todo eso de la ética profesional y blablablá, ¡si nadie se va a enterar!
—¡Pero qué falta de vergüenza! Hacerme esas proposiciones, no soy una cualquiera, señor Reagan.
—Si, eso ya lo sé, pero es que me provoca —dijo sonriendo de una manera tan sensual que Camila no pudo evitar corresponder—. ¿Ves? La podemos pasar tan bien si tú quieres, acá no hay cámaras y no demoraremos mucho.
—Esto ya está yendo demasiado lejos. Además, por si no lo sabe, solo tengo un tiempo máximo de treinta minutos para limpiar esta suite.
—Ah bueno, si es así ensucio menos y hasta te ayudo con la limpieza.
—Ya fue suficiente —dijo ella tomando sus cosas y se fue camino a la puerta—, no quiero volver a oír más de esas cosas. Hasta luego —salió de la habitación y cerró la puerta. Alec se sentó y sonrió, ya un día de esos iba a caer. Para su sorpresa la puerta se abrió de nuevo y Camila volvió a entrar tratando de parecer muy seria.
—¿Qué pasó linda? ¿Lo reconsideraste?
—No me puedo ir sin limpiar el cuarto y el baño...
—¡Vaya! Regresas a mí, ¿y encima te metes a mi cuarto? Ese sí que es un avance Camila, ¿ves como no es tan difícil?
—¿Nunca dejará de fastidiarme?
—No, no lo creo. Pero ya sabes que todo depende de ti.
—Usted está loco —dijo para cerrar la conversación e ir a terminar su trabajo de una buena vez. Solo pudo escuchar sus risas desde la sala de estar. Ahora estaba segura de que ese hombre no descansaría hasta que cumpliera su capricho con ella.
Saliendo al fin de su "tortura", Camila recibió el mensaje de confirmación de Rachel en el que indicaba que se verían de todas maneras a la salida de sus respectivos turnos. Por suerte todas tenían casi los mismos horarios y se podían ver seguido. No era que no se llevara bien con las chicas de su área, pero hasta sentía que la miraban mal. Quizá era por su rápido "ascenso", ya que se suponía era solo una practicante y no debía de tener responsabilidades tan grandes como la de limpiar la Suite Ejecutiva. Le tocaba ir a dejar la lencería* que sacó de la Suite para la lavandería y seguir con su trabajo. Felizmente no le quedaban más que dos habitaciones y después pasaría el día tranquila.
Estaba caminando por un pasillo cuando vio a una chica que le pareció familiar. Era "esa chica", la que le gustaba a Charles. Para empezar, ¿qué hacía fuera de su área? No era una experta en reglamento, pero ese tipo de cosas no estaban permitidas. Si fuera lo suficiente maldita para decírselo en su cara sería genial, pero ella no era ese tipo de persona. Así que pasó sigilosamente con su carretilla hacia uno de los puestos de cambio de lencería en ese pasillo. La chica iba justo delante de ella así que Camila redujo el paso para ver qué era lo que sucedía. La vio doblar el pasillo, justo por donde estaba el puesto de cambio donde ella tenía que coger lencería limpia para las otras habitaciones.
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Editado: 04.10.2023