—Sus documentos, por favor. —Era casi como una película. Anne terminaba de arreglarse el cabello mientras buscaba sus documentos en la cartera, pero Cameron la tomó de la mano suavemente por un instante y la detuvo.
—Se refiere a los míos, y los del auto. No te preocupes —le dijo tratando de tranquilizarla con una sonrisa. Él parecía ser capaz de controlar la situación. Ella solo respiró profundo y decidió esperar que pase.
No podía quejarse, fue ella quien estuvo de acuerdo en propiciar esa situación y quien no pudo controlarse. Pero el hecho era que la policía estaba parada al lado del auto pidiendo documentos, y demás porque los habían encontrado estacionados en un lugar prohibido, haciendo cosas prohibidas. Y sí, todo empezó con unos suaves besos, caricias, y ella queriendo más, y él que no se quedaba atrás... Y de pronto una de las manos del maître acercándose poco a poco debajo de su falda, haciéndola sentir que lo necesitaba en su interior ya mismo y que no le interesaba nada.
Así, poco a poco el asunto aumentó la temperatura. Era ya imposible de detenerse y no había tiempo de buscar un buen sitio para estacionarse, la pasión los estaba envolviendo y se detuvieron el primer espacio cercano. Estaba ahora prácticamente sobre ella, buscando la forma adecuada y menos incómoda de hacerlo, ella haciendo lo posible por colaborar en ese ansiado momento.
Anne había deseado que pasara con todas sus fuerzas, y ahora sentía que no iba a poder estar tranquila esa noche hasta que no sucediera. Y él sentía que jamás había deseado a una mujer de esa manera, que sus ansias de ella eran tantas que hasta parecía dejar de ser él mismo para convertirse en un monstruo ansioso de ella. Estaba al borde del éxtasis cuando al fin lo sintió dentro, moviéndose al principio con lentitud y luego aceleró el asunto. No pudo reprimir un grito de júbilo y placer, pero un placer efímero que acabó muy rápido cuando apenas estaba empezando.
Unos ligeros toques en la ventana del auto que parecían lejanos los interrumpieron. Y luego se hicieron más intensos. Fue entonces que se percataron por la luz del patrullero que la policía estaba ahí. Y que había hecho tremendo ruido. Se separaron poco a poco, como una especie de baldazo de agua fría justo cuando se deseaban más que nunca. Aún agitados y con los golpes insistentes, se acomodaron la ropa y volvieron a sus posiciones. El golpe fue más fuerte y Cameron tuvo que bajar el vidrio del auto y tratar de poner su mejor sonrisa. Y así fue que empezó todo, con aquella típica frase de "sus documentos por favor". El policía los revisaba mientras observaba seriamente de rato en rato a los dos, aunque claro que ellos no dejaban de sonreír como si no pasara nada.
—Están estacionados en un lugar prohibido —le dijo al fin el oficial—. Además de...
—Lo sabemos, oficial —interrumpió Cameron con voz calmada—, sabemos que estamos en falta y puede poner la multa que corresponda.
—Podría detenerlos por eso —señaló de inmediato, obviamente refiriéndose a lo segundo. Anne pensó, ¿había una ley que enviaba a la prisión a gente que daba rienda suelta a sus instintos en un auto y mal estacionado?
—Eso también lo sé —contestó Cameron igual de tranquilo—. Pero sé que no lo hará. Reconocemos nuestra falta y estamos completamente arrepentidos. Sé que nos entiende, ¿verdad?
—¿Verdad? —repitió Anne sonriendo al igual que él. El policía los quedó mirando unos segundos en silencio indeciso sobre qué hacer con esos dos. Pero de alguna manera esas sonrisas lograron ablandarlo y apenas si les puso una multa por lo del estacionamiento.
—Y vayan directo a casa, este no es un buen sitio para nadie.
—Lo tendré en cuenta la próxima vez —contestó Cameron—, pero digamos que fue impredecible. —El policía rio con complicidad y luego los dejó irse. Suspiraron con alivio, al fin había pasado aquella horrible situación.
Cameron condujo un momento en silencio. Y ahora después del escarmiento con la policía se les fueron las ganas a los dos, pero solo de momento. Al menos ya no en el auto. Quizá si, pero en un estacionamiento decente.
—No puedes negar que fue excitante —le dijo Anne sonriendo con todos los colores en el rostro.
—Claro que lo fue, la situación, tú y yo...
—Ummmm... no me hagas alucinar más, ¿si? Ya deberíamos estar en casa.
—Fue un buen desvío —dijo él rememorando esos momentos mientras conducía. Definitivamente no se iba a quedar con las ganas.
—Como una fantasía, ¿no? —él afirmó con la cabeza—. Pero mi verdadera fantasía es otra.
—¿Ah si? ¿Y se puede saber cuál es? —Anne se acercó al oído de Cameron y susurró sensualmente en ellos unas palabras que lo estremecieron e hicieron que su imaginación volara.
—Quiero hacerlo en tu cava.
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Esa misma noche Adriano llamó a Priss para conversar un rato antes de dormir, era algo que se les había hecho costumbre, lo hacían sin falta.
—He invitado a mis padres a que vayan a comer mañana. Yo pagaré todo de mi sueldo, ¿qué te parece?
—De ninguna manera. Yo voy a pagar eso, no quiero descontarte nada por una cena.
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Editado: 04.10.2023